Hay normas de elegancia generalmente aceptadas, si bien comenzamos a entrar en un terreno muy subjetivo.
El tema es tan amplio que sólo vamos a comentar algunos patrones generalmente aceptados de la vestimenta masculina, ya que en el caso de la mujer la creatividad no tiene límite, siendo lo más importante el conseguir crear un estilo personal propio.
El hombre debe tener presente:
Con traje azul marino se debe llevar zapato negro (de cordones, aunque también son aceptables los mocasines) y calcetín azul marino o negro.
Con traje gris, el zapato debe ser marrón o burdeo y el calcetín del mismo color.
Traje beige o verde-caqui: zapato y calcetín burdeo.
Conviene recordar que el calcetín siempre debe ser más oscuro que el traje.
Las camisas más elegantes son las de doble puño, para llevar pasadores (discretos) y por supuesto sin bolsillo. Es opinable si deben llevar las iniciales grabadas (particularmente entendemos que no). El color de la camisa debe combinar con el del traje: hay miles de opciones, pero entre las más tradicionales podemos destacar:
Traje azul marino: camisas lisas de color celeste o blanco; camisas blancas con rayas finas de color azul marino.
Traje gris: camisas lisas de color celeste, blanco, beige claro, rosa pálido; camisas blancas con rayas finas de color burdeo.
Traje beige: camisas lisas de color celeste o beige claro.
Traje verde-caqui: camisas lisas de color beige claro o rosa pálido.
En todo caso, hay que tener presente que la camisa siempre debe ser de color más claro que el traje.
La corbata es el elemento más personal de la vestimenta masculina y donde uno se puede permitir un cierto toque de atrevimiento. En todo caso, debe combinar con el color del traje y el de la camisa.
Hay que ir renovando la colección de corbata y ésta debe estar inmaculadamente limpia, especialmente su nudo que tiende a ensuciarse.
La corbata debe llegar hasta el cinturón, queda un tanto ridículo que cuelgue en exceso o que se quede corta.
El pisa corbata está ya pasado de moda.
En todo caso, tanto con traje como con prendas informales, hay que respetar tres máximas:
No llamar la atención.
Evitar excentricidades (hay que ser un auténtico experto en el vestir para poder permitírselas).
No ser presuntuoso.
Por último, basar el vestuario exclusivamente en grandes marcas (Hermes, Lotusse, Rolex, etc.) sólo denota una ausencia preocupante de iniciativa y de personalidad.
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