El psicólogo humanista neoyorkino Abraham Maslow (1908-1970) expuso
una teoría sobre las necesidades propias del hombre, organizadas
jerárquicamente en forma de pirámide, que van estableciéndose en orden
de abajo hacia arriba, de tal modo que satisfaciéndose las necesidades
más básicas, el hombre se fija otras nuevas que debe saciar para
sentirse realizado.
Las primeras necesidades son las fisiológicas, y una vez logradas, el
hombre ambiciona sentirse seguro; obtenido esto va en búsqueda de
afectos; más luego anhela el reconocimiento, propio y ajeno, para llegar
por último a la autorrealización.
Aplicado esto a la educación, no puede pretenderse que un alumno
sienta inclinación por el estudio, por su capacitación y desarrollo
personal, si asiste a clases con hambre, con sueño, enfermo, con frío o
con calor.
Pero tampoco esto es suficiente, el alumno debe sentirse seguro en la
institución escolar, protegido, pues sino se concentrará solo en ese
problema, por ejemplo, si las aulas están deterioradas, son riesgosas,
si su silla está a punto de dejarlo caer, no podrá concentrarse en
aprender.
Luego de resueltas estas necesidades podrá relacionarse con sus
pares, crear vínculos, y si logra sentirse parte positiva del grupo, y
recibe el estímulo suficiente de sus docentes, y confía en sí mismo,
recién podremos decir que esta motivado para su tarea escolar.
Como conclusión: solo aquel que logró estar física y psíquicamente en
plenitud, podrá lograr tener deseos de aprender. Los docentes deben
estar atentos a todas las necesidades de sus alumnos en general, y de
cada uno de ellos en particular, al evaluar por qué no se aprendió.