Cómo olvidar las mariposas en el estómago de una
primera cita… O la cantidad de cosas aburridas que estoicamente se han
soportado por la persona amada… Ayudar a erizos a cruzar las calles para
que no los atropelle un auto o ir a ver "Sex and the City 2" son un par
de ejemplos, pero seguramente usted ya recordó algunos propios.
¿Y qué tal cuando descubrió que su pareja estaba
interesado (a) en otra persona? Los efectos del alcohol se sentían
todavía 48 horas después, ¿cierto? ¿Y cuando le dijeron: "no eres tu,
soy yo"? ¿Cuántos kilos perdió? ¿Con qué maquiavélico plan coqueteó para
vengarse?
Son reacciones naturales en esas circunstancias.
Pero, ¿por qué nos comportamos de esa manera? ¿Qué pasa en nuestro
cuerpo en esos momentos? ¿Es algo social y contemporáneo? ¿O se trata de
un proceso biológico ancestral?
"Enamorarse apasionadamente es algo que va mucho
más allá de un sentimiento. No se trata únicamente de un instinto
básico, es un proceso cognitivo, intelectual y sofisticado", afirma, en
conversación con BBC Mundo, Stephanie Ortigue, neuropsicóloga de la
Universidad de Syracuse, en Estados Unidos, quien se especializa en
ciencia cognoscitiva, electrodinámica cerebral y relaciones
interpersonales.
Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de
Rutgers en EE.UU., señala que en la atracción romántica actúan tres
factores: el impulso sexual, los sentimientos de apego profundo y el
amor romántico, que se manifiestan con "unas ansias intensas de lograr
una conexión emocional que va más allá de una relación sexual, una
fuerte motivación para conquistar a la persona que te atrae y que se
convierte en obsesión".
Cuestión de química
"Generalmente la persona se enamora de alguien
que se parece a sí mismo, que comparte su religión, valores e intereses,
que tiene un nivel educativo y una apariencia similar y proviene del
mismo entorno socioeconómico", le dice a BBC Mundo la antropóloga, quien
se dedica al estudio de la sexualidad humana y la formación de lazos
entre parejas.
No obstante, argumenta Fisher, hay cuatro
"personalidades biológicas" que determinan por qué unas personas se
sienten atraídas a otras; es lo que se conoce como química entre una
pareja.
Generalmente la persona se enamora de
alguien que se parece a si mismo, que comparte su religión, valores e
intereses, que tiene un nivel educativo y una apariencia similar y
proviene del mismo entorno socioeconómico. - Helen Fisher
La primera "personalidad biológica" incluye a
gente que tiene altos niveles de dopamina, que se caracteriza por ser
creativa, curiosa, arriesgada, energética, espontánea y flexible. Estos
se sienten atraídos por quienes posen las mismas particularidades.
La segunda está integrada por aquellos que son
sociables, tranquilos, ordenados, meticulosos, prudentes, tradicionales,
que siguen las reglas y respetan la autoridad, lo que indica que poseen
mucha serotonina. Ellos se fijarán en individuos que exhiban los mismos
rasgos.
"Sin embargo, en las últimas dos, en las que
predominan elevadas cantidades de testosterona o de estrógeno, ocurre lo
contrario. Al primer grupo se le identifica porque son directos,
decisivos, tercos, analíticos, escépticos y buenos con los números. Al
segundo por ser idealistas, emotivos, intuitivos, dulces, fácil de
tratar y buenos para comunicarse con los demás", señala Fisher.
Así, quienes tienen mucha testosterona buscarán a quienes tienen mucho estrógeno. Y viceversa.
¿La clave del éxito en una relación?
Según la neuropsicóloga Ortigue, el área del
cerebro que se encuentra sobre la oreja izquierda juega un papel crucial
en el proceso de enamoramiento, pues allí se forma la imagen que la
persona tiene de sí misma.
"Si alguien tiene baja autoestima o algún tipo
de distorsión en cómo se percibe, probablemente terminará envuelta en
relaciones amorosas negativas. Desórdenes como la anorexia, por ejemplo,
reflejan como la persona maneja sus relaciones sentimentales. Por eso,
quienes se quejan de no poder encontrar a su 'media naranja' deberían
trabajar para mejorar lo que creen de sí mismas".
