Fracasar en nuestros propósitos es una experiencia dolorosa que a
veces nos impide buscar los motivos dentro de nosotros mismos y esa
actitud obstaculiza nuestro aprendizaje y crecimiento.
Gastamos muchas energías en preguntas inútiles sobre el por qué de
los fracasos, nos enojamos con nosotros mismos y con los demás, tratamos
de buscar a alguien para echarle la culpa, porque no nos podemos
convencer que fue un error nuestro que tenemos que capitalizar para
cambiar.
El desarrollo de una idea
no es un camino recto sino lleno de obstáculos, de idas y venidas, de
avances y de retrocesos y no es raro que sea necesario comenzar de otra
manera desde el principio; y a través de esa senda serpenteada en la que
tropezamos constantemente y que nos sirve para aprender y para
encontrar la verdadera ruta, llegamos a lograr nuestros objetivos.
Un emprendimiento exige una gran cantidad de correcciones para su ejecución, porque las ideas son aproximaciones a la verdad y pueden no coincidir con los vaivenes del mercado.
A veces, muchos se aferran a un proyecto
ideal sin conocer hacia dónde se dirige el consumo, sin tener noción de
las necesidades del contexto, sin haber hecho un estudio que refleje la
eventual demanda.
Aferrarse a las ideas es dejar de lado la realidad que es la única
verdad y si sobreviene el fracaso correr el riesgo de quedar bloqueado
para poder seguir adelante.
Sin embargo, a pesar del bloqueo y la confusión, la respuesta de
todos nuestros interrogantes cuando fracasamos está dentro de nosotros
mismos.
El malestar que producen los fracasos puede servirnos para crecer, conocernos mejor y cambiar para mejorar.
Un fracaso nos obliga a replantearnos nuestros objetivos y también la
forma de conseguirlos. Es una herramienta eficaz para esclarecer la
mente y lograr una mejor comunicación con uno mismo.
El dolor del fracaso no es tanto por la pérdida de autoestima que
representa para la mayoría sino por la opinión que puede suscitar en los
demás, porque suele ser más importante el “qué dirán” que lo que piensa
uno mismo.
Las personas exitosas suelen tener muchos fracasos antes de tener
éxito, pero los fracasados no tienen ninguno porque ni siquiera lo
intentan.
Deepak Chopra afirma que una idea viene acompañada de lo que
necesita para su ejecución, sólo hay que saber mirar y tener confianza
en uno mismo y en el proyecto.
Tenemos una oportunidad de aprender cuando admitimos que hemos cometido un error, porque si no lo admitimos no podemos corregirlo.
El fracaso no es un error irreparable, es la forma de darnos cuenta de qué es lo que tenemos que cambiar para poder avanzar.
Las personas exitosas no se rinden frente a los fracasos y siguen adelante haciendo los cambios necesarios, sin mirar atrás.
El que fracasa es porque se atrevió a asumir un riesgo, pero si está
preparado para correr riesgos también tiene fortaleza para aceptar el
fracaso y volver a empezar.
Todo lo que nos resulta desagradable está evidenciando la necesidad
de cambiar y sentirse vencido es creer que sólo hay una forma de seguir
adelante y que si ésta no funciona no hay otra. El fracaso es parte de
un proceso y no un resultado y hay que aprender de él.
Para ganar, primero tenemos que saber fracasar y luego salir del error por nuestros propios medios.