La televisión es un invento maravilloso que lamentablemente se utiliza con fines perversos, para mantener el rating.
Es un negocio, por lo tanto, se rige por las leyes de la oferta y la
demanda; y como de acuerdo a las estadísticas la gente consume sexo y
violencia, la programación se centra en esos temas con generoso
despliegue y amplios detalles.
La televisión, que sin duda les ha cambiado la vida a muchas
personas; podría convertirse en el medio más eficaz para elevar el
nivel cultural y moral de la humanidad; si difundiera más programas que
enseñen a educar a la gente, a modificar hábitos dañinos, a criar a
los niños, a ayudar a las parejas con sus problemas, a guiar a los
jóvenes, a entusiasmarlos con el conocimiento, enseñarles valores
morales y a estudiar y a vivir en armonía.
No necesariamente esta programación tiene que ser tediosa, porque la
característica de este medio audiovisual hace posible dramatizar los
contenidos teóricos que se desean difundir, pudiendo ser de esta forma
accesibles y atractivos para la mayoría.
Claro que para lograr esto se necesita inteligencia y creatividad, y
ésto no existe en la gente mediocre que abunda en los medios, siendo los
golpes bajos más fáciles y más baratos.
Sin embargo, en la televisión por cable existen algunos canales que
están intentando el cambio y se puede comprobar que ya hay una saludable
cantidad de programas útiles que están ayudando a muchos con sus
problemas.
Sin embargo, la mayoría de los canales siguen invirtiendo en una
programación con gran cantidad de televisión basura asegurándose la
obtención de grandes dividendos.
Anoche, mientras recorría los canales con mi control remoto, me
detuve en uno que proyectaba une escena que me impactó y ofendió por su
crudeza y mal gusto.
En un lúgubre y deprimente ambiente íntimo de un lugar ignoto, un
hombre desnudo de aspecto rudo y temible, practicaba sexo anal con una
joven de rasgos asiáticos en forma salvaje.
Detrás de una cortina precaria se encontraba uno de sus secuaces con
una mujer y un hombre, que con actitudes hostiles habían venido a
reclamar el pago de un dinero que supuestamente les debía el que estaba
entretenido con la mujer.
De pronto, interrumpiendo el acto sexual por el alboroto, el terrible
forajido, tomó a la mujer de un brazo y la echó a la calle como una
basura, se dirigió resueltamente a ellos con un revolver y sin decir
una palabra los mató a los dos, recordándole luego a su dependiente que
ya le había dicho que no quería ser molestado cuando estaba teniendo
sexo.
Ahora que lo estoy escribiendo me resulta hasta cómico, porque se
asemeja a un grotesco directo y simple, como seguramente es su autor,
que además no puede ocultar la fantasía de su homosexualidad latente o
bien manifiesta.
Cada vez que tengo la oportunidad de presenciar estos actos de
violencia por televisión pienso en la persona que un día se le ocurrió
escribir ese guión, en los actores que aceptaron protagonizarlo, en los
que les pareció buena idea poner dinero para producirlo y en los que
estuvieron dispuestos a distribuir ese producto por todo el mundo.
Si algunas de todas esas personas tienen hijos, nunca podrán estar seguros que no verán lo que produjeron.
Sin embargo me alienta la esperanza que no tengan descendencia,
porque el que realiza todas esas cosas que sólo sirven para ganar
dinero, lo que está haciendo es una proyección de su propia vida, o bien
lo que le gustaría hacer y no puede, aunque también pueden ser
hipócratas señores serios que van a la iglesia todos los domingos.
Pero si llegaran a tener hijos y estos se enteran de lo que hacen sus
padres, es altamente probable que cuando sean grandes hagan lo mismo,
pura basura para difundir por televisión o lo que es peor, hasta podrían
llegar a ser protagonistas reales de esas historias.