El viejo paradigma sobre la inteligencia, definida como la capacidad innata, ha quedado atrás por insuficiente y obsoleto.
A fines del siglo XX, Howard Gardner, publica su libro “Estructuras
de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples”, con la cual
cambia ese paradigma y abre un abanico de posibilidades para el
aprovechamiento de las habilidades especiales de los individuos y para
el desenvolvimiento de las empresas.
Para Gardner, no existe una sola forma de inteligencia sino múltiples
inteligencias, cada una independiente de la otra; como la inteligencia
musical; quinestésica; corporal; lógico-matemática; lingüística;,
intrapersonal e interpersonal; las últimas dos muy vinculadas al área
social y emocional, referidas a la capacidad de conocer las intenciones y
deseos de los demás y la habilidad para distinguir las propias
emociones para orientar la conducta.
En la década de los noventa, los psicólogos norteamericanos Peter
Salovey y John Mayer, en su tesis doctoral, se basaron en los conceptos
de inteligencia intrapersonal e interpersonal de Gardner para encontrar
una respuesta al cuestionamiento sobre la mayor capacidad que tienen
algunas personas para adaptarse a las circunstancias más que otras; y a
esta habilidad le dieron el nombre de “inteligencia emocional”.
El concepto de inteligencia emocional de Salovey y Mayer une la
inteligencia interpersonal e intrapersonal de Gardner y la define como
la capacidad de ver, comprender y distinguir las propias emociones y las
de los demás, para poder guiar la acción y el pensamiento; porque los
estados de ánimo y el humor tienen consecuencias psicológicas e influyen
en la forma de pensar y de actuar.
Darse cuenta de las emociones significa identificar el sentimiento
que provocan, poder mencionarlo y tener la habilidad de manejarse en
muchos aspectos relacionados con el afecto; porque si las emociones son
aprovechadas por el pensamiento, ayudan a razonar y a tomar mejores
decisiones.
Las emociones que se vinculan con los pensamientos, guían a las
personas a resolver problemas, las motivan a recordar, a formular
juicios de acuerdo a su estado de ánimo y a poder ampliar su
perspectiva.
La forma de sentirse influirá en sus próximos pensamientos, en su
creatividad en el trabajo, orientará su razonamiento y determinará su
capacidad lógica.
En el aprendizaje, esta capacidad de identificar y regular las
emociones puede influir notablemente en el rendimiento escolar y en el
posterior desempeño profesional.
Para poder entender los sentimientos de los demás, primero hay que
comprenderse uno mismo, conocer las propias necesidades y deseos; qué
circunstancias, personas o cosas son las que causan determinados
sentimientos y qué pensamientos son los que provocan esas emociones,
porque poder identificar estos sentimientos hará posible entender los
sentimientos de los otros, o sea desarrollar la empatía, que significa,
poder ponerse en su lugar.
La inteligencia emocional se relaciona con las experiencias de vida
de un individuo, tener o no la oportunidad de aprender que las personas
son todas diferentes y no sienten lo mismo que otro en situaciones
semejantes.
Regular las emociones, consiste en saber manejar las emociones
negativas y positivas con eficacia, dándose cuenta del estado afectivo
de uno mismo y poder controlarlo para no actuar o pensar en forma
irracional. Significa mantenerse tranquilo, ser capaz de tolerar la
frustración y de encontrar nuevas alternativas.
El cuerpo y el cerebro son una unidad y determinados aspectos del
sentimiento y la emoción son indispensables para la razón, orientando a
la persona hacia la dirección adecuada.
Según Mayer y Salovey, la inteligencia emocional el individuo la
adquiere con la práctica y también se puede aprender en un grupo para
un mejor desempeño del liderazgo.
Está comprobado que el vínculo afectivo con los alumnos favorece el aprendizaje.
No hay que olvidar que el lazo afectivo que nos une a nuestra madre
es lo que nos permite el aprendizaje normal y que la falta de afecto
produce las más severos atrasos en el desarrollo del intelecto.
Fuente: “Estructuras de la mente: La teoría de las inteligencias
múltiples”; Howard Gardner; “Inteligencia Emocional”; Daniel Goleman.