1601-1658. Escritor español.
El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.
Todo lo que realmente nos pertenece es el tiempo; incluso el que no tiene nada más, lo posee.
Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos.
Hase de hablar como en testamento, que a menos palabras, menos pleitos.
El más poderoso hechizo para ser amado es amar.
Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios.
Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona.
El no y el sí son breves de decir pero piden pensar mucho.
Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene.
La confianza es madre del descuido.
Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.
La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.
La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
Pon un gramo de audacia en todo lo que hagas.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
No hay peor sordo que el que no puede oír; pero hay otro peor, aquél que por una oreja le entra y por otra se le va.
¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?
Saber olvidar, más es dicha que arte.
Donde acaba el deseo comienza el temor.
A los veinte años un hombre es un pavo real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello; a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro; a los setenta, un mono; a los ochenta, nada.
No te pongas en el lado malo de un argumento simplemente porque tu oponente se ha puesto en el lado correcto.
Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa cuenta con eso.
Hay mucho que saber, y es poco el vivir, y no se vive si no se sabe.
Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos.
Para prevenidos no hay acasos.
Quien no tiene enemigos, tampoco suele tener amigos.
Son los ímpetus de las pasiones deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse.
Sólo vive el que sabe.
Visto un león, están vistos todos, pero visto un hombre, sólo está visto uno, y además mal conocido.
Ciencia sin seso, locura doble.
Es desgracia habitual en los ineptos la de engañarse al elegir profesión, al elegir amigos y al elegir casa.
Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros.
La retentiva es el sello de la capacidad.
La queja trae descrédito.
El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído.
Métense a quere dar gusto a todos, que es imposible, y vienen a disgustar a todos, que es más fácil.
Varón prevenido de cordura no será combatido de impertinencia.
La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas
La esperanza es un gran falsificador.
Lo bien dicho se dice presto.
No es necio el que hace la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir.
Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.
En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es.
El que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él.
No hay en el mundo señorío como la libertad del corazón.
Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.
Obró mucho el que nada dejó para mañana.
Más vale un grano de cordura que arrobas de sutileza.
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