Las
necesidades humanas son culturales y siempre crecientes, como vimos en
el primer tema, y una parte importante de ellas son de tipo económico,
es decir, para satisfacerlas se requieren bienes escasos.
La teoría económica supone
que el objetivo que persiguen las unidades de consumo, familias o
consumidores, es aumentar todo lo posible su bienestar mediante el
consumo de bienes y servicios: cuanto mayor es su consumo, mayor es el
grado de satisfacción y de bienestar de los ciudadanos en cualquier
sociedad. Ahora bien, el límite al consumo viene dado por el dinero disponible para comprar en el mercado, por la renta
de los consumidores. Teniendo en cuenta esta restricción, el consumidor
racional utilizará su presupuesto de forma que, dados unos precios de
los distintos bienes y servicios, y dadas sus preferencias o gustos,
consiga el mayor número de bienes y, por tanto, el mayor grado de
utilidad o satisfacción.
Reflexiona
sobre este supuesto de la teoría económica. ¿Realmente más consumo
significa más utilidad, es decir, más felicidad? ¿en nuestra sociedad se
cumple esta hipótesis? ¿ha sido siempre así?
Quizá esta imagen te ayude en la reflexión:
En cualquier caso, y aunque se trata de una hipótesis discutible, éstos son los supuestos básicos de la teoría económica acerca del comportamiento de los consumidores, asumiendo la Ley de los Grandes Números de
la teoría de la probabilidad, que garantiza que cuando una muestra es
suficientemente grande, su promedio esperado es muy próximo al de la
población total. Es decir, la Economía prevé el comportamiento racional
de la mayoría de los consumidores, de la masa, y no el de un individuo
concreto, que puede ser tan atípico como se quiera. Un
error que suele cometerse a menudo, es considerar que lo que hago "yo"
es lo que hacen el resto de consumidores, sin tener en cuenta que
nuestro comportamiento puede estar fuera de la media.
EL CONSUMO Y LA UTILIDAD
Si observamos con un poco más de detalle nuestra conducta como consumidores, podemos analizar cómo cambia la utilidad que obtenemos cuando consumimos un bien cualquiera. Con las primeras unidades de consumo, normalmente la satisfacción conseguida es grande. Pero si seguimos aumentando el consumo de ese bien, llegará un momento en que la utilidad sea cada vez menor, e incluso se convierta en insatisfacción o desutilidad.
Por ejemplo, una persona a la que le encantan los helados, disfruta con un buen cucurucho de su sabor preferido. Pero no contento con el primero, se toma otro que lo saborea con el mismo placer o más que el anterior. Sin embargo, a partir del tercer helado la satisfacción que recibe empieza a disminuir, y si se toma hasta seis helados probablemente tenga un cólico que le cree una gran insatisfacción.
Este hecho, que se repite para prácticamente todos los bienes en algún momento, significa que los seres humanos valoramos más aquello de lo que tenemos escasez que de lo que tenemos abundancia: si dispongo de muchos vestidos, los valoro menos que si tuviera sólo uno o pocos.
A este comportamiento se le llama la Ley de la Utilidad Marginal Decreciente, porque a partir de un determinado momento, cada unidad adicional de consumo genera una utilidad adicional o marginal para el consumidor cada vez menor.
El gráfico representa, mediante una curva decreciente, el comportamiento de la utilidad o satisfacción marginal que genera el consumo de una unidad adicional de cualquier bien.
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