La playa es un lugar de convivencia, donde coinciden multitud de personas. Ello exige la observancia de ciertas normas de comportamiento:
Las personas van a la playa buscando descanso y sosiego, por tanto, la norma básica será la de comportarse de tal manera que no altere en lo más mínimo la tranquilidad del resto de los presentes.
La higiene es fundamental: cuando uno se marcha de la playa, debe recoger absolutamente todo, dejando el lugar como si uno no hubiera estado.
A la playa se puede llevar una sombrilla, lo que no es admisible es montar una tienda de campaña como si se tratara de un campamento de refugiados.
El modelo de bañador según el gusto de cada cual, pero, en la medida de lo posible, que no esté reñido con la estética:
Si una mujer no tiene una figura demasiado agraciada, para que manifestarlo en público utilizando un mini-bikini, si un bañador le permitiría ocultar más desperfectos.
Entre los hombres cualquier tipo de bañador es admisible salvo el tanga "marcapaquete".
Si se quiere oir música hay que utilizar cascos o poner la radio a un volumen bajo, lo que no se puede es convertir la playa en una discoteca.
Los perros no pueden estar sueltos, por muy adorable que sea su dóberman o muy bonachón que le resulte su bull-dog (no espere a que se coma a un bañista para aplicar esta regla).
Si se quiere jugar a la pelota hay que apartarse a un lugar en el que no se moleste: no espere a darle un pelotazo a un veraneante antes de tomar esta sensata decisión.
Las motos de agua hacen un ruido insufrible, de ahí que quien las utilice deba adentrarse mar adentro para permitir que los veraneantes puedan seguir gozando de la ansiada tranquilidad buscada.
Hay que tener un cuidado extremo con cualquier embarcación cerca de la playa, uno se puede llevar a un bañista por delante sin darse cuenta.
Hay que evitar la fea costumbre de lavarse el pelo en el mar, como si uno estuviera en el cuarto de baño de su casa.
Uno debe controlar, en la medida de lo posible, su pasión amorosa y no darse un "revolcón" al lado del resto de veraneantes, dando a estos la oportunidad de aplaudir y comentar las jugadas más interesantes.
Y, por último, no sea un mirón: no devore con su mirada a la rubia del bikini.