Estudiar es una actividad estresante cuando se la toma con
responsabilidad, especialmente durante los períodos de evaluación. La
tensión nerviosa que acompaña al estudiante puede provocarle
irritabilidad, cambios en los patrones de sueño y alimentación e incluso
trastornos digestivos, dolores de cabeza, mareos, etcétera, lo que es
obviamente indeseable, ya que el estudio no debe transformarse en una
carga traumática sino que es un derecho, deber en algunos casos, que
sería bueno poder disfrutarse.
Sin llegar a proponer soluciones mágicas, existen técnicas de
relajación, que no demandan en su práctica más que algunos minutos, y
que permiten al estudiante controlar sus tensiones, para poder
relajarse, y en consecuencia sentirse mejor en su salud física y mental,
para poder concentrarse, ya que estando alterado no lo logrará.
Dedicarle a la relajación un rato diario, acostándose en una
colchoneta, cerrando los ojos y pensando en algo placentero, con una
música muy suave, respirar concientemente, inhalando en cuatro pasos y
luego expulsando el aire por la nariz, realizar pequeñas caminatas por
sitios sin congestión de gente, por ejemplo una plaza, comer en forma
sana, beber líquidos en abundancia, no restarle horas al descanso
nocturno, puede contribuir a sentirse más tranquilo. No es cuestión de
estar muchas horas estudiando, sino hacerlo en óptimas condiciones
psicofísicas, para que el tiempo que se le dedique mucho (es lo
deseable) o poco (si se está en período de tratar de relajarse) sea
eficiente.
El lugar que se destine al estudio también debe ser adecuado,
tratando de que no se sufran interrupciones ni ruidos, que distraigan y
perturben.
El yoga es sumamente aconsejable para los estudiantes, y sus
posiciones iniciales (que sirven a estos fines) muy fáciles de
practicar.
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