La terapia de aversión es un tipo de tratamiento psiquiátrico o psicológico
que consiste en exponer al paciente a un estímulo al mismo tiempo que
se le hace experimentar alguna forma de sensación desagradable. Con ello
se intenta condicionar
al paciente para asociar el estímulo con la sensación desagradable y
así terminar con un comportamiento indeseado. Las sensaciones
desagradables utilizadas son diversas, como aplicar sustancias de sabor
desagradable en las uñas (para terminar con la costumbre de morderlas), sustancias eméticas en combinación con el alcohol (para evitar su consumo) o la aplicación de electro-choques de distintas intensidades.