Un
estudio realizado con escáneres cerebrales muestra cómo saltarse el
desayuno provoca horas más tarde que los alimentos grasos y ricos en
calorías sean más atractivos.
Los escáneres de 21 personas mostraron que el cerebro se veía más atraído hacia esos alimentos cuando no se había desayunado.
Y estos individuos consumían más durante el almuerzo.
Según los científicos, el hallazgo muestra el
desafío que representa tratar de perder peso, ya que dejar de comer hace
más atractivos a los alimentos calóricos.
Estudios previos ya han demostrado que el desayuno calma el apetito, dicen los nutricionistas.
Sin embargo, el doctor Tony Goldstone y su
equipo del Imperial College de Londres querían saber qué ocurre dentro
del cerebro y cómo esto altera la forma como una persona consume
alimentos.
Calorías atractivas
En el estudio participaron 21 hombres y mujeres de peso normal con un promedio de 25 años.
Para la investigación llevada a cabo durante dos
días, se les mostraron fotografías de alimentos ricos en calorías
mientras se les colocaba en un escáner de imágenes de resonancia
magnética funcional (MRIf) en la universidad.
Se les pidió que calificaran qué tan atractivos eran los alimentos, que incluían chocolate, pizza, vegetales y pescado.
"Tanto en los escáneres de los participantes como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo, encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más hambrienta" Dr. Tony Goldstone
En uno de los días, se pidió a los voluntarios
que no desayunaran antes del escáner. En el segundo día se les dio, una
hora antes del escáner, un desayuno de 750 calorías consistente de
cereal, pan y mermelada.
Los dos días después de los escáneres los voluntarios comieron un almuerzo en el que podían consumir todo lo que desearan.
Según los investigadores, saltarse el desayuno
provocó que el cerebro produzca una "predisposición" hacia los alimentos
ricos en calorías.
Los resultados del estudio, presentados durante
la conferencia Neurociencia 2012 celebrada en Nueva Orleans, Estados
Unidos, mostraron que cuando la persona no desayunaba el cerebro
cambiaba la forma como los sujetos respondían a los alimentos ricos en
calorías, pero no a aquellos bajos en calorías.
Los escáneres mostraron que la región del
cerebro que se cree está involucrada en la atracción a los alimentos, la
corteza orbitofrontal, se volvía más activa cuando el estómago estaba
vacío.
Además, los individuos que no habían desayunado comieron 20% más calorías cuando se les ofreció el almuerzo al final del día.
"Gravitación"
El ayuno prolongado, dicen los científicos,
parece crear una tendencia para que ciertas regiones del cerebro
"graviten" hacia este tipo de alimentos cuando la persona eventualmente
recibe comida.
"Tanto en los escáneres de los participantes
como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo,
encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más
hambrienta", dice el doctor Goldstone.
"Y esto incrementa el atractivo de los alimentos ricos en calorías y la cantidad que la gente come".
"Esto tiene sentido desde el punto de vista
evolutivo cuando la persona se encuentra en una situación negativa de
balance de energía".
"La persona no va a perder tiempo eligiendo una lechuga", expresa el investigador.
Y agrega que "una razón por la que es tan
difícil perder peso es porque se incrementa la atracción de los
alimentos ricos en calorías".
Por su parte, la doctora Catherine Hankey,
profesora de nutrición de la Universidad de Glasgow, Escocia, comenta
que la investigación muestra que el desayuno "calma el apetito" y que el
nuevo estudio ofrece información "interesante".
Según la experta, el desayuno está vinculado a
los niveles estables de azúcar en la sangre, lo cual nos mantiene
"disciplinados".
Los investigadores planean investigar en el futuro cómo la obesidad afecta este mismo sistema en el cerebro.