Aunque suena como un juego de palabras, sí son dos tipos de
ejercicio diferentes. Además, si haces ejercicio frecuentemente,
seguramente ya forman parte de tu rutina sin que lo hayas notado. Sigue
leyendo para que te enteres.
Los ejercicios aeróbicos son el tipo de ejercicio
más conocido, o por lo menos cuyo nombre escuchamos más frecuentemente.
Sí, son lo mismo que las clases de aeróbicos que dictan en el gimnasio o
en los parques de tu ciudad; y también son lo mismo que los ejercicios
cardiovasculares que recomendamos los médicos y los gimnasios. Pero,
¿qué son realmente? La explicación está en su nombre: aeróbico quiere
decir “con oxígeno”. Esto significa que son ejercicios que están
diseñados para aumentar la circulación de oxígeno en tu cuerpo.
¿Cómo lo hacen? Muy sencillo. La principal característica del
ejercicio aeróbico es que se hace de forma moderada pero continua. Así
tu ritmo cardíaco aumenta haciendo que tu corazón bombee con más fuerza
la sangre por todo tu cuerpo oxigenándolo. También por ese motivo son
ejercicios buenos para la salud del corazón, para la circulación y para
los pulmones. Se recomienda que muevas los grupos de músculos largos sin
hacer demasiada fuerza, para que puedas durar bastante tiempo haciendo
este ejercicio con el fin de calentar el cuerpo, sudar y quemar
calorías.
Todo eso sucede cuando haces los aeróbicos en los que trotas y saltas
durante media hora, o te vas a la zona cardiovascular del gimnasio a
usar la trotadora, la bicicleta o la máquina elíptica. El caminar,
trotar, montar bicicleta, bailar, remar, nadar, esquiar… también son
ejercicios aeróbicos.
Los ejercicios anaeróbicos, son lo contrario. Como
su nombre lo dice, son ejercicios “sin oxígeno”. ¡Pero eso no quiere
decir que debes hacer estos ejercicios sin respirar! Ese nombre
significa que el objetivo de estos ejercicios no es el de oxigenar tu
cuerpo, y por lo tanto no están enfocados a aumentar tu ritmo cardíaco.
Al contrario, estos ejercicios están diseñados para fortalecer tus
huesos y tus músculos, y tonificar tu cuerpo.
¿Cuáles son? Nada más y nada menos que los ejercicios de
fortalecimiento, especialmente los que incluyen pesas, y los ejercicios
de flexibilidad, como estiramientos (“stretching” como se le llama en
inglés), abdominales, Pilates, yoga, tai chi, etc. Al hacer estos
ejercicios tienes que hacer un esfuerzo muscular y corporal más fuerte
en un tiempo más corto y de una forma más lenta; y puede ser que no te
hagan sudar tanto, pero tus músculos y tus huesos sí sentirán el
esfuerzo.
Aunque son dos tipos de ejercicio diferentes, ninguno es mejor que el
otro. Por eso es importante incluir ejercicios aeróbicos y ejercicios
anaeróbicos en tu rutina diaria, pues los dos cumplen objetivos
completamente diferentes que hacen que tu actividad física sea integral.
Por ejemplo, cuando haces una clase de aeróbicos en el gimnasio, es
muy común que la primera parte sea puramente de ejercicios aeróbicos,
pero que al final terminen con una tanda de ejercicios anaeróbicos
haciendo estiramientos de los músculos antes de que se enfríen. O cuando
tienes una rutina de levantamiento de pesas, generalmente es importante
que hagas 30 minutos de ejercicio cardiovascular para calentarte antes
de trabajar directamente con tus músculos.
Sin embargo, cuando tienes un objetivo específico que quieres lograr,
es mejor que insistas más en un tipo de ejercicio que en otro. Si
quieres bajar de peso o mejorar tu salud cardiovascular, lo mejor son
los ejercicios aeróbicos. Y si lo que quieres es tonificar tu cuerpo y
desarrollar músculos, lo mejor son los ejercicios anaeróbicos.
Tu médico o el instructor del gimnasio sabrán recomendarte cuál es el
tipo de ejercicio que más te conviene para lograr lo que deseas.
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