Sensacionalismo es un término periodístico peyorativo, que denuncia la manipulación informativa tendente a producir sensación, emoción o impresión.1 Es aplicable a todos los medios de comunicación (especialmente la prensa escrita, la radio y la televisión). También se utilizan otros términos: amarillismo o "prensa amarilla" y periodismo del corazón o "prensa rosa" (para los asuntos de escasa trascendencia objetiva, pero que despiertan gran interés entre el público, como la vida privada de personas famosas).
Los medios de comunicación sensacionalistas se caracterizan por difundir información polémica,
chocante o que llama mucho la atención, en perjuicio de otros asuntos o
de los aspectos objetivamente más importantes de tales asuntos. Es
común que en los medios de comunicación sensacionalistas se tienda a
vertir repetidamente información falsa o dañina. Los objetivos del
sensacionalismo son espurios para el periodismo: la obtención a toda
costa de mayor repercusión (audiencia o tirada), y por tanto mayores
beneficios económicos, o la manipulación de la opinión pública (con un
determinado propósito: empresarial, político, social o ideológico).
Esta forma de prensa popular se inició con la llegada de los periódicos New York Sun (1883) y New York Herald
(1885), que además de abaratar sus precios, editaba artículos de
interés humano tales eran como sucesos en las ciudades, casos
policiales, noticias de farándula y espectáculos. Más tarde en Argentina
nace el diario Crítica (1913), que se le atribuye a Natalio Felix Botana, éste tenía las mismas características que los anteriores.
El sensacionalismo también se puede dar en otros ámbitos, como la música. El sensacionalismo musical se concreta en las campañas publicitarias realizadas por parte de las discográficas para poner de moda a un grupo o artista, explotar su imagen y conseguir las mayores ventas posibles (a estos grupos o artistas se les suele catalogar como "comerciales" -música comercial-).