"La realidad es un reflejo de tus pensamientos y tus creencias"
Vivimos
en una sociedad competitiva que considera al éxito la meta más preciada. Con ese valor como objetivo principal, el que
no logra éxito en lo que hace se considera un perdedor, un fracasado, aún
siendo una persona inteligente, de buena presencia, instruida, amada y sin
dificultades laborales.
La
experiencia de fracaso que siente gran cantidad de gente en esta época, se relaciona con las falsas expectativas, con las
ambiciones desmedidas o con el deseo de superar a ciertas personas
significativas de su entorno que forman
parte de su vida.
Una
persona es mucho más que lo que hace, sin embargo, las necesidades prácticas
hacen que a la hora de evaluar a alguien se priorice al hacer más que al Ser.
Las
personas se sienten fracasadas cuando no pueden alcanzar los objetivos que se
proponen y se comparan con su ideal de yo, modelo mental inconsciente, en
general muy sobrevaluado y exigente de lo que debería ser.
Esa
diferencia entre el yo y el ideal del yo, y la dificultad para conseguir altos objetivos,
generalmente inalcanzables, producen
continuas desilusiones, producto de la inmadurez emocional que es la que los
lleva a tener la necesidad de ser los más inteligentes, los más importantes,
los más perfectos, los más exitosos y los más aceptados socialmente.
Es
importante tener objetivos posibles para poder proyectarse en el futuro siempre
que el exceso de narcisismo no los malogre y que no se comprometa la autoestima
personal.
Por
lo general, las personas con baja autoestima tienden a interpretar las frustraciones
como fracasos, y no como estímulos para aprender y por otro lado, no les dan
ningún valor a sus logros.
Las
personalidades perfeccionistas tampoco llegan a sentirse nunca satisfechos de
sus logros y viven amargados con la sensación de no poder concretar nunca sus metas.
Sin
duda, la necesidad de competencia y de alcanzar objetivos demasiado ambiciosos
se relaciona con las experiencias infantiles.
Padres que los comparaban con otros niños, que los juzgaban severamente,
que los trataban como inútiles, transformaron a sus hijos en adultos que nunca
estarán satisfechos, y que inconscientemente continúan tratando de satisfacer
los deseos de sus padres, que por otro lado los convencieron que no podrían
llegar a hacerlo.
El
éxito se suele alcanzar luego de una gran cantidad de fracasos; atreviéndose a
ser quien uno es; asumiendo riesgos razonables; siendo flexible y capaz de cambiar según las circunstancias; compartiendo
los esfuerzos, reflexionando sobre la marcha sin miedo a equivocarse; y
desarrollando la creatividad sin dejarse llevar por las opiniones de los demás.
Pero
no hay que olvidarse que más que tener éxito en la vida es más importante hacer
de la propia vida un éxito.