El rendimiento escolar depende mucho de la motivación intrínseca,
pues si alguien no siente la necesidad de aprender o cree no poder
hacerlo, difícilmente tendrá un buen rendimiento académico. Aquel
educando con una historia de fracaso escolar tiende a tener la
autoestima baja en cuanto a sus capacidades para el aprendizaje escolar,
concibiendo la idea de que aunque se esfuerce será en vano.
Es labor docente tratar de estimular y reforzar la convicción de que
con dedicación y empeño se logra superar las dificultades, y que cada
uno puede acrecentar sus conocimientos sin tomar como parámetro lo que
ya conocen sus compañeros. Si está atrasado en sus conocimientos
previos, paulatinamente deberá “ponerse al día” y luego podrá nivelarse
en el curso que le corresponde. Puede suceder que sea un alumno
repitente y que se sienta más grande que sus compañeros, y por lo tanto
atrasado. También se debe trabajar en eso, pues perder algún año en el
colegio, no significa que la situación no pueda revertirse y tener un
futuro exitoso, ya que es muy largo el tiempo dedicado a la preparación
intelectual, y muchos los años en que un pasado de fracasos, pueda
trocarse en un presente y un futuro venturosos.
Se debe comenzar por asignarle al alumno tareas simples, que fomenten
su confianza en que puede lograrlo, para ir poco a poco acrecentando el
nivel de complejidad. No se debe desvalorizar su trabajo, aún cuando no
sea el esperado, sino tratar de destacar los aspectos positivos, y
estimular para que lo mejore, sin usar términos despectivos. Debe
evitarse encasillar a un alumno como mal estudiante, pues él lo
percibirá, y entenderá que haga lo que haga, no podrá salir de esa
categoría.
Tampoco es bueno reforzar tanto la autoestima del buen alumno, al
punto de hacerlo creer que es infalible. Esto le provocará un stress que
le impedirá disfrutar de sus logros, o que le provocará deprimirse ante
algún fracaso actual o futuro, cuando curse estudios superiores.
Expresiones tales como “no lo esperaba de vos” o “parece mentira, tan
buen alumno, y solo respondiste esto” pueden crear una baja abrupta en
la autoestima que le quite su motivación intrínseca, o desemboque en no
permitirse tiempo para el goce o el placer, para responder a las
expectativas de los adultos, y pasarse todo el día estudiando, como si
fuera un castigo o un deber tan imperioso que no le permita
distracciones.