Fuimos diseñados para establecer lazos y
es muy hiriente que estos se rompan porque la persona en quien
confiaste y en quien creíste te falló. - John Cacioppo
La psicóloga también comenta que el éxito de una
relación amorosa tiene mucho que ver con la conexión íntima –no sexual
necesariamente- y personal que se comparte.
"Cuando sientes que tu pareja te complementa y
te hace ser una mejor persona, el amor crece. Pero en el momento en que
crees que ya no puedes aprender más de él/ella, o piensas que ya sabes
todo lo que tiene que ver con ese individuo, pierdes interés".
Y eso puede conducir a la infidelidad. "Buscas
entonces a alguien que empiece a preguntar cosas interesantes de ti y
viceversa. Te sientes atraído hacia esa persona, pero es un truco de tu
cerebro porque en realidad tu motivación es seguir creciendo
personalmente", indica Ortigue.
Cuando las cosas no salen bien…
La rabia, el dolor y el aislamiento se apoderan del individuo cuándo se siente traicionado porque pierde una parte de sí mismo.
"Fuimos diseñados para establecer lazos y es muy
hiriente que estos se rompan porque la persona en quien confiaste y en
quien creíste te falló", dice John Cacioppo, director del Centro para la
Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago en EE.UU.,
quien durante 20 años ha estudiado los efectos de la soledad y las
relaciones interpersonales.
Enamorarse no es sólo un instinto básico, es un proceso cognitivo y sofisticado.
Es entonces que en el cerebro se activan las
áreas del dolor, y las mismas zonas involucradas en el dolor físico se
manifiestan cuando la persona experimenta dolor emocional o social.
"Cuando la persona se siente sola –física o
emocionalmente- se deprime, sufre de insomnio, se estresa, puede
experimentar un aumento en su presión sanguínea y afectar la respuesta
de su sistema inmunológico. En el largo plazo puede incluso afectar su
capacidad cognitiva".
El proceso es muy similar cuando las personas
son rechazadas o cuando se separan. Estudios realizados sobre el tema
indican que las mismas áreas del cerebro que se activan cuando la
persona se enamora, y que generan adicción y ansías desesperadas de
estar con alguien, muestran actividad.
Esto quiere decir que, además del dolor que
genera la situación, el sujeto sigue sintiendo una intensa fijación por
quien no le corresponde.
"Las sensaciones que se experimentan en esos
casos son muy fuertes y no desaparecen con rapidez. Las personas están
heridas y quieren herir a otros, por eso no es nada agradable estar
cerca de ellas. Los individuos se deprimen y se aíslan, y eso se vuelve
contagioso", explica Cacioppo.
Del Australopithecus al siglo XXI
Todos estos procesos mentales y emocionales
ocurren inconscientemente. Los síntomas que la gente experimenta
obedecen a que el cerebro se pone en estado de alerta porque se siente
amenazado.
"Para nuestros ancestros, el peligro estaba en
que solos no podían sobrevivir al ataque de depredadores en medio de la
selva en la noche, por ejemplo. Por eso el cerebro desarrolló sistemas
de protección como la imposibilidad de dormir corrido y profundo. Estos
mecanismos permanecen en el cerebro en la actualidad, sólo que se
activan por otras razones, como la soledad", afirma Cacioppo.
Fisher coincide con lo que ambos describen como
"tiempo evolutivo". "El proceso mental que se activa cuando una persona
se enamora es extremadamente poderoso, evolucionó hace millones de años y
es importante porque permite que el individuo concentre sus energías en
la pareja de apareamiento más conveniente".
La antropóloga señala que la prueba de que
nuestro comportamiento actual es como el de nuestros ancestros es que
las áreas que se activan cuando una persona se siente atraída hacia otra
están debajo de la corteza cerebral más reciente que desarrolló el ser
humano y es una de las más profundas en el cerebro.
Ambos especialistas señalan que, además, los
procesos que han estudiado y les han permitido llegar a estas
conclusiones están presentes en otros mamíferos.
Después de todo esto, al parecer en el amor hay mucha más ciencia de lo que se piensa.