Ross Edgley se propuso lograr que las personas establezcan una relación más sana con las balanzas.
"Lo que hice es peligroso y se llevó a cabo bajo
estrictas condiciones, habiendo consultado previamente a un doctor",
advirtió Ross Edgley, un deportista británico que utilizó su cuerpo para
realizar una prueba extrema, pero con un buen propósito: lograr que las
personas, en especial quienes realizan dietas, establezcan una relación
más sana con las básculas.
Edgley, quien también tiene el grado
de científico del deporte de la Universidad Loughborough, llevó su
organismo al límite y en 24 horas bajó más de 10 kilos. Eso sí, lo que
perdió no fue grasa, sino que agua, demostrando así que el peso corporal
no tiene que ver exclusivamente con un asunto de grasa.
¿Cómo lo
hizo? Tomando en cuenta que entre el 50 y el 70% del peso corporal de
una persona corresponde a agua, Edgley se empeñó en sacar de su cuerpo
la mayor cantidad de líquido que le fuera posible.
Así, el
deportista utilizó diuréticos naturales -como vitamina C y cafeína-, de
manera que si bebía sólo 100 ml de agua, iría al baño alrededor de 20
veces. "(Los diuréticos) no están recomendados a menos que la persona
sepa lo que está haciendo", se apuró a advertir, según publicó el "Daily
Mail".
Además, evitó consumir sal, ya que -explicó- ésta
promueve la retención de líquido. También sumergió su cuerpo en baños de
sal de Epsom, cuya característica principal es que trabaja
"succionando" toda la humedad del organismo.
Asimismo, Edgely
recurrió al sauna, gracias al cual su cuerpo transpiró y perdió líquido.
Igualmente, se envolvió con bolsas de basura y se puso cinco capas de
ropa encima, para realizar ejercicios y sudar más.
También
modificó su alimentación, eliminando los carbohidratos. "Los
carbohidratos se almacenan en los músculos bajo la forma de glucógeno
muscular, el cual pesa 18 gramos por kilo de músculo. De esta manera, al
reducir el consumo de ellos y además hacer ejercicios para agotar los
que ya están en el cuerpo, se puede reducir drásticamente el peso",
explicó.
Tips para el uso correcto de las pesas |
No
es llegar y subirse a una, sino que para que la información que
entregan estos aparatos sea útil, hay que seguir algunas reglas, entre
ellas usar siempre la misma y de preferencia a primera hora de la mañana
cuando se está en ayuno. Asimismo, no debe mantenerse en el baño, ya
que la humedad puede descalibrarla. |
Lo
que sí consumió fueron proteínas y grasas, que no se almacenan como
glucógeno muscular, y multivitamínicos y suplementos en polvo, para
evitar la deshidratación y el agotamiento. "Lo que hice fue peligroso y
por eso era importante darle a mi cuerpo todo el apoyo suplementario
posible", dijo.
Una experiencia poco recomendable
Edgely
plasmó los detalles de su experimento extremo en un diario. Allí cuenta
que la noche antes de comenzarlo comió pizza, papas fritas y ensalada,
luego de lo cual se subió a una pesa que marcó 94,7 kilos.
"Comencé
mi día con un baño de sal de Epsom ridículamente caliente, junto a una
botella de 100 ml de agua mezclada con diuréticos", contó, y agregó que
aunque al principio estar bajo el agua se sentía "bastante bien", luego
empezó a sentirse débil. "Mi ritmo cardíaco se fue a las nubes y la sal
de Epsom hizo que los ojos me ardieran", describió.
Tras
recuperarse, el científico del deporte tomó como desayuno un preparado
alto en proteínas, minerales y vitaminas, pero muy bajo en agua y
carbohidratos. Y luego se dirigió al gimnasio, para subirse durante 45
minutos a una trotadora.
"Para empeorar las cosas, me vestí con
cuatro capas de ropa, y con mis brazos, piernas y cuerpo envueltos en
bolsas de basura para aumentar el sudor", dijo.
Durante las horas
siguientes, Edgely volvió a darse baños de sal de Epsom, tomar
preparados similares a los del desayuno e intentó comer un trozo de
carne, al que sólo pudo darle un par de mordidas. A las 18:30 horas, ya
llevaba 8 kilos menos.
Pero como su prueba aún no terminaba, tomó
150 mg de cafeína y fue nuevamente al gimnasio para subirse a la
trotadora, aunque sólo duró 30 minutos ya que se vio obligado a pararla
con el botón de emergencia.
Luego se dirigió al sauna, desde
donde salió sintiéndose "la mitad del hombre que era cuando empecé".
Además, su cuerpo ya casi no sudaba, porque no tenía de dónde sacar
agua.
Por la noche, a las 21:00 horas, se subió por última vez a
la pesa para que ésta le diera el veredicto final: 83,4 kilos. Es decir,
perdió casi 11 kilos en un poco menos de 24 horas.
"Sin perder
tiempo en encontrar mi ropa interior, corrí hacia mi bolso y agarré una
botella de cuatro litros de agua con multivitaminas y electrolitos",
relató. Y dos horas después ya había recuperado todo el líquido perdido.
Sin
embargo, Edgley reconoció que su experiencia fue horrible y aseguró que
no la repetirá. "Pero espero que ayude a demostrar que las variaciones
de peso que registran las balanzas de baño, tienen muy poco que ver con
la grasa corporal, así que bótenlas o no tomen en serio lo que dicen.
Pero sobre todo, nunca permitan que su dieta o autoestima sean
gobernadas por ellas", concluyó.