Según investigaciones realizadas en la Facultad de Medicina de la
Uiversidad de Toho, Japón, que fueron publicadas en 2011 en el
International Journal of Psychophysiology; concentrarse en la
respiración durante unos minutos mejora el estado de ánimo y calma los
nervios.
Otros estudios recientes mostraron que haciendo esta práctica de
respiración consciente en forma periódica, puede hasta mejorar la salud
mental.
El experimento consistió en enseñarles a individuos sanos, la práctica
de la respiración abdominal profunda manteniendo la atención en ella
durante veinte minutos.
La respiración profunda consiste en inspirar normalmente haciendo entrar
el aire hasta el abdomen y exhalando expulsando el aire de abajo hacia
arriba, tal como ocurre cuando llenamos una botella y luego la vaciamos.
Después de realizado este ejercicio, se pudo mostrar que los probandos
experimentaron menos sentimientos negativos, registraron mayor cantidad
de serotonina en sangre (neurotransmisor que influye en el estado de
ánimo) y un aumento de hemoglobina oxigenada en la corteza prefrontal,
región del cerebro que se relaciona con el pensamiento cognitivo y la
atención.
Otro estudio publicado en la revista Cognitive Therapy and Research,
intentó observar los efectos de la respiración abdominal profunda en los
síntomas depresivos.
Investigaciones realizadas en la Universidad de Ruhr en Bochum,
Alemania, hicieron una prueba con voluntarios sanos con la consigna de
concentrarse en su respiración profunda intentando no comprometerse con
ningún pensamiento y permanecer atentos solamente a ella.
Este ejercicio de respiración lo mantuvieron durante 18 minutos, al cabo
de los cuales los participantes mostraron un mejor estado de ánimo.
El autor de este estudio, Jan M. Burg, llegó a la conclusión que
practicar esta técnica puede ayudar a prevenir la depresión,
principalmente porque esta forma de respiración plena hace que la gente
logre desconectarse de sus obsesiones disfuncionales, que representa el
principal factor de riesgo para la depresión.
Lo fácil que resulta practicar este ejercicio hace que cualquiera lo
pueda realizar en cualquier momento del día sin alterar sus funciones
habituales.
Hay que sentarse cómodamente y respirar con naturalidad observando con
todo detalle la entrada y salida del aire por la cavidad nasal, el pecho
y finalmente el abdomen.
Concentrar la atención en la respiración impide que la mente divague,
por lo tanto, cada vez que la atención se desvía de la respiración hay
que tratar de volverla a ella sin ser demasiado exigente consigo mismo.
Al principio resulta algo difícil mantener la atención, pero luego de
alguna práctica se puede lograr estar bastante tiempo concentrado en la
propia respiración; lo ideal sería llegar a alcanzar los veinte
minutos.
Este hábito puede ayudar a recuperar el estado de calma ante una
situación de estrés, estar tranquilo antes de hablar en público o
serenarse en una situación importante, o sea mantenerse más lúcido y
atento en toda circunstancia y mejorar el rendimiento y la calidad de
vida.
Malena
Fuente: “Mente y Cerebro”; No.56/2012; “Terapia de Inspiración”