"El valor no es la ausencia del miedo, sino el miedo junto a la voluntad de seguir."
Las actuales circunstancias históricas mundiales que muestran en general una realidad con recesión económica, falta de seguridad,
incremento de la violencia, amenaza de inflación y desempleo; producen
en el hombre moderno una gran incertidumbre que contamina sus hogares,
perturba la convivencia familiar y hace fracasar sus relaciones.
Todos estos factores producen estrés crónico y expone a las personas a sufrir enfermedades cardiovasculares.
Estos indicadores de sobre estimulación social,
reciben el nombre de estresores psico sociales, porque dificultan
cumplir con las expectativas imaginarias o reales que se reciben del
entorno social y exigen una adaptación al cambio.
Los estresores sociales son los factores emocionales que surgen
frente a los estímulos; como el enojo, los disgustos, la angustia, el
temor, y las presiones ocasionales o habituales; y la falta de
adaptación entre la realidad y las expectativas produce distres.
El distres consiste no sólo en la falta de armonía de la
relación que debe existir entre el cerebro y el sistema cardiovascular,
sino también es el resultado del desajuste del equilibrio psicológico,
que genera pérdida del control emocional, de la identidad y de la
autoestima, sentimiento de aislamiento, descontento laboral y familiar, depresión y ansiedad.
Los factores externos que producen estrés psicosocial derivan de un
marco familiar poco sólido y de un status laboral exigente y poco
estimulante, que agregado a las características de una personalidad tipo
“A” crean las bases necesarias para el desarrollo de un carácter
irritable e iracundo, típico de personas propensas a sufrir un problema
coronario; y también pueden generar ataques de pánico y depresión.
Si a todos estos factores se le suma una alimentación inadecuada,
hábitos sedentarios y alguna adicción, a las bebidas, el cigarrillo o
las drogas, se eleva considerablemente la posibilidad de sufrir una
descompensación vascular.
Por esta razón, estos cuadros deben ser tratados en forma
multidisciplinaria, por un lado deberán recibir por parte de los
especialistas cardiólogos el tratamiento farmacológico específico, la
recomendación de una práctica regular de ejercicio físico y una dieta
equilibrada; y por otro deberán ser atendidos los aspectos psicológicos
desequilibrados con técnicas basadas en la neurofisiología y en las
neurociencias, a través de una terapia cognitiva, para el aprendizaje de
nuevos hábitos de comportamiento y la eliminación de los antiguos.
Estas técnicas llegan a modificar patrones de conducta que
generaban resistencia frente a los hechos e impedían cambiar de
perspectiva, permitiendo a los pacientes darse cuenta que si les es
imposible modificar los acontecimientos, lo único que pueden hacer es
cambiar de punto de vista, o sea viendo las cosas desde otro ángulo y
ampliando el campo de su percepción.
Estas personas tendrán que cambiar el orden de sus prioridades y
algunos valores relativos a las circunstancias, o sea aquellos que se
pueden cambiar según la etapa de la vida que se está transitando.
La vida nos impone a través de los años nuevos desafíos; y es
necesario no aferrarse al pasado tratando de adaptarse a la realidad
utilizando viejas fórmulas.
Para vivir plenamente es necesario aceptar la realidad y adaptarse a
las nuevas circunstancias de la vida, respetando las propias
limitaciones. Porque sólo cuando tenemos conciencia de las limitaciones
es cuando podemos trascenderlas.
Fuente: Magazine Baires Today, Dra. María Rosa Quartino.