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Thursday, November 15, 2012

Aprendiendo a aprender (laguia200.com)

 
Aprender significa apropiarse de contenidos externos al sujeto e incorporarlos a su estructura cognitiva (aprehenderlos). La ayuda del maestro es inestimable en esta experiencia, pero no es bueno darle todo el conocimiento ya estructurado, procesado, relacionado, analizado, sintetizado, y listo para su adquisición. El alumno en este caso tenderá a repetirlo, y cuando no tenga al maestro que “le sirva” el contenido (conceptual, procesal o actitudinal) no será capaz de obtenerlo por sí mismo.

De eso se trata la expresión “aprendiendo a aprender”, de que el alumno “fabrique” su propio contenido nuevo, por supuesto no de la nada, por invención (siempre el hombre “crea” a partir de lo existente) sino por descubrimiento, indagando en la información existente, cotejándola, valorándola, y preparándola para su comprensión, o sea para que ese material didáctico le resulte significativo en relación a otros conocimientos poseídos.

Significa que el maestro debe enseñar los contenidos conceptuales, los actitudinales (motivación, valoración, espíritu crítico) y sobre todo los procedimentales, que le darán las herramientas con las que construirá el hogar de su saber, que le servirá para siempre, y lo transformará en un ser humano con pensamiento autónomo en el futuro.

No siempre el maestro acompañará a la persona a lo largo de su vida, y sin embargo, en este proceso de aprendizaje continuo, el sujeto deberá incorporar conocimientos nuevos por sí mismo, para lo cual deberá saber hacerlo.

Lo que debe enseñarse son las estrategias de aprendizaje significativo, y fundamentalmente a conocerse a sí mismo. No hay fórmulas infalibles para aprender, sino que conociendo muchas técnicas cada uno las irá a adaptando a sus aptitudes, gustos e intereses. A algunos les resultará más conveniente resumir un texto antes de estudiarlo, a otros hacer un cuadro sinóptico, a otros, grabarlo y luego escucharlo, etcétera. Ninguna técnica es mejor que otra, lo importante es conocerlas, y aprender a realizar un proceso de metacognición para indagar lo que se sabe, lo que se desea aprender, lo que aún falta incorporar y relacionar esos conocimientos de modo sistemático, y no arbitrario.

Aprender a aprender se logra con un estudiante comprometido en su propio proceso de aprendizaje que conozca sus objetivos y cómo lograrlo, un alumno activo y no mero receptor, y un docente guía y no transmisor.

Saturday, April 7, 2012

LOS AÑOS FRUCTÍFEROS DESPUÉS DE LOS CUARENTA

Un individuo raras veces inicia un esfuerzo altamente creativo en un campo determinado antes de la edad de los cuarenta años. El hombre medio alcanza el período de su mayor capacidad para crear entre los cuarenta y los sesenta años. Estas afirmaciones se basan en análisis de miles de hombres y mujeres que han sido observados con todo cuidado. Deberían ser estimulantes para todos aquellos que no han logrado llegar a donde querían antes de los cuarenta años, así como para quienes se sienten asustados a medida que se aproximan a los cuarenta y ya se sienten «viejos». Por regla general, los años que median entre los cuarenta y los cincuenta suelen ser los más fructíferos. El hombre debería aproximarse a esa edad no con temeroso temblor, sino con esperanza y con expectativa avidez.


Si usted desea pruebas de que la mayoría de los hombres no empiezan a realizar su mejor trabajo hasta la edad de cuarenta años, estudie los datos de los hombres de mayor éxito, y descubrirá esas pruebas. Henry Ford no empezó a lograr grandes cosas hasta que pasó de los cuarenta. Andrew Carnegie ya había cumplido cuarenta años cuando empezó a cosechar la recompensa de todos sus esfuerzos. James J. Hill aún seguía manejando un telégrafo cuando tenía cuarenta años, y sus estupendos logros los alcanzó después de esa edad. Las biografías de muchos industriales y financieros estadounidenses demuestran que el período que media entre los cuarenta años y los sesenta es la edad más productiva del hombre.
Entre los treinta y los cuarenta, el hombre empieza a aprender (si es que aprende alguna vez) el arte de la transmutación del sexo. Este descubrimiento suele ser accidental, y el que lo descubre suele ser totalmente ajeno a su descubrimiento. Es posible que observe que su poder de logros ha aumentado hacia la edad de treinta y cinco años o cuarenta; pero, en la mayor parte de los casos, no está familiarizado con la causa que ha producido ese cambio; esa naturaleza empieza a armonizar las emociones del amor y el sexo en el individuo, entre los treinta y los cuarenta años, de tal modo que la persona puede usar esas grandes fuerzas, y aplicarlas unidas como estímulos para la acción.

LOS MÉTODOS EMPLEADOS POR LOS GENIOS ESTÁN DISPONIBLES PARA USTED

La principal diferencia entre el genio y el inventor ordinario de cachivaches puede hallarse en el hecho de que el primero trabaja a través de su facultad de imaginación creativa, mientras que el «chiflado» no sabe nada de esa facultad. El inventor científico hace uso tanto de la facultad sintética como de la facultad creativa de la imaginación.


Por ejemplo, el inventor científico, cuando empieza un invento, organiza y combina las ideas conocidas o los principios acumulados gracias a la experiencia, empleando para ello su facultad sintética (la facultad de razonamiento). Si descubre que ese conocimiento acumulado es insuficiente para llevar a cabo su invento, entonces utiliza las fuentes de conocimiento de que dispone a través de su facultad creativa. El método que emplea varía con cada individuo; pero éste es, en esencia, el procedimiento:
1. Estimula su mente de modo que funcione en un plano superior al normal, y para ello utiliza alguno de los diez estímulos mentales, u otro estimulante de su elección.
2. Se concentra en los factores conocidos (la parte terminada) de su invento, y crea en su mente una imagen perfecta de los factores des conocidos (la parte no acabada) de su invento. Conserva esa imagen en su mente hasta que ha sido captada por el subconsciente; luego se relaja, elimina toda clase de pensamiento y espera a que la respuesta que busca surja en su mente.
A veces, los resultados son definitivos e inmediatos. En otras ocasiones, los resultados son negativos, dependiendo del estado de desarrollo del sexto sentido, o de la facultad creativa.
El señor Edison probó más de 10.000 combinaciones diferentes de ideas a través de la facultad sintética de su imaginación, antes de «conectar» con la facultad creativa, y entonces fue cuando encontró la respuesta que le permitió perfeccionar la lámpara incandescente. Su experiencia fue similar cuando inventó el fonógrafo.
Existen numerosas pruebas fiables de la existencia de la facultad de la imaginación creativa. Disponemos de esas pruebas gracias al análisis exacto de personas que se han convertido en líderes en sus campos de actuación, sin haber tenido una educación muy amplia. Lincoln fue un notable ejemplo de un gran líder que alcanzó la grandeza a través del descubrimiento y el uso de esa facultad de la imaginación creativa. Descubrió y empezó a utilizar esta facultad como resultado de la estimulación del amor, que experimentó después de haber conocido a Atine Rudedge, una afirmación de la más alta importancia en conexión con el estudio de la fuente del genio.
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