El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad (como la agorafobia y la fobia social) caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas, denominadas compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad asociada. El TOC está recogido dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV).
El descubrimiento de que algunos fármacos son eficaces en el
tratamiento del TOC ha cambiado el punto de vista que se tenía de este
problema neurológico. Hoy no solo existen terapias eficaces, sino que
también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que
producen este problema neurológico y una búsqueda de nuevos
tratamientos.
Una persona con TOC se da cuenta de que tiene un problema.
Normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta. Los
pacientes suelen sentirse culpables de su conducta anormal y sus
familiares pueden enfadarse con ellos porque no son capaces de controlar
sus compulsiones. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden
aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o, incluso,
colaborar en sus rituales (acción que se considera contraproducente).
Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad1 pudiendo producir una importante discapacidad: la OMS
lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una
prevalencia del 0,8 % en los adultos y del 0,25 % en niños y
adolescentes, y entre las 5 enfermedades psiquiátricas más comunes.2
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