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Saturday, January 10, 2015

¿Has probado la biblioterapia? (BBC)


Para los autores de las guías de autoayuda ningún problema humano es demasiado grande ni demasiado pequeño.

¿Quieres estar más delgado, ser más rico o más feliz en 2015? Hay libros para ello. Estanterías llenas.

¿Que lo que deseas es que aumente tu eficiencia, tu capacidad de decisión o tu creatividad? También hay títulos para todo eso.

Muchos de los que decidan poner en práctica los buenos propósitos para el año nuevo se sumergirán en la lectura de los libros de autoayuda, buscando entre sus páginas una mejor versión de ellos mismos.

Pero un libro no tiene que contener un sermón para dejar huella.

La verdad es que toda buena literatura nos cambia.

Cada vez más estudios sugieren leer ficción como apoyo al enfrentar los desafíos de la vida.
La lectura agudiza el pensamiento analítico y puede ayudar con la socialización.
Está probado que la lectura agudiza el pensamiento analítico, lo que nos permite discernir mejor los patrones.

Y esto es una herramienta muy útil ante conductas desconcertantes de otros y de nosotros mismos.

Pero la ficción en particular puede hacerte socialmente más hábil y empático.

Magia para las emociones

El año pasado el Journal of Applied Social Psychology publicó un estudio hecho en Reino Unido e Italia que demostraba cómo la lectura de la saga Harry Potter hacía que los jóvenes tuvieran una disposición más positiva con respecto a minorías estigmatizadas, como los refugiados.
Varios estudios demuestran que la lectura puede ayudar a varios aspectos personales, no solo el intelectual.
Y en 2013, psicólogos del New School for Social Research de Nueva York, Estados Unidos, hallaron que la ficción literaria aumentaba la capacidad de leer las emociones ajenas.

Sumergirse en una novela es perderse, pero cuando volvemos a la realidad traemos con nosotros aquello que nos inspiró nuestro personaje favorito.

Este proceso incluso puede cambiar el comportamiento de un lector, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Ohio State University en 2012.

Éste concluyó que los lectores que se sentían identificados con un personaje de ficción que superaba obstáculos para poder votar resultaron más propensos a emitir su voto en unas elecciones reales.

Bien leído

Aunque prometen una transformación total en siete sencillos pasos, las novelas te pueden informar y motivar, y los relatos breves consolar y ayudar a reflexionar.

Además, está demostrado que leer poesía estimula partes del cerebro relacionados con la memoria.

A veces un autor te ayuda simplemente a evadir de un problema, sumergiéndote totalmente en otro mundo de modo que trasciendes tu realidad. Al volver a ella, te sientes recargado y con más determinación.

El filósofo griego Aristóteles apuntó en su obra "La Poética" que la poesía -término con el que se refería a la ficción en general- es más seria que la historia.

Mientras los historiadores se preocupan por qué paso y cuándo, la ficción nos permite ver lo que pudo haber ocurrido. Eso ejercita nuestra imaginación y con frecuencia también nuestro sentido de la moral.

En ese sentido, "muchas personas, yo misma entre ellas, nos sentimos mejor con el mero hecho de ver un libro", dice Jane Smiley, la autora de "Thirteen Ways of Looking at the Novel".

Una cura de lectura

Con todo esto tiene relación directa la biblioterapia.
La biblioterapia se ha convertido en un término de moda de los últimos años, utilizado por investigadores y por blogueros.
La practican psicólogos, trabajadores sociales y consejeros de todo el mundo, además de los bibliotecarios.

Se ha convertido en el término de moda en los últimos años, empleado tanto por investigadores como por blogueros.

La escuela de la vida o The School of Life, fundada por el filósofo Alain de Botton y situada en Londres, incluso tiene cuatro "biblioterapeutas" residentes.

Entre ellos están Ella Berthoud y Susan Elderkin, autoras del libro "The Novel Cure: An A-Z of Literary Remedies" (La Cura de la Novela: Remedios Literarios de la A a la Z).

Sin embargo, la noción de los libros como remedio para los trastornos emocionales no es de tan nuevo cuño como se podría imaginar.

Toda una tradición

En la Antigua Grecia se colocaban notas en las puertas de las bibliotecas, advirtiendo a los lectores que estaban a punto de entrar en un lugar de curación del alma.

Y en el siglo XIX, psiquiatras y enfermeras le recetaban a sus pacientes toda clase de libros, desde la Biblia, pasando por literatura de viajes, hasta textos en lenguas antiguas.

El Diccionario Médico Ilustrado de la editorial Dorland’s fue el primero en reconocer la biblioterapia, en 1941.

La definió como "el empleo de los libros y la lectura en el tratamiento de las enfermedades nerviosas".

No obstante, de acuerdo al Oxford English Dictionary, el término apareció impreso por primera vez en 1920, en la obra "La librería encantada", de Christopher Morley.

La novela transcurre en una librería de Brooklyn, en Nueva York, llamada Parnassus at Home.
En la Antigua Grecia se ponía una advertencia en la entrada de las bibliotecas que decía: "Este es un lugar para la curación del alma".
La librería en cuestión es el paraíso del bibliófilo, con su aroma a "papel gastado y cuero" y al tabaco de la pipa de su dueño, el señor Mifflin.

Y Miffin no es sólo un vendedor de libros, también un "practicante de la biblioterapia".

"Mi placer es prescribir libros a los pacientes que acuden aquí y quieren contarme sus síntomas", lo explica él mismo en la novela.

"No hay nadie más agradecido que el hombre al que le diste justo el libro que su alma necesitaba sin saberlo".

Mifflin ya sabía lo que la Universidad de Sussex, en Reino Unido, han intentado cuantificar: que leer es más eficaz para aliviar el estrés que escuchar música, ir a dar un paseo o sentarse a tomar una taza de té.

El nivel de estrés de los participantes del estudio que llevó a cabo el centro se redujo en un 68% a escasos seis minutos de haber empezado a leer un libro cualquiera.

Y es que si el libro es el adecuado, el tiempo que se pasa leyéndolo estará siempre bien empleado.

Ya lo decía un cartel de la librería del señor Mifflin: "La malnutrición de la aptitud lectora es una cuestión seria. Déjenos prescribirle (el remedio)".

Artículo original en inglés: http://www.bbc.com/culture/story/20150106-can-you-read-yourself-happy

Sunday, March 2, 2014

Sobre la Afectividad y la Enseñanza de Lenguas Extranjeras

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por Beatriz Hernández Rojas

 

Los estudios sobre la afectividad cobraron auge en los años sesenta. Desde entonces se ha intentado entender la relación que existe entre la afectividad y el éxito en el aprendizaje de una L2 (segunda lengua) o una LE (lengua extranjera).A continuación se presenta una breve sinopsis de los estudios que sustentan la relevancia del factor afectivo o emocional en el proceso de aprendizaje citado, con el fin de que en la enseñanza de una LE no soslayemos su importancia y, por el contrario, nos ocupemos del correcto manejo de ésta en el salón de clase.



Antecedentes


Hace casi cuarenta años, Hilgard (1963)  1  puntualizó que cualquier teoría cognoscitiva de aprendizaje debería contemplar un espacio para la afectividad. Una década más tarde, Chastain (1975)  2  se preguntaba cuáles eran las características afectivas que influían , y cómo, en el aprendizaje. Chastain supone que las características afectivas tienen ,cuando menos, tanta influencia en el aprendizaje como las habilidades cognoscitivas. Se esboza, entonces, la posibilidad de que las actitudes y opiniones de los estudiantes acerca de su proceso de aprendizaje tengan un efecto decisivo en el mismo. 


Desde entonces se ha considerado que las causas de un aprendizaje poco exitoso pueden ser atribuidas, en gran medida, a bloques afectivos de varios tipos (Brown, 1981). 3 


Posteriormente, un grupo de investigadores se aboca a la identificación de los aspectos afectivos implicados en el proceso de aprendizaje de una L2. En un primer intento, Chastain sugiere la existencia de cuando menos tres variables que influyen en el éxito o el fracaso de los aprendientes: ansiedad, personalidad (reservada o extrovertida) y creatividad.


En la misma época, Schumann (1975)  4  presenta las conclusiones de un estudio acerca de las actitudes de los estudiantes de francés como LE y su influencia en el aprendizaje (basado en Gardner,1974). 5  Concluyó que los aprendientes más exitosos (nativo hablantes de inglés entre el 7º y 11er. grado) tenían una actitud positiva hacia el aprendizaje del francés, hacia el curso y hacia el profesor. Por el contrario, los estudiantes que experimentaron ansiedad en la clase de francés no presentaron igual dominio de la lengua en comparación con los estudiantes emocionalmente relajados. También se descubrió que la ansiedad que presentaron los aprendientes era específica a su experiencia de aprender una LE. Gardner y Smythe (1977)  6  apuntan, después de minuciosas investigaciones, que los aprendientes principiantes son más ansiosos que los de niveles intermedios o avanzados, lo que significa que la ansiedad se reduce a medida que aumenta el aprendizaje.



El Filtro Afectivo y los Factores de la Personalidad


Los autores mencionados fueron pioneros al tratar de entender el rol de las variables afectivas en la adquisición de L2 o LE, pero es hasta Krashen (1982)  7  cuando se define la hipótesis del filtro afectivo, que se subdivide en tres variables: actitud, motivación y personalidad. Estas variables afectivas influyen directamente en la adquisición, e indirectamente en el aprendizaje, de una L2 o una LE respectivamente. Krashen apunta que el aprendiente puede tener una actitud positiva o negativa hacia la lengua meta (o hacia los hablantes, la cultura o hacia algunas implicaciones de la LE). Una actitud positiva permite mayor permeabilidad o “input”, y por el contrario, una actitud negativa convierte al filtro en una barrera a la información.


Los factores de la personalidad también pueden ayudar o inhibir al “input” en su trayecto al aprendizaje. En resumen, se considera que los rasgos de personalidad que permiten el mejor ingreso del “input” son aquellos relacionados con “la capacidad de de participar en los sentimientos y las ideas de los demás” (Dulay,1982),  8  es decir, la empatía, la disponibilidad y la auto-confianza. Este último concepto, la confianza en sí, se describe como la actitud que posee el sujeto seguro de sí mismo, extrovertido, con auto estima y no ansioso. Resulta razonable que los individuos con dichas características permitan mejor recepción de “input”, por el contrario, las personas no seguras de sí mismas interactúen menos y la cantidad de “input” que reciban sea menor. Además, en este último grupo, la ansiedad de los sujetos les hace recurrir más a los procesos conscientes (para asegurar su desempeño). Su desarrollo de LE es, por lo tanto, poco fluido y únicamente a partir de procesos cognoscitivos.


Krashen (1982)  9  apunta que el filtro afectivo se fortalece (endurece) durante la pubertad. En las etapas tempranas de la formación del individuo las barreras afectivas fluctúan, pero una vez completada su evolución, la permeabilidad del “input” hacia los procesos cognoscitivos conscientes (monitor) o inconscientes (organizador) disminuye. En párrafos anteriores ya apuntábamos que el filtro afectivo en niños es muy permeable y ello les da una ventaja en su proceso de adquisición-aprendizaje de LE. No obstante, también señalamos que los adolescentes y adultos encuentran su ventaja en el mayor y mejor manejo de los procesos cognoscitivos.



Las Variables Emocionales y el Ámbito Social


Ausubel (1976)  10  señala que las variables motivacionales y los factores de la personalidad tienen relación con los aspectos subjetivo y afectivo-social (incorpora así el área social , brevemente mencionada en renglones posteriores) antes que con los aspectos objetivo e intelectual en el aprendizaje. Esto significa que dichos factores afectan al aprendizaje de modo no específico (aunque sí catalítico), en lugar de participar directa y específicamente en el proceso cognoscitivo. El mismo autor concluye que no basta con que el “psicólogo educativo” haga predicciones y generalizaciones acerca de las variables cognoscitivas o motivacionales de un grupo, sino que debe también determinar el efecto del aprendizaje de las diferencias individuales tanto cognoscitivas como afectivo-sociales. Krashen (1982)  11  menciona que en una “situación de adquisición agradable” (no con ansiedad, no a la defensiva) se puede promover que el filtro socio-afectivo sea permeable.En relación a la actitud que presenta el aprendiente, ya Ausubel consideraba al aspecto “afectivo-social” como una unidad. La corriente del interaccionismo social subrayaba también que no solamente los factores cognoscitivos modifican el aprendizaje, sino también los sociales, y entre ellos interactúan y se afectan reciprocamente. Este enfoque retoma aspectos de otras posiciones, por ejemplo de Krashen retoma el concepto de “input” y coincide en que éste se negocia a través de la interacción social. La pragmática nos indica que la competencia de una lengua incluye también saber comportarse en esa lengua, y este conocimiento sólo se desarrolla en la interacción social.


En consecuencia, la pedagogía de la enseñanza de LE y el diseño de materiales didácticos deben ayudar al estudiante a fomentar en él una mayor autoconfianza y una buena actitud hacia la lengua meta y el proceso de aprendizaje. Los docentes de una LE no debemos perder de vista que el ambiente del salón de clase es el primer contacto social que los aprendientes tienen con esa lengua, y que las conductas que ahí se producen provocan una reacción afectiva en los participantes que, como ya se ha explicado en este artículo, puede potenciar o inhibir las capacidades de los aprendientes para lograr con éxito el aprendizaje de LE.



Notas

 1  Hilgard,E. 1963 “ Motivation in Learning Theory” en S.Koch (Ed.) Psychology: A Study of Science, vol.5 U.S.A. : Mac. Graw Hill

 2  Chastain, K.1975 “Affective and Ability Factors In Second Language Acquisition” Language Learning, vol.25 #1

 3  Brown,H.D. 1973 “Affective Variables In Second Language Acquisition” Language Learning, vol 23,2

 4  Schumann, J.h. 1975 “Affective Factors and the Plroblem of Age in Second Language Acquisition” Language Learning, vol.25,2

 5  Gardner, R. Y Lambert, W. 1974 “Attitudes and Motivation In Second Language Learning” U.S.A.:
Newbury House

 6  Gardner y Smythe P.C. 1977 “ Intensive Second Language Study- Effects on Attitude, Motivation and French Achievement” Language Learning, A Journal of Applied Linguistics, Vol. XXVII,2

 7  Krashen, D.S., Scarcella y M.Long 1982 “Child-Adult Diferences In Second Language Acquisition” U.S.A. :Newbury House

 8  Dulay,H., et al. 1982 “Language Two” England : Oxford University Press

 9  Krashen,D.S., Scarcella y M.Lonmg 1982 “Child-Adult Diffferences in Second Language Acquisition.” U.S.A. : Newbury House

 10  Ausubel,D. 1976 “Psicología educativa. Un punto de vista cognoscitivo”. Mexico:Editorial Trillas

 11  Krashen, ibid. 


Sunday, May 6, 2012

Las Ventajas de la lectura (laguia2000.com)

La lectura no es solamente para muchos un placer, sino que además tiene efectos benéficos; porque aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía y representa un ejercicio útil para evitar la pérdida de las funciones cognitivas.

Leer produce modificaciones en la anatomía del cerebro y favorece las conexiones nerviosas; y si es un hábito frecuente, puede compensar el deterioro natural de la edad avanzada.

Cuando leemos aumenta notablemente la actividad cerebral, principalmente en el hemisferio izquierdo.

El reconocimiento de una palabra implica identificar las letras, procesarlas en sílabas y luego traducirlas a sonidos.

Las palabras aisladas, por ejemplo, estimulan numerosas zonas del cerebro; y la comprensión de un texto más o menos complejo requiere capacidad de representación y simular la escena ficticia, completando los datos que sugiere dicho texto con la propia experiencia e imaginación.

Según la psicóloga Nicole Speer, de la Comisión Interestatal para la Educación Superior en Boulder, la lectura no es una actividad pasiva, porque cuando el lector lee un relato, tiene que recrear mentalmente cada situación, lo que hace activar zonas de su cerebro similares a las que se activan si él realizara esas mismas acciones.

El equipo de Alexandre Castro-Caldas, de la facultad de medicina de la Universidad Católica Portuguesa en Lisboa, realizó un estudio que comparaba los cerebros de personas que leían, con otras que eran analfabetas.

En la prueba ambos grupos debían escuchar palabras reales en su propia lengua y otras inventadas sin ningún significado pero parecidas a las palabras auténticas.

Los analfabetos tuvieron dificultades para repetir esas pseudo palabras y tendían a sustituirlas por las palabras reales que se parecían. Esto se debe al hecho de tener menos desarrollado el sentido para percibir diferencias sonoras sutiles, en tanto que los que sabían leer, las podían diferenciar sin dificultades.

Las personas que leen con regularidad, después de los 70 años, tienen un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, por lo menos durante los siguientes veinte años.

Dawn Betts, del Centro de Servicios Educativos del Condado de Clermont, en Ohio, demostró que la habilidad en la expresión, la lectura y el lenguaje tiene significativa importancia en el rendimiento académico.

Los investigadores temen que el hábito de chatear con mucha frecuencia a través de medios electrónicos, produzca una alteración en la concentración, debido principalmente al reducido vocabulario que se maneja y la poca profundidad de lo que se comunica.

Por otro lado, a las personas que les gusta profundizar en las lecturas mantienen su actividad mental hasta edades muy avanzadas.

El neurólogo Joe Verghese, de la Universidad Yeshiva en New York, llevó a cabo un seguimiento durante veinte años a 470 ancianos de 75 años.

Los que leían mucho así como los que tocaban algún instrumento musical, presentaron menos probabilidades de sufrir demencia, y fue mucho más lento el desgaste de su capacidad mental.

La actividad mental aumenta la reserva cognitiva, o sea, que existe un potencial cognitivo que compensa el efecto de las enfermedades deficitarias nerviosas.

En cuanto a que la lectura favorece la empatía, un estudio realizado muestra que los aficionados a leer novelas de ficción suelen tener mejores habilidades sociales que los que leen libros de textos especializados o los que leen menos.

Hace ya más de trescientos años, el escritor Joseph Addison advirtió que “leer es para la mente lo que el ejercicio físico es para el cuerpo”.

Fuente: “Mente y Cerebro”, No.47/2011, “El beneficio encubierto de leer”, Christian Wolf, doctor en filosofía y periodista científico.
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