La gente a veces necesita matizar la tarea rutinaria de una oficina con algún comentario malicioso y ambiguo que brinde la oportunidad de convertirse en un tema para la polémica.
Es que el chisme atrae la curiosidad de los que están trabajando, y
los anima a desviarse de obligaciones tediosas por un rato y tener el
recreo psicológico que la mayoría está extrañando.
El chisme nace a partir de una novedad, algo diferente que se destaca
del resto. Estados de ánimo, ropa nueva, encuentros amorosos,
relaciones pecaminosas, inminentes anuncios de despidos, de ascensos, de
lavadas de cabeza por algo mal hecho, y peleas internas que tratan de
mantenerse encubiertas pero que fracasan en el intento.
El chisme tiene una doble función, ayuda a combatir el aburrimiento y
al mismo tiempo baja las pretensiones de los que por alguna razón están
orgullosos.
Es que en una oficina se recrean los mismos roles que en los hogares y en definitiva se comportan como una familia, mal o bien avenida según el caso, aunque muy en el fondo la mayoría pueda quererse un poco.
Porque el amor siempre es ambivalente, puede ser flor de un día y
terminar abruptamente, ni bien alguno se atreve de buenas a primeras a
mostrar los dientes.
Un chisme malicioso que descubre la parte oscura de alguien que
provoca cierta envidia,
conforma a todos los que no pueden salir de la
mediocridad, justificando en algo su inoperancia.
- No hace nada pero por lo menos está informado de todo,
- no se cómo hace para enterarse,
- equivocó la carrera porque como periodista habría tenido éxito.
- no se cómo hace para enterarse,
- equivocó la carrera porque como periodista habría tenido éxito.
Esto es verdad, porque el periodismo es el mayor mercado que existe
sobre este tema, nutrido con las desgracias ajenas, las trasgresiones
que se atreven a cometer aquellos que viven de su público, que hacen
punta y que dan que hablar a toda esa gente de los medios, que siempre
está ávida de noticias para elevar el rating.
El chisme en el trabajo tiene generalmente el objetivo de
desacreditar, y en el fondo sirve para mantener ciertas reglas sociales
que los protagonistas de los chismes se atreven a ignorar.
El trasgresor tendrá que arriesgarse a padecer la crítica y ser
triturado y despellejado por las fieras de ese circo mediático, que lo
perseguirá hasta encontrarlo en la situación que confirme los chismes
que dispersaron.
Una oficina es un microcosmos donde ocurren todos los eventos
humanos, íntimos o públicos, y donde se despliegan todas los tipos de
liderazgo, el autoritario, el ordenador, el pacificador, el saboteador,
el seductor, todas criaturas que están desempeñando un rol y que se
relacionan como pueden, tratando de atacar y defenderse como en
cualquier otro campo de batalla.
El teléfono celular se ha convertido en el mejor cómplice de
los chismosos porque es la mejor manera de pasar los chismes sin ser
notados; y muchas veces esos mensajes pueden incluir fotografías comprometedoras que son las pruebas del delito.
La gente desea secretamente desbaratar los planes mejor guardados de
los que están en falta cometiendo actos vergonzosos. Aunque sean
inocentes y no perjudiquen a nadie, quieren derrotar al que está en el
banquillo de los acusados, principalmente si es exitoso para poder verlo
alguna vez vencido, porque a veces es imposible bajarlo del pedestal
de otro modo.
Un chisme, aunque sea cierto, puede destruir a las personas, como
ocurrió una vez con una vedette que se enteró por televisión que su
marido también tenía relaciones sexuales con hombres.
Ese descubrimiento provocó la separación del vínculo conyugal y la destrucción de una familia.
Quién sabe qué hubiera ocurrido si las cosas no hubieran tomado
estado público, porque aunque tal vez la mujer de todas maneras se
hubiera enterado, el desenlace podría haber sido menos cruento, y mejor
el resultado.
Porque las relaciones de una pareja son únicas y distintas y cada uno
puede tomar las decisiones que quiera en su vida privada aunque los
demás no las compartan.