El estrés es la plaga del mundo moderno y no es extraño que así
sea si consideramos que casi todo en la vida cotidiana contribuye a
crearlo o a aumentarlo: los problemas laborales o familiares, las
preocupaciones económicas y la falta de tiempo, son sólo algunos
ejemplos. Y si bien no se trata de una enfermedad en sí misma, sí es un
factor de riesgo de casi todas las condiciones de salud. ¿Cuál es el
mecanismo que hace que el estrés crónico afecte tanto? Busca la
respuesta aquí.
Con el ritmo acelerado que caracteriza a las sociedades de hoy, el
estrés se ha convertido en parte inseparable de la vida diaria. De esta
forma, muchas condiciones pueden ser provocadas por este factor que, si
bien no es una enfermedad en sí misma, puede causar problemas de salud
concretos y reales, cuando se prolonga a través del tiempo y no se toman
medidas para contrarrestarlo o eliminar sus causas.
Lo que sigue siendo un misterio es cómo las preocupaciones del día a
día hacen que la salud se vea afectada. Una posibilidad es que las
personas bajo estrés crónico (las que están al cuidado de un enfermo,
tienen un trabajo exigente o problemas familiares importantes por citar
algunos ejemplos), tengan costumbres menos sanas: que fumen, consuman
alcohol, no duerman lo suficiente o se alimenten indebidamente. Otra
alternativa es que las hormonas del cuerpo que responden al estrés
tengan algo que ver en la aparición de enfermedades.
Eso es lo que se ha creído durante las últimas décadas. Ahora,
investigaciones recientes parecen acercarse a una respuesta nueva que
involucra al sistema inmunológico (de defensas), que es el que ayuda a
que te defiendas contra los virus y las bacterias y su relación con el
proceso inflamatorio. Debes tener en cuenta que la inflamación cumple
una función positiva cuando el sistema de defensa la crea temporalmente
para ayudar al cuerpo a sanar, como en el caso de la inflamación y el
enrojecimiento que surge alrededor de una herida, por ejemplo. Pero
cuando la inflamación se prolonga más allá de lo necesario, o se produce
sin que el cuerpo la requiera para sanarse, puede crear toda una serie
de trastornos y hasta convertirse en una condición crónica en la que el
sistema de defensas ataca al propio organismo (como en el caso de la
alergia o el asma).
La relación del estrés, la inflamación y las condiciones de salud ha
sido el motivo de varios estudios recientes. Uno de ellos se publicó a
principios de año en el medio especializado Proceedings of the National Academy of Sciences. Fue desarrollado por unos investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles,
que llevaron un registro diario sobre las actividades de 122 adultos
jóvenes (53 hombres y 69 mujeres) durante ocho días, enfocándose en sus
relaciones con los demás y si éstas relaciones eran positivas o
negativas. Además, los participantes tuvieron que hacerse pruebas de
estrés y se les tomaron muestras de saliva antes y después de las
pruebas, para medir los marcadores biológicos de la inflamación.
Los investigadores buscaban determinar si el estrés que provocan los
conflictos personales podía desencadenar la liberación de moléculas
conocidas como citoquinas, que se relacionan con los procesos
inflamatorios. ¿Qué encontraron? Que los niveles de las citoquinas
aumentaban tras las interacciones “negativas” de los participantes, por
lo general las discusiones.
Esto implica que un nivel de estrés prolongado por una situación
difícil activa las citoquinas. Estas provocan procesos inflamatorios
que a su vez puede contribuir a la aparición de condiciones como el
asma, la enfermedad cardíaca e incuso los trastornos autoinmunes, es
decir, en las que el sistema de defensas ataca al propio organismo (como
la artritis, por ejemplo). El estudio apunta a que el tipo de
enfermedades más afectadas por el estrés son precisamente aquéllas en
las que la inflamación del organismo juega un papel clave.
Otro estudio más reciente que el anterior y que se reportó en la
misma publicación, consideró la respuesta del sistema de defensas de más
de 300 personas que, en dos experimentos diferentes, fueron
interrogadas sobre el estrés en sus vidas y luego expuestas al virus del
resfriado (o catarro), para ver si se enfermaban.
¿El resultado? Tras ajustar las estadísticas para tomar en cuenta
varios factores, los investigadores — en este caso de la Universidad de
Carnegie Mellon en Pittsburgh — hallaron que las personas cuyos
organismos tenían niveles más altos de estrés psicológico continuo (como
el que provoca un divorcio o la pérdida de un ser querido) eran menos
capaces de reducir la inflamación, al parecer porque las células de sus
sistemas de defensa eran menos sensibles a una hormona que desactiva la
inflamación. El organismo queda entonces bajo los efectos de una
inflamación prolongada con las consecuencias que antes te explicamos, es
decir, un organismo más susceptible a
condiciones como enfermedad cardiaca, asma y otros trastornos del sistema de defensas.
- Planea tu día con anticipación y aprende a decir que no. Así evitas
comprometerte con tantas actividades que después no puedas cumplir con
todas.
- Decide qué cosas tienes que hacer primero y cuáles puedes aplazar.
- Toma tiempo para relajarte y hacer actividades que disfrutes.
- Realiza más actividad física y come alimentos saludables.
- Habla de tus emociones con tu familia y amigos.
- Prueba algunas técnicas de relajación, como yoga, meditación o técnicas de respiración.
Y en todo momento, trata de darles a las cosas el valor que en verdad
tienen, sin preocuparte por cuestiones menores o que no puedes
controlar, como el clima o un tapón en el tráfico. Si te sientes muy
preocupada(o) o ansiosa(o) al punto de que interfiere con tu trabajo o
tu vida familiar, busca ayuda profesional calificada. Es importante que
cuides la salud de tu mente para evitar repercusiones negativas en la
salud de tu cuerpo.