Monday, August 20, 2012

Tercer principio: las personas racionales piensan en términos marginales.


Muchas decisiones que se toman en la vida obligan a realizar pequeños ajustes adicionales en un plan de acción que ya existía. Los economistas los llaman cambios marginales. En muchas situaciones, los individuos toman las mejores decisiones posibles pensando en términos marginales.

Supongamos, por ejemplo, que un amigo nos pide consejo sobre el número de años que debe permanecer estudiando. Si comparamos el estilo de vida de una persona que tenga el doctorado con el de otra que no terminara los estudios primarios, podría quejarse de que esta comparación no le sirve de mucho para tomar su decisión. Lo más probable es que nuestro amigo ya posea algunos estudios y tenga que decidir si estudia uno o dos años más.
Para tomar esta decisión, necesita saber cuáles son los beneficios adicionales de un año más de estudios y los costes adicionales en que incurriría. Comparando estos beneficios y costes marginales, puede averiguar si merece o no la pena estudiar un año más. 

Por poner otro ejemplo que muestra que pensar en términos marginales ayuda a tomar decisiones, consideremos el caso de unas líneas aéreas que tienen que decidir cuánto deben cobrar a los pasajeros que vuelan sin reserva. Supongamos que fletar un avión de 200 plazas que vuele por todo el país le cuesta a la compañía $100.000. En este caso, el coste medio de cada plaza es de $100.000 dividido 200, es decir $500. Podríamos sentirnos tentados de extraer la conclusión de que las líneas aéreas nunca deben vender un billete por menos de $500. 

Sin embargo, las líneas aéreas pueden obtener más beneficios pensando en términos marginales. Supongamos que un avión está a punto de despegar con diez asientos vacíos. 

Hay un pasajero que vuela sin reserva y que está esperando en la puerta de embarque dispuesto a pagar $300 por un asiento. ¿Deben vendérselo las líneas aéreas? Por supuesto que deben. Si el avión tiene asientos vacíos, el coste de llevar un pasajero más es minúsculo. Aunque el coste medio de llevar un pasajero sea de $500, el coste marginal no es más que el coste de la comida que consuma el pasajero adicional. En la medida en que el pasajero que vuela sin reserva pague una cantidad superior al coste marginal, es rentable venderle un billete.

Como muestran estos ejemplos, los individuos y las empresas pueden tomar mejores decisiones pensando en términos marginales. Una persona toma una decisión racional si y sólo si el beneficio marginal es superior al coste marginal. 

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