La conducta abúlica de los adolescentes muchas veces no obedece a que
no encuentran algo de su interés y estén aburridos sino a que están
deprimidos.
La etapa adolescente conlleva una serie de situaciones de cambio que hay que afrontar y que no todos pueden lograr con éxito.
El hecho de tener un comportamiento retraído en exceso, de mostrarse
preocupado, de sentirse temeroso al extremo y aislado pueden ser los
síntomas que enciendan la señal de alarma.
Porque la ansiedad está asociada a la depresión, que es una
enfermedad, y como tal hay que tratarla convenientemente lo antes
posible, para evitar la caída en la adicciones y hasta frecuentemente en
el suicidio.
El adolescente afectado está preocupado e invadido de pensamientos
pesimistas que no tienen fundamento y la razón no es tanto externa sino
interna; un mundo interno con un conflicto sin resolver que se vuelve
día a día más amenazante.
Influyen varios factores para que se desarrolle este trastorno
que muchas veces se suele confundir con un estado pasajero. La
historia familiar,
es decir, los antecedentes genéticos; las características de su
entorno, que incluye su ambiente social y sus familiares directos, su
personalidad y su estado emocional que incluye sus circunstancias sus
creencias y sus sentimientos.
Es importante solicitar la ayuda
de un profesional para realizar una terapia individual o grupal para
que el adolescente pueda reconocer cuál es el factor que interviene en
mayor medida para provocarle ansiedad y angustia, identificar las
situaciones que desencadenan ese estado de ánimo, aprender a controlar
sus pensamientos negativos para poder así liberarse y dominar su
comportamiento.
Los padres deberán asistir periódicamente a algunas sesiones donde el terapeuta tendrá la oportunidad
de enseñarles cómo deben ayudar a sus hijos sin extralimitarse,
dejándole el margen de libertad necesaria para vivir sus experiencias
personales, sin el temor al fracaso que a veces pueden ocasionar las
expectativas familiares demasiado ambiciosas.
Algunos padres tienen que saber que es mejor no hacer nada que hacer
demasiado, porque van a tener mejores resultados si aprenden a manejar
sus propias ansiedades y se animen a ver a sus hijos enfrentar solos las
dificultades.
Crecer es a veces doloroso pero es necesario. Alguna vez vamos a
verlos partir y estarán solos y es indispensable que antes que llegue el
momento del desprendimiento puedan entrenarse sanamente y aprender a
desenvolverse sin su ayuda.
Todas las adicciones tienen una base común y es la depresión, que se
caracteriza por la falta de confianza en si mismo, la baja autoestima,
el aislamiento, la abulia, la inacción, el insomnio y el abandono
personal.
La mejor ayuda es acompañar al adolescente en este proceso, sin intervenir ni asumir como propio el problema.
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