Thursday, November 15, 2012

El Rol del Padre (laguia2000.com)


En el año 1977, Emily Dale, psicóloga y catedrática norteamericana, realizó una investigación, a pedido del entonces presidente Jimmy Carter, para conocer en qué medida los padres se ocupaban de sus hijos.

El resultado de este estudio fue que la mayoría les brindaban a sus hijos sólo 38 segundos por día.

Es posible que esa cifra, actualmente sea aún más alarmante; porque el papel de los padres se ha reducido a la tarea, cada vez más difícil, de ganar dinero.

Sin embargo, la presencia del padre en una familia sigue siendo imprescindible, necesaria y útil tanto para la madre como para la identificación, formación y el cuidado de los hijos.

El padre, como parte responsable del acto reproductivo, representa el complemento ideal para la madre, el apoyo para su fortaleza y el uso de la razón, cuando la emoción perturba su discernimiento.

En el mundo animal, el instinto de unión de los padres con sus hijos no se establece a la hora del nacimiento sino más tarde.

En algunas aves, la hembra trata de atraer al macho al nido para que la ayude después que los polluelos rompen el cascarón.

Para conseguirlo lo seduce nuevamente reconstruyendo el nido, que después de los nacimientos queda bastante maltrecho.

En la mayor parte de las aves no existe una forma más eficaz de seducir al macho como la de reconstruir el nido.

Esta conducta de la hembra parece hacerle recordar al macho los tiempos felices pasados con ella e impulsarlo a volver a él.

En el momento en que escucha el sonido del alegre piar de los polluelos, es cuando le surge al macho el instinto de alimentarlos y protegerlos; y también el deseo de permanecer fiel a la hembra.

Se puede inferir, en función de este proceder instintivo, que los hijos afianzan la relación de los padres y contribuyen a unirlos.

En algunas especies de peces, el instinto paternal se despierta rozando con los labios cada uno de los huevos que salen de la madre.

Esto no impide que existan especies animales en las que las hembras se bastan solas para criar a sus hijos y que los padres no tengan oportunidad de sentir ningún instinto paternal.

En estos casos, las hembras, ni bien tienen cría, se ponen agresivas contra los padres superfluos y los echan del nido.

En los cisnes, el padre tiene una tarea de guarda y vigilancia y nada más; pero si la hembra muere, curre algo asombroso, de inmediato el padre se hace cargo de todo y sustituye a la madre en forma perfecta.

Quiere decir que el macho conoce muy bien el trabajo pero que sólo lo practica si es necesario.

Existen especies de aves en que la hembra sólo pone los huevos y el resto del trabajo lo hace el macho, como construir el nido, incubar los huevos, hacer todas las tareas domésticas, y enseñarle a los hijos, mientras las hembras casi no tienen contacto con ellos, y sólo intervienen en su defensa cuando están en peligro.

La distribución de las tareas entre el padre y la madre, desde el punto de vista racional parecería ser más ventajosa para todo el grupo familiar. Pero la naturaleza tiende a priorizar la supervivencia de las especies, de manera que cuando la hembra no se ocupa de nada, se siente impulsada a ir a poner otros huevos en distintos nidos.

Esta conducta se justifica porque los machos suelen ser más numerosos en una colonia, debido a la mayor mortandad que sufren las hembras, víctimas de los depredadores.

Es indiscutible que una madre en la naturaleza, es mucho más difícil de sustituir que un padre.

Tal vez, el origen de la mayor responsabilidad que recae sobre las hembras provenga de remotas épocas, cuando el macho, debido a su mayor tamaño y fuerza se encargaba de las tareas más peligrosas y riesgosas y las hembras, de una constitución más pequeña eran más sedentarias.

La realidad es que en la raza humana, la tendencia femenina se orienta hacia los trabajos hogareños y el cuidado de los niños, y esta característica, aunque parece estar cambiando, es evidente que sigue aún arraigada en la raza humana.

Fuente: “Calor de Hogar”, Vitus B. Dröscher.

El Amor a los Hijos (laguia2000.com)


Cuando amo con respeto a mis hijos, su salud física y mental elijo.
El amor a los hijos es instintivo y sin condiciones. Es el único amor que dura para siempre, el que no nos va a defraudar y el que se encuentra disponible y atento en todo momento.
Por eso cuando perdemos a nuestros padres aunque ya seamos adultos, la sensación de orfandad nos pega a todos tan fuerte.

El amor a los hijos se da por sobre entendido, suele ser a menudo un amor sin manifestaciones evidentes de cariño, amortiguado por la rutina, por lo cotidiano, por la vergüenza de expresar los sentimientos.

Los hijos necesitan que los padres le manifiesten su afecto con señales más visibles que su atención, preocupación y apoyo; o sea con palabras, con gestos, con un trato diario afable y respetuoso para poder esperar que ellos cumplan con su rol de hijos.

Esto no representa para los padres un signo de debilidad, porque cumplir con el papel de padres afectuosos que expresan su afecto, no incluye dejar de lado su rol, la firmeza de las convicciones ni la disciplina.

Existe una expectativa de rol de madre en esta sociedad, que es necesario cumplir pero en forma creativa para favorecer la salud física y mental de los hijos; y que de ninguna manera representa el ideal de madre, que es algo que no existe.

La madre tiene a su cargo la protección y el cuidado de los hijos y la función de brindarle su calor y afecto, tarea que es importante que comparta con el padre.

El hogar es la contención que necesitan los hijos y los padres tienen que estar dispuestos y atentos. 

La madre tiene que delegar sus tareas a una persona responsable si trabaja y facilitar la comunicación con ella para decidir sobre las situaciones que necesiten de su intervención y el padre tendrá que cumplir la tarea de autoridad y de sostenedor.

La autoridad no significa mandar, es un rol como cualquier otro que quiere decir hacerse cargo de la disciplina y responsable de asegurar el cumplimiento de las reglas. 

Cuando las reglas son claras y las cumple también el que imparte la autoridad, es difícil que los hijos las trasgredan.

Es necesario que la madre mantenga a su cargo el timón de la casa, la dirección, la organización; y ser el gerente de la empresa más importante que es la familia. Porque cuando en una sociedad no se cumplen los roles familiares se produce un desequilibrio en el grupo que lleva a los hijos a comportarse en forma errática y antisocial.

Los padres pueden tener un ejército de empleados de servicio, pero su función es intransferible.

Algunas madres se sienten culpables cuando salen a trabajar, como si abandonaran a sus hijos. Pero cuando se toma la decisión de trabajar, se renuncia al ideal de madre que se ha asimilado con la cultura, que no necesariamente es la mejor madre, y se acepta elegir el rol de madre responsable que se atreve a seguir creciendo y mejorando para su propio bien y también el de su familia.

Si no renuncia a ese ideal de madre, sentirá culpa, y esa culpa la transmitirá a sus hijos que vivirán su ausencia como un abandono.

El amor a los hijos nunca se debe manifestar con sobre protección, porque los convertirá en personas débiles que necesitarán siempre vivir a la sombra de alguien más fuerte.

Proteger es brindarle sólo lo que necesitan y no más, porque es inconveniente acostumbrarlos a los excesos.

La austeridad y la sencillez hará a los hijos menos exigentes, más capaces de afrontar las adversidades, de entender a los demás y de relacionarse, y más humildes y sensibles.

El amor no debe ser un obstáculo para ver las auténticas capacidades que tienen los hijos, porque la única forma de ayudarlos es respetando sus limitaciones y desarrollando sus habilidades específicas sin prejuicios.

Los hijos no tienen por qué ser iguales a los hijos de los demás, de hecho la diferencia es lo que los hace únicos y valiosos.

Este reconocimiento es esencial para desarrollar la autoestima en los hijos, a partir de lo que piensan sus padres, las personas más significativas para ellos.


Objetivos del aprendizaje (laguia2000.com)


Siendo la educación un proceso que consiste en alimentar el cerebro y el alma, sacando lo mejor que cada individuo tiene dentro de sí mismo, para elevarlo como persona, compartimos los fines que ya Platón le asignó a la educación en tanto pretendía formar buenos ciudadanos, hombres virtuosos y prepararlos para el ejercicio de una profesión.

Actualmente, luego de pasar por instancias donde la educación era más bien instrucción, y el ser humano debía empaparse de conocimientos preelaborados que otros le imponían y debía ciegamente repetir bajo un modelo conductista, volvemos a la vieja filosofía ateniense.

Educar es, ante todo, preparar para la vida, primero en valores, que la sociedad en que vive califica como positivos, luego en herramientas prácticas y a posteriori en información.

Actualmente, el contenido del conocimiento puede adquirirse en amplísimas bibliotecas reales o virtuales, pero lo importante es aprender a organizar esa información, relacionarla, comprenderla, criticarla positiva o negativamente, y sacar sus propias conclusiones.

El objetivo principal de la educación formal del presente es que los alumnos aprendan a pensar, que tomen los valores que se les ofrecen y en su caso si lo creen correcto, los cuestionen, que se equivoquen y repiensen sobre sus errores, pues eso es lo que necesitan en la vida, para sortear los escollos que puedan tener que afrontar.

No solo los que asumirán estudios superiores, deben saber pensar; los que decidan trabajar deben conocer sus derechos y obligaciones, interpretar un contrato laboral o comercial, pues la vida de relación así se los exigirá, y además deben ser buenos ciudadanos, que significa ni más ni menos, que ser buenas personas, solidarias, comprensivas, con aceptación de las diferencias, y con decisiones propias.

En una sociedad autoritaria, la educación prepara para la obediencia; en las actuales sociedades democráticas debe preparar para la libertad, la autodisciplina y el respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

En la taxonomía de Bloom se distinguen los objetivos afectivos, donde se trata de recepcionar el conocimiento, prestando atención, y dando luego una respuesta a ese estímulo, que luego es valorado por el educando, quien lo relaciona, lo critica y lo incorpora en su estructura cognitiva de acuerdo a su visión particular.

Otro objetivo, en segunda instancia, se centra en la dimensión psicomotora, desarrollando habilidades manuales y físicas en general.

El último escalón de la taxonomía es la dimensión cognitiva que consiste en aprender a pensar, en forma progresiva.

Estudio y Comprensión de Textos (laguia2000.com)


Comprender un texto consiste en entender su significado. Pero antes que nada hay que aprender a manejar el libro cuyo texto queremos comprender.

Todo libro de textos incluye un prólogo y una introducción que deberán ser leídos siempre. El prólogo suele incluir una reseña sobre el autor, sus motivaciones para escribir ese libro y sus objetivos. Estos datos nos dan la mejor pista para comenzar a interpretar su trabajo.

La introducción consiste en un resumen del libro, lo cual nos da una idea exacta y breve sobre qué es lo que quiere decir su autor sobre el tema al que se refiere el título.

En el Índice figuran los temas que se van a tratar clasificados con criterios estándares para un mejor desarrollo. Es necesario leerlos detenidamente para aprender a ser pertinente, es decir, para no irse por las ramas y leer solamente lo referente al tema que nos ocupa.

Cada capítulo tiene un título pero también subtítulos. De esta manera, el autor nos está casi ayudando a hacer un cuadro sinóptico del libro si así lo quisiéramos, donde cada título sería una llave que se desplegaría con los subtítulos que a su vez podrían ser llaves para su explicación cada vez más detallada.

Para ejercitarse con la comprensión de textos se comienza primero extrayendo la idea principal de cada frase. Una frase es el conjunto de palabras que termina en un punto seguido y un párrafo es el discurso que se encuentra entre dos puntos aparte.

La idea principal de una frase se encuentra siempre en una palabra clave que hay que subrayar y también es saludable escribirla al margen para que nos sirva como ayuda memoria.

En cuanto a los párrafos el procedimiento es el mismo, pero destacando en los márgenes y subrayando la idea central del mismo.

Los párrafos aclaratorios que no modifican o influyen el texto general podrán ser descartados.

Las frases que figuran en los libros en letra cursiva o negrita hay que memorizarlas. Es importante expresarse de la misma manera en que lo ha hecho el autor con un doble fin, primero conservar el contenido esencial en la memoria y segundo para mejorar nuestro vocabulario, incorporando nuevas formas de expresión.

Se recomienda leer los textos en forma rápida, disminuyendo la velocidad cuando se localicen los conceptos esenciales.

Existe una forma estandardizada de escribir un libro de texto, que es siempre igual. El autor, a partir del título comienza con una introducción al mismo como para ubicarnos en ese universo, para luego continuar explicando con detalles, ejemplos, ideas secundarias, investigaciones o análisis, todo relacionado con su objetivo principal.

Cuanto más capacidad de atención, concentración y comprensión se pueda lograr, menos se tendrá que recurrir a la memoria.

Lo importante de una oración es el sujeto, es decir, aquello de lo que se está hablando. Luego está el verbo que indica la acción. Tanto el sujeto como el verbo indican conceptos que pueden ser importantes y que siempre están relacionados con los títulos y los subtítulos.

Los verbos son importantes porque nos pueden sugerir preguntas: cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué, quién, cuál, etc.

El predicado es lo que se dice del sujeto, por lo tanto son las definiciones, las explicaciones, etc.

El concepto global deberá tener entonces, sujeto, verbo y predicado, los cuales redondearán la idea central de cada discurso.

Captar el significado de un texto no es lo único porque es importante relacionarlo con otros conocimientos que ya tenemos de manera de incorporar la información nueve en forma permanente, con el compromiso incluido de nuestra propia opinión sobre el tema.

Involucrarse es la clave para dominar el arte de estudiar y transformar lo aprendido con creatividad.

Es necesario también buscar una utilidad práctica a todo lo que aprendemos, porque aunque nos parezca imposible todo tiene que ver con todo.


Miedo a hablar en público (laguia2000.com)


Tomar clases de oratoria puede terminar con el miedo a hablar en público.

Básicamente, enfrentar al público para el tratamiento de un tema específico exige ser idóneo en la materia, tener algo interesante que decir que incluya algún contenido nuevo e inédito y mostrarse seguro, relajado y tranquilo.

Algunos oradores bien entrenados, utilizan una pizarra donde adhieren un esquema que les sirve como guía, para no saltearse ningún punto que pueda ser importante mencionar. Esta práctica sirve también para ordenar su trabajo y para calcular el tiempo que le demandará la charla, para no extenderse demasiado ni terminar antes de tiempo.

Un orador no tiene que perder de vista el objetivo ni tampoco irse por las ramas; y no debe permitir interrupciones de ninguna clase hasta finalizar la exposición, siendo lo más usual, dedicar la última media hora a contestar preguntas, recomendando a los asistentes no intervenir durante la disertación y anotar sus inquietudes para expresarlas al finalizar la charla.

Es inevitable estar nervioso antes de comenzar una presentación en público; pero es necesario aprender a permanecer relajado, tratando de concentrarse en el trabajo que se está haciendo, confiando en la propia capacidad y sin comprometerse con los resultados.

La mayoría de los actores teatrales, incluso los muy buenos, no pueden evitar el temor al escenario cada vez que se presentan ante el público, pero ni bien se identifican con el personaje logran entregarse de lleno a su trabajo con entusiasmo y sin miedo.

Enfrentar al público es una experiencia similar a la de un exámen de competencia, donde se tiene que demostrar la capacidad para ser aprobado o reprobado, y donde la persona se expone a ser criticada o juzgada.

El miedo no es sólo un estado emocional sino también fisiológico, porque se pueden sufrir palpitaciones, sudoración excesiva, falta de saliva, etc.

Existen algunas técnicas útiles para dominar mejor este estado y mantenerse equilibrado, y convertir estas experiencias en algo divertido y no en una situación generadora de angustia.

Si una persona disfruta de lo que hace se puede concentrar y olvidarse que está siendo observado, porque el orador que agrada al público es aquel que se muestra distendido y no acartonado.

Es necesario confiar en uno mismo y ser espontáneo, tratando de transmitir además de información, entusiasmo y emociones.

La habilidad para transmitir información con elocuencia es un arte que se puede adquirir y dominar, lo esencial es aprender a mostrarse seguro y positivo, elegir los contenidos que sean de mayor interés para el público, ser claro, conciso y dinámico.

La modulación de la voz es importante para distinguir los conceptos esenciales de los detalles y para no aburrir al público con un tono monocorde que invite al sueño.

Las técnicas de relajación nos permiten realizar con anticipación una desensibilización afectiva, que consiste en visualizar la escena temida de enfrentar al público con absoluta tranquilidad y plena soltura. 

No es necesario aprender de memoria los contenidos, ya que la guía dispuesta de antemano ayudará a desarrollar los temas sin tropiezos.

Una norma didáctica de importancia es repetir las ideas centrales y hacer un resumen final de cada tema.

No es recomendable limitarse a brindar información sino que también es importante matizar con ejemplos o anécdotas que hasta pueden ser personales y que permitan crear una atmósfera distendida y un ritmo activo.

La gente está habituada a los recursos de alto impacto en los espectáculos, de modo que una charla puede resultar más interesante si se muestran fotos, diapositivas o ilustraciones novedosas con contenidos alusivos.

Es importante mantener un gesto amable y sonriente, saludar al público con simpatía, sin precipitarse ni mostrarse ansioso.

Es deseable evitar poses forzadas, pues lo mejor es aflojarse y moverse libre y naturalmente; y para comprender mejor lo tratado, dejar al hablar espacios para el silencio.

Ante las objeciones, hay que evitar discutir con el que interrumpa con un cuestionamiento incisivo, aceptando la acotación y señalándole la discrepancia con su punto de vista.

Lo importante es no intentar satisfacer al ego sino lograr la comunicación con el público y disfrutar haciendo esa tarea.


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