"Huye de los elogios pero trata de merecerlos."
Si se presenta un revés, sufrimos estrés.
El estrés es la reacción normal del cuerpo frente a una situación
amenazante. Esta forma de estrés no afecta la salud, sino que ayuda a
preparar el organismo para defenderse del peligro.
Pero la vida moderna expone a la mayoría de las personas a continuos
desafíos que le provocan estrés crónico, un estado permanente de alarma
que produce alteraciones funcionales y orgánicas.
Es imposible liberarse de los problemas que surgen a diario en una
sociedad compleja; de modo que la única manera de enfrentar el estrés es
modificando la forma de reaccionar frente a esas situaciones no
deseadas, que muchas veces resultan inevitables.
Los síntomas del estrés son muchos y resulta difícil hacer un
diagnóstico diferencial porque esos mismos síntomas suelen ser comunes a
otras patologías.
Sin embargo, si se obtienen datos sobre la personalidad y la
actividad que desarrolla un paciente, se puede deducir si los trastornos
que sufre pueden deberse o no al estrés.
La depresión puede ser un síntoma de estrés, cuando una persona está abrumada por las obligaciones y cree no poder salir de esa situación; porque las creencias juegan un papel muy importante en la forma en que se viven los problemas.
Si alguien cree ser irremplazable, difícilmente pueda salir de una circunstancia que le produce estrés.
De irremplazables están llenos los cementerios, y sin embargo en poco
tiempo, esa tarea que realizaba el desaparecido que parecía
imprescindible, la puede hacer otro y muchas veces hasta mejor.
Quien cree que lo que hace, lo hace de la mejor manera posible se
equivoca, porque no hay una sola forma de hacer las cosas bien, hay
muchas; y alguna de ellas seguramente puede ser mejor.
La existencia del inconsciente colectivo nos permite inferir
que existen en el mundo muchas personas a quienes se les presentan las
mismas ideas
y las mismas formas de actuar en un momento histórico dado. Por lo
tanto, lo que no puede hacer uno lo hará otro, tal vez de la misma
manera o aún mejor.
El ego es el responsable del estrés, porque necesita el hacer más que
el Ser para mantener alta la autoestima, basada en la creencia, de lo
que creemos que piensa el otro de nosotros, por lo que hacemos.
Sin embargo, el desarrollo de la verdadera autoestima, o sea ese
sentimiento que reconcilia al hombre consigo mismo y otorga paz
interior, no pasa por el rendimiento personal, sino por quién Es uno,
qué actitud tiene, cómo se comporta y cómo se relaciona.
Otro síntoma del estrés es la hiperactividad, el sentirse acelerado
tratando de cumplir con la agenda llena de obligaciones autoimpuestas,
hasta quedar agotados.
Los trastornos digestivos como la dispepsia, el meteorismo, las
digestiones lentas, la acidez, el colon irritable, son síntomas de
estrés.
El apuro para ganarle al tiempo nos hace comer mal y rápido, sin
masticar adecuadamente, tragando entero y sin disfrutar de la comida que
en vez de ser un placer se convierte en un trámite más.
El estrés puede ocasionar también el estrechamiento de las arterias
coronarias, que pueden llegar a contraerse y endurecerse debido al
estrés, dificultando la circulación de la sangre y favoreciendo el
aumento de la presión arterial.
Es estrés puede producir enfermedades relacionadas con el sistema
endocrino alterando la secreción de hormonas y el funcionamiento de las
glándulas. Puede ser el detonante de la diabetes, la amenorrea(falta de
menstruación) o el hipotiroidismo.
El ataque de pánico y las fobias son síntomas característicos de
estrés, en personalidades con tendencias obsesivas, rasgos omnipotentes y
baja autoestima, que asumen demasiadas responsabilidades,
principalmente, para probarse a si mismos o probar a los demás lo que
valen.
Es estrés también produce insomnio; y es un factor que favorece la
obesidad, cuando se tiende a calmar la ansiedad con la comida.
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