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Sunday, August 17, 2014

Estudios científicos sobre el Efecto Mozart (Wikipedia)


En 2003 la revista Nature publicó una investigación de la Universidad de California que reforzaba la idea concluyendo que sólo diez minutos de una sonata para piano de Mozart bastaban para mejorar nuestro razonamiento espacial.

En 2007 un reporte publicado por el Ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».2

En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3.000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.1

En uno de los últimos números de la revista Journal of The Royal Society of Medicine el Dr. J. S. Jenkins ha realizado una excelente recapitulación respecto al efecto Mozart. El efecto Mozart existe, pero hay que delimitarlo y estudiarlo con más profundidad. He aquí algunos hechos recientes:
  1. Usando ratas como animales de experimentación, tras escuchar la sonata K448, salieron más rápidamente de un laberinto que las expuestas a silencio o música minimalista.
  2. En cuanto a niños, tras 6 meses de clases de piano y aprender a tocar melodías simples (incluyendo a Mozart), mostraron mejores resultados en los tests espacio-temporales que otros niños que dedicaron el mismo tiempo a los ordenadores.
  3. No es la música de Mozart la única en producir esos efectos favorables. Algunas melodías contemporáneas también lo hacen, como ciertas composiciones del músico griego-americano Yanni, cuya música new age, analizada informáticamente, ha mostrado poseer una estructura similar a la de Mozart.
  4. Las técnicas tomográficas y otras han mostrado que el cerebro humano utiliza diversas zonas para procesar la música. El ritmo y el tono tienden a procesarse en el lado izquierdo; el timbre y la melodía en el derecho. Las zonas que corresponden a tareas espacio-temporales se superponen a las musicales, por lo que el profesor Jenkins afirma que «la audición musical podría estimular la activación de las zonas cerebrales relacionadas con el razonamiento espacial».
  5. El principal y más claro efecto Mozart, con la sonata K448, ha sido su gran acción disminuyendo la actividad epileptiforme en un gran número de pacientes con diversos grados de gravedad de episodios epilépticos.
  6. ¿Cuál es el componente mágico del efecto Mozart? Los potentes análisis realizados informáticamente sobre la naturaleza de la música de varios compositores ha mostrado que la que posee propiedades sobre el razonamiento espacial o la epilepsia, como la de Mozart y Bach, posee una «periodicidad de largo plazo», que no tiene el resto de música sin efecto. Ello consiste en formas de ondas que se repiten regularmente, pero espaciadas.
  7. En algunos países europeos, como Gran Bretaña, una persona de cada 130 sufre epilepsia. Un estudio realizado sobre 39 pacientes con epilepsia severa, midiendo sus ondas cerebrales, reveló que la audición de la música de Mozart redujo significativamente la actividad epiléptica en 29 de ellos. En bastantes pacientes, la presencia de ondas epilépticas se redujo a la mitad de tiempo. Al interrumpir la música la mayoría de los efectos favorables disminuyeron.
  8. Lo más llamativo del efecto Mozart es la disminución de los episodios epilépticos. Para comprobar también si se dan consecuencias a largo plazo a una niña de 8 años que sufría episodios epilépticos durante el tiempo diario que estaba despierta se le hizo que escuchase la sonata K448 de Mozart durante 10 minutos cada hora. El número de episodios se redujo desde 9 en las primeras 4 horas.
En 2013, el biólogo Nicholas Spitzer de la Universidad de California cuestionó la existencia del efecto Mozart a partir de sus interpretaciones de un estudio que dijo que no se mostraba ningún efecto en la actividad o capacidad cerebral por escuchar música de Mozart.3

Link: http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Mozart

Wednesday, January 29, 2014

The Brain on Music (The Mozart Effect)


Have you ever used music at work to jack up productivity or change your mood? Interestingly some rhythms. such as baroque, induce enzymes in the brain and add amazing well being and focus.  Other tunes leave you punchy … and unable to focus. Has it happened to you? 

Music holds an immensely powerful influence over the brain and yet few workplaces  benefit from addictive musical sounds. Listen to inspirational music and calm your thinking to see how it works. Or ratchet up brainpower with Makeba’s, Pata Pata. Then read on to discover what research could offer your day.

Across genres, you’ll find that music puts you in touch with your inner beliefs and desires and the cadence can create an amazing mental landscape for you to read, relax or reflect on your day.

Or it can make you moody, edgy and anxious. How so? Music shifts your brain waves that control how neurons talk to one another. Watch the visible shift happen for people in this video.

Start with your favorite tunes from Psychologist Don Campbell’s list here and tell us how music alters your mental states. In his book The Mozart Effect, Campbell shows the following results for listeners:



Gregorian chant creates quiet in our minds and can reduce stress.

Slower Baroque music, such as Bach, Handel, Vivaldi or Corelli, can create mentally stimulating environments for creativity and new innovations.

Classical music, such as Haydn and Mozart, often improves concentration and memory when played in the background.

Romantic music, such as Schubert, Schumann, Tchaikovsky , Chopin and Liszt, enhances our senses and increases a sense of sympathy and love.

Impressionist music, such as Debussy, Faure and Ravel, can unlock dreamlike images that put us in touch with our unconscious thoughts and belief systems.

Jazz, blues, soul or calypso music can uplift and inspire us, releasing deep joy or even deep sadness, conveying wit and affirming our common humanity.

Salsa, rhumba, merengue and any form of South American music sets our hearts racing, gets us moving, both relaxing us and awakening us at the same time.

Big band, Top 40 and country music engage our emotions and comfort us.

Rock music, from Elvis Presley to the Rolling Stones, stirs passion and activity, and so can release daily tensions. Rock can also mask pain and cover up unpleasant noises. It also has the power to create dissonance, stress or physical pain if we are not in the mood for energizing.

Ambient or New Age music such as Stephen Halpern and Brian Eno has no dominant rhythm, so it elongates the sense of space and time, inducing a state of relaxed alertness.

Heavy metal and hip-hop music excites our nervous system, and sometimes leads us into acting out dynamic behavior and self-expression.

Religious and sacred music such as hymns and gospel moves us to feel grounded in the moment, and leads to deep peace and spiritual awareness. Sacred music often helps us to transcend pain.

Consider what tomorrow could bring at work if you swing a bar or two of mental and musical acumen into a project today. It’s also fun to match the music with the moment and watch what you learn


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