El vacío interior se manifiesta como depresión, con síntomas como
falta de motivación, desesperanza, carencia de proyectos, sensación de
extrañamiento, desasosiego, sentimiento de inseguridad y de temor a la
vida y ausencia de sentido de la existencia.
Este estado invade el pensamiento y lleva a una persona a pensar que
en la vida todo es negativo y que la realidad está al borde del colapso.
La realidad tiene dos aspectos, el negativo que es la nada, y lo
positivo que es todo. Sin embargo, en la nada se encuentra el germen
potencial del todo, porque se necesita llegar a tocar fondo para
animarse a volver a empezar.
Lo positivo es la vida misma que nos impulsa a unir los contrarios,
encontrarnos con nosotros mismos y ver todo como una unidad con
significado.
El vacío surge cuando se pone el empeño en vivir para afuera,
creyendo que la felicidad es algo que se puede comprar. Pero todos
sabemos que aún teniéndolo todo, la vida puede resultar vacía y sin
sentido.
Lo único que nos reconcilia con la vida es ser nosotros mismos, hacer
realidad la persona que somos y apasionarnos con nuestros propios
proyectos.
Solo podremos sentirnos bien cuando estemos haciendo lo que nos corresponde, que es aquello para lo que hemos nacido.
Cuando la vida de una persona se convierte solamente en un trabajo
bien remunerado, esa actitud puede llevarla a sentirse alienada y vacía
por dentro; y si llegara a perder ese trabajo también podría sentirse
perdida ella misma como persona.
A veces, perder un trabajo es la oportunidad que algunos necesitan para animarse a arriesgarse a ser ellos mismos.
La necesidad de seguridad nos hace vivir anestesiados y puede ocurrir
que sólo un suceso traumático nos despierte y nos lleve a aprovechar el
impulso del cambio.
Lo único que llena el vacío interior es sentirse bien con uno mismo,
hacer las cosas lo mejor posible, comprometiéndose, relacionarse con
amor, desinteresadamente, porque el otro es otro y no puede interferir
en mi vida que es única y distinta.
La diferencia que más distingue a las personas es la actitud positiva
hacia la vida, de absoluta entrega y aceptación, y la disposición
necesaria para cumplir el propio destino.
Se puede lograr desarrollar esta actitud buceando en el interior de
uno mismo, tratando de despojarse de modelos ya hechos y sin necesidad
de hacer sufrir a nadie.
Esta es una tarea que todos nos debemos a nosotros mismos, que no podemos eludir si no deseamos sentir vacío existencial.
Tener tiempo para uno mismo es necesario, porque cuando permanecemos
siempre conectados a algo, nos alienamos y perdemos la conciencia de
nosotros mismos, nos confundimos con los otros, con los proyectos de
otros, con la vida de los otros.
Tenemos que rescatar lo esencial de nosotros mismos, porque es lo que
permanece siempre y no cambia y lo que nos permite reconocernos a
través del tiempo.
Necesitamos tener conciencia de la importancia de las cosas que
hacemos automáticamente, con el piloto automático, permitiendo que la
vida pase al lado de nosotros sin que nos demos cuenta.
Nuestros estados de conciencia positivos se contagian, producen el
mismo efecto que una piedra al caer al agua: ondas positivas que se
esparcen en todas direcciones hasta inimaginables distancias.
Nuestra forma individual de pensar puede cambiar al mundo, porque
volverse hacia adentro significa poder conectarse con el inconsciente
colectivo y nos da la oportunidad de compartir lo más genuino que
llevamos dentro con los demás, relacionarnos mejor y trabajar en común
uniendo esfuerzos.
El vacío interior de la depresión, es un abismo muy profundo que sólo se llena con amor.