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Saturday, December 15, 2012

Lo que nos pasa por dentro

El último libro de Eduardo Punset pretende analizar la realidad humana con optimismo y rigor científico

 En 'Lo que nos pasa por dentro' (Destino), Eduardo Punset analiza la realidad humana a partir de las nueve grandes etapas de la existencia, desde que nacemos hasta que morimos, pasando por el enamoramiento, el trabajo y la enfermedad. Las dudas que atenazan al hombre a lo largo de su vida se reducen al miedo a cambiar y a la resistencia a entender cómo es el otro y cómo funcionamos por dentro. El libro pretende ser una guía optimista reforzada por la rigurosidad de los conocimientos científicos. En él se recogen decenas de consultas atendidas durante los dos últimos años por los profesionales de Apoyo Psicológico Online de la Fundación Eduardo Punset. 'Lo que nos pasa por dentro' está a la venta desde este martes 18 de septiembre. Reproducimos un fragmento del capítulo titulado "Cuando crecemos. La adolescencia y sus crisis".


La diferenciación sexual

Uno de los territorios de la experiencia que más inquietud y quebraderos de cabeza genera en los adolescentes es el que tiene por principio y fin la sexualidad en toda su dimensión. Y no es casual. En estos críticos años asistimos a la tercera gran etapa de diferenciación sexual entre hombres y mujeres que tiene lugar en la vida. De las dos anteriores es imposible que tengamos memoria. La primera ocurrió en la octava semana de nuestra vida fetal. En ese germinal momento de gestación, los diminutos testículos de los futuros bebés varones empiezan a generar grandes cantidades de testosterona que inundan los circuitos cerebrales del feto hasta transformar lo que hasta ese instante había sido un embrión femenino -la forma biológica por defecto que se da en la naturaleza- en otro masculino. Los neurólogos llaman «pubertad infantil» al segundo cruce de caminos sexual que afrontamos en nuestra vida: durante los primeros seis meses, los bebés varones vuelven a segregar mucha cantidad de testosterona, mientras las futuras niñas empiezan a liberar estrógenos, algo que estarán haciendo hasta los dos años. No es desatinada la etiqueta que dan los cientí?cos a esta etapa, pues lo que sucede en ella tiene mucho que ver con la revolución sexual que va a tener lugar entre los nueve y los quince años de vida. Así como aquella lluvia de testosterona fetal había logrado doblar el tamaño de la zona del impulso sexual en el cerebro de los futuros bebés varones, en la pubertad adolescente se produce una serie de descargas hormonales que van a terminar por alejar de?nitivamente a chicos y chicas a través de sus diferentes expresiones sexuales, curiosamente, mientras hacen atractivos a unos a los ojos de las otras, y viceversa.

Las consecuencias las conocemos de sobra. Paulatinamente, los chicos empiezan a notar que les cambia la voz, les sale vello donde antes había una piel diáfana, sus facciones se masculinizan, su musculatura se desarrolla y se lanzan, sin saber cómo ni por qué, a tener fantasías sexuales y pulsiones genitales que hasta ese momento desconocían. Las adolescentes experimentan parejas metamorfosis, aunque en sentido femenino, y nace en ellas un repentino interés por el acicalamiento y la coquetería para aparecer atractivas a ojos de los varones. Con frecuencia, padres y tutores se inquietan al sopesar el influjo que los medios de comunicación y el imaginario cultural juvenil puedan estar ejerciendo para potenciar la emergencia de esta curiosidad sexual. Les recomiendo que se relajen y dejen a la naturaleza actuar, pues este furor no es aprendido, ni está condicionado externamente, sino que acontece de forma natural y de modo parecido en todas las regiones y culturas del planeta. Responde a un impulso interior. Ni ellos se ven atraídos por ellas porque lo vean en las películas, ni a ellas les da por coquetear porque lo recomiende la amiga más espabilada de la pandilla. Si viajamos al reverso neurológico de este fenómeno encontraremos un cúmulo de transformaciones que, en muy poco tiempo y con gran ímpetu, van a hacer morfológicamente diferentes los cerebros masculinos y femeninos. Si ya el día de nuestro nacimiento llegamos al mundo con una estructura neuronal distinta entre bebés varones y hembras, esos matices se van a profundizar en este tiempo de metamorfosis.

En el caso de los chicos, la testosterona es el principal combustible que anima el proceso del cambio. Entre los nueve y los quince años, los testículos de los varones aceleran la generación de esta hormona hasta aumentar en un 250 por ciento su caudal en sangre. Louann Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de California y experta en la influencia que tienen los factores sexuales en el cerebro humano, describe esta transformación de manera muy gráfica: «Es como si el niño de nueve años tuviera una jarra de cerveza de testosterona, pero a los quince acabara portando tres o cuatro litros», compara. En el caso de las chicas, también la testosterona, pero sobre todo el estrógeno, es lo que causa los cambios.

Al final de ese viaje, el cerebro femenino y el masculino van a contar con fisiologías marcadamente diferentes. En los chicos, el área preóptica medial, que es una zona del hipotálamo relacionada con el impulso sexual, llega a crecer 2,5 veces más que en las chicas. En esta parte del cerebro se encuentra también el área premamilar, llamada área de defensa del cerebro, que contiene circuitos neuronales vinculados con la alerta ante amenazas territoriales, y que está más desarrollada en los machos. La amígdala, que detecta el miedo y actúa como un sistema de alarma contra amenazas y peligros, es también más grande en los varones.

Por el contrario, el cerebro de las chicas cuenta con otras regiones más activas y desarrolladas, y una de ellas es la zona de unión temporoparietal, asociada a la empatía y el procesamiento de las emociones. De igual modo, en ellas hay una mayor presencia de neuronas espejo, necesarias para interpretar la carga empática de las personas con las que tratamos. Según Brizendine, mientras las zonas del cerebro destinadas a la actividad sexual y la agresividad son mayores en los varones, las mujeres disponen de un sistema neuronal mejor preparado para procesar la empatía emocional. Pero hay más diferencias: las actuales técnicas de neuroimagen utilizadas para espiar el cerebro mientras trabaja han permitido constatar que unas y otros hacemos funcionar este maravilloso órgano de forma distinta cuando nos enfrentamos a una tarea. Así, según confirma Simon Baron-Cohen, catedrático de psicopatología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), las mujeres tienden a utilizar ambos hemisferios a la vez y muestran señales de actividad bilateral mientras hablan o escuchan. En cambio, los hombres usan preferentemente un solo hemisferio cuando realizan esas actividades. Precisamente, el izquierdo, que es el hemisferio relacionado con el pensamiento lógico y las matemáticas. No ha de extrañarnos pues, que en las universidades la diferencia entre sexos sea tan grande en función de las distintas disciplinas académicas. El propio Baron-Cohen ha calculado que, de media, en las universidades hay trece chicos por cada chica en las carreras matemáticas, pero esta desproporción es imposible que sea cultural, pues se da de forma parecida en países muy distantes entre sí. Los varones parecen estar mejor preparados para todo lo que tiene que ver con la mecánica y la ingeniería intuitiva y las mujeres con las lenguas. Helena Cronin, experta en darwinismo y evolución humana de la London School of Economics, encuentra diferencias de actitud asociadas a esta variabilidad de vocación intelectual: «A los hombres les gustan las cosas y a las mujeres las personas», describe.

El cerebro tiene sexo y hoy sabemos que gran parte de esa diferenciación sexual se desarrolla en la adolescencia, una época en la que tiene lugar un gran aumento de sinapsis entre las dendritas de las neuronas, al tiempo que desaparecen conexiones establecidas en la infancia que habían dejado de ser utilizadas. Este proceso, aparte de ser diferente entre hembras y varones por sus particulares morfologías, no dura el mismo tiempo en ambos casos: mientras la maduración neuronal de las chicas tiene lugar en poco tiempo, los varones van más lentos y están evolucionando durante bien entrada la juventud, sin llegar a alcanzar su plenitud hