1864-1936. Filósofo y escritor español.
Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá.
Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte.
Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
A veces, el silencio es la peor mentira.
Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee.
Antes hay que desconfiar del que busca razones por las que nos beneficia, que del que nos beneficia sin buscar razones.
El cielo de la fama no es muy grande, y cuántos más en él entren a menos tocan cada uno de ellos.
Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.
El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura.
Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será.
Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende.
Contra los valores afectivos no valen razones, porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera verdad.
Cuando se muere alguien que nos sueña, se muere una parte de nosotros.
Ahora empiezo a meditar lo que he pensado, y a verle el fondo y el alma, y por eso ahora amo más la soledad, pero aún poco.
¿Racionalizar la fe?. Quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en vez de legar a la libertad en Cristo.
La opinión de toda una multitud es siempre más creíble que la de una minoría.
Hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio.
Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad.
Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre.
La locura, la verdadera locura, nos está haciendo mucha falta, a ver si nos cura de esta peste del sentido común que nos tiene a cada uno ahogado el propio.
El que quiere todo lo que sucede, consigue que suceda cuanto quiere. ¡Omnipotencia humana por resignación!. A esta resignación sólo por la gracia se llega.
Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente.
La filosofía responde a la necesidad de hacernos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida.
Llamo rumiantes a los hombres que se pasan rumiando la miseria humana, preocupados de no caer en tal o cual abismo.
La felicidad no es cosa fácilmente digerible; es, más bien, muy indigesta.
Existe gente que está tan llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio.
A un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse.
Pedimos milagros, como si no fuese el milagro más evidente el que los pidamos.
La vida no es sueño. El más vigoroso tacto espiritual es la necesidad de persistencia en una forma u otra. El anhelo de extenderse en tiempo y en espacio.
Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir.
El amor compadece, y compadece más cuanto más ama.
A menos pensamiento, pensamiento más tiránico y absorbente.
Es debil porque no ha dudado bastante y ha querido llegar a conclusiones.
El escritor sólo puede interesar a la humanidad cuando en sus obras se interesa por la humanidad.
La verdadera ciencia enseña, por encima de todo, a dudar y a ser ignorante.
El progreso consiste en renovarse.