Un ensayo es un tipo de texto en el que el autor interpreta un tema
de su elección y, normalmente, defiende una postura mediante una serie
de argumentaciones o demostraciones. Su longitud es libre y varía mucho;
desde un breve artículo -muy propio de la prensa escrita- hasta un
libro de cientos de páginas.
Al contrario que una tesis de investigación de ámbito académico, el
ensayo no requiere que el autor sea un experto en el tema tratado, ni
tampoco que documente cada una de sus afirmaciones con tesis
bibliográficas. No obstante, que el autor conozca profundamente el tema
tratado, y que se preocupe por asentar sus aseveraciones en sólidas
bases conceptuales hará del ensayo un texto mejor, como es lógico.
Independientemente de su longitud, el ensayo debería dividirse en al
menos tres grandes partes. Primero, una introducción en la que se haga
mención del tema a tratar, de la perspectiva a tomar, de la posición a
defender y, muy recomendablemente, de la necesidad del propio ensayo.
Convencer al lector de la utilidad del texto en estas primeras líneas es
siempre una buena manera de asegurarse que siga leyendo. Se le puede
atraer mediante el conflicto: presentando datos, estadísticas o
argumentaciones que atestigüen la necesidad de establecer una postura
respecto al tema a tratar, o de cualquier otra manera, pero teniendo en
cuenta la naturaleza muchas veces efímera de este tipo de textos, hay
que darle mucha importancia a atrapar al lector, que de otro modo puede
no quererse imbuir en el resto del texto; como dicen los expertos,
“nunca hay una segunda oportunidad de crear un buena primera impresión”.
Posteriormente se introduce la parte principal del ensayo, que es el
desarrollo. En esta sección se detallarán, uno por uno, todos los
argumentos que apoyen la tesis principal, en el orden que el autor crea
más oportuno. Es conveniente, ya que el ensayo no cuenta con la solidez
argumentativa de la tesis académica, apoyarse en ejemplos y todo tipo de
estadísticas -si es que es posible- para apoyar de forma externa los
argumentos defendidos. Un estilo elocuente ayudará a convencer al
lector.
Por último, el ensayo habrá de cerrarse con una conclusión
que vuelva a recordar el argumento principal, apoyado esta vez por el
bagaje argumentativo desarrollado durante la parte principal del texto.
Nuevamente, un final elocuente, original y sonoro ayudará a dejar en el
lector un buen sabor de boca, y la sensación de haber leído un texto entretenido y enriquecedor.