La economía normativa es la expresión que indica la
importancia de los preceptos éticos y las normas de justicia. Es común
distinguir entre economía normativa (lo que debe ser en materia económica) de economía positiva (lo que es).
Sin embargo, muchos juicios normativos (de valor) se mantienen de forma
condicional y son descartados si los hechos o el conocimiento cambia,
de modo que un cambio de valores podría ser puramente científico. Esto
socava esta distinción común.1 Sin embargo, Amartya K. Sen distingue entre juicios básicos (normativos), que no dependen de dicho conocimiento, de los juicios no básicos,
que sí dependen de éste. Se encuentra interesante resaltar que «no hay
juicios manifiestamente básicos», mientras que algunos juicios de valor
se puede demostrar que son no básicos. Esto deja abierta la posibilidad de un debate científico fructífero sobre los juicios de valor.2
Un ejemplo de un enunciado económico normativo sería el siguiente:
El precio de la leche debería ser de 6 dólares por galón para permitir un nivel de vida más alto a los productores de leche y salvar la granja familiar.
Este es un enunciado normativo, ya que refleja juicios de valor que no
se pueden demostrar que sean verdaderos o falsos, comparando con datos
del mundo real. Este enunciado en concreto opina que los agricultores
necesitan un nivel de vida más alto y que es necesario salvar las
granjas familiares.3
Algunos problemas técnicos anteriormente planteados en la economía del bienestar y teoría de la justicia se han abordado lo suficiente para dejar espacio a la reflexión de propuestas en campos prácticos como la asignación de recursos, las políticas públicas, indicadores sociales y medición de la desigualdad y pobreza.4
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