El teléfono móvil ha entrado con fuerza en nuestras vidas y se ha convertido en un aparato casi imprescindible. Para un uso adecuado del mismo se deben seguir algunas reglas elementales:
El móvil, como cualquier teléfono, se debe utilizar sólo cuando sea necesario.
Debe estar desconectado en lugares públicos como el cine, el teatro, un concierto, en misa, etc.
No hay que esperar a que suene la primera vez para desconectarlo, sino que es una precaución que hay que tomar de antemano.
La melodía del móvil debe ser discreta (nada de "Correcaminos", o "Que Viva España"), y su volumen debe ser el adecuado para que pueda ser oído por su propietario, sin que sea necesario que se oiga a 100 metros a la redonda.
Cuando uno mantiene una conversación por el móvil debe tratar, en la medida de lo posible, de retirarse a un lugar apartado.
Si en una reunión, un almuerzo, etc. uno recibe una llamada tratará de que la conversación sea breve y si fuera posible quedará en devolverla más tarde. Lo que no es admisible es estar 10 minutos hablando y el resto de los presentes esperando.
No se deben mantener conversaciones acaloradas, ni amorosas, ni de temas confidenciales en público.
El aparato debe ser lo más sencillo posible. Sólo la gente joven se puede permitir el capricho de tener móviles de colores vistosos, chillones, etc.
Es absolutamente rechazable mantener conversaciones sobre móviles (salvo que uno sea representante comercial de un fabricante de estos aparatos). Hoy en día es un tema de conversación muy frecuente en cenas, reuniones de amigos, etc.:
"Mi móvil pesa menos, pero el tuyo tiene más cobertura. El mío es el último modelo de Nokia D-500.SF que lleva incorporado un mechero. Pues el mío es un prototipo Ericsson, con tenología WASP, que funciona con baterías de cadmio y que ya no pesa, sino que flota."
El móvil se puede llevar en cualquier sitio excepto colgando del cinturón, como si se tratara de un revólver (si no hay otro sitio para llevarlo, mejor dejarlo en casa).
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