"Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas."
Las limitaciones de la vida
El hombre es la única especie que puede elegir y liberarse de
sus instintos, mientras que los animales viven en un mundo cerrado,
atados a ellos. Sin embargo, el hombre, como ser
social, no es libre de la responsabilidad de sus actos y de sus compromisos.
Toda figura de autoridad representa un límite que produce rebeldía,
porque el límite implica un impedimento que parece atentar contra la
libertad del hombre si no puede trascenderlo.
La
naturaleza
tiene sus límites, nos enfrenta a la certeza de la muerte, que es el
límite de la vida, y nos circunscribe dentro de los límites de nuestro
cuerpo y del espacio tiempo.
El hombre es un ser gregario, significa que vive en grupos. Esos
grupos se transforman en comunidades y finalmente en sociedades.
Cualquier grupo humano tiene sus limitaciones que son necesarias para
la normal convivencia. Para el hombre, el otro, es el primero de sus
límites.
El otro, coarta la libertad del hombre, porque todo lo que haga
autorizará a los demás a hacer lo mismo. Por lo tanto es necesario
abstenerse de hacer todo aquello que les pueda gustar pero que no les
gustaría que le hicieran a ustedes.
Para vivir en forma civilizada todo ciudadano de una sociedad tiene
que respetar sus deberes y hacer valer sus derechos y tener conciencia
que para vivir, tendrá que elegir entre una gran cantidad de opciones
pero no todas y que ése será su límite.
Cualquier figura de autoridad produce resistencia y nuestra libertad
nos obliga a discriminar si esa autoridad se aparta de las reglas de
convivencia y de las leyes de la vida y a cuestionarla si es necesario y
utilizar nuestro poder y capacidad para el cambio que favorecerá
nuestro crecimiento y desarrollo.
Cuando la rebeldía está orientada a proponer un orden más justo no es
transgresión, porque la transgresión es sólo el capricho sin fundamento
de traspasar los límites que no implica ni desarrollo ni crecimiento.
Los trasgresores son los que más necesitan de la autoridad y del límite por no tener ningún
proyecto propio.
La autoridad no anula los derechos ni la responsabilidad que tiene cada uno, sino por el contrario, los impulsa.
El autoritarismo, que se opone a la autoridad, necesita a la
masa dispuesta a someterse a su poder para gozar de dudosos beneficios y
seguridades a cambio de su responsabilidad individual.
En “Límites sanadores”, Anselm Grün, afirma que a veces, para
conocerse a uno mismo es necesario traspasar un límite, siempre que se
esté dispuesto a hacerse cargo de su acción.
La autoridad es un rol, no una jerarquía, es la encargada de poner las reglas y de hacerlas cumplir.
Lo único que no tiene límites para el hombre es la imaginación,
porque para la imaginación todo es posible; y es el desarrollo de la
imaginación la que nos permite ser creativos.
La creatividad tampoco tiene límites porque es la fuente inagotable de la sabiduría que nunca se agota.
Fuente: LNR.,5/12; “Diálogos del alma”; “Capitanes y marineros”; Sergio Sinay