La mesa no es sólo un lugar para disfrutar de una exquisita gastronomía sino que es, y muy especialmente, un lugar de encuentro social donde la conversación juega un papel de primer orden.
En este sentido, en la mesa hay que respetar unas reglas básicas:
No se habla nunca con la boca llena (terminantemente prohibido).
Hay que participar en la conversación, sin tratar de monopolizarla.
El invitado debe permitir al anfitrión un cierto protagonismo.
Es importante saber participar en la conversación sin retrasarnos en la comida (que no nos tengan que esperar luego a que terminemos el plato).
Hay que conversar con los distintos comensales que nos rodean: no se puede uno limitar a hablar con uno de ellos ignorando al resto (por muy aburridos que nos resulten).
Hay temas "tabú" que se deben evitar. Entre otros:
Política
Fútbol
Religión
Sexo
No se debe prolongar una conversación en la que hay comensales que, por desconocimiento, no pueden participar.
La conversación debe ser variada, dando oportunidad a todos los invitados a participar.
El anfitrión debe jugar aquí un papel principal, proponiendo nuevos temas que tratar cuando la conversación vaya decayendo.
Si hay algún comensal poco participativo, el anfitrión debe proponer algún tema que de a este invitado la oportunidad de integrarse en la reunión.
La mesa no es un lugar para discutir, por lo que hay que evitar entablar disputas, siendo deber del anfitrión cortarlas del modo más educado posible.
Tampoco es la mesa el lugar para hablar del trabajo, dejando a muchos invitados totalmente fuera de juego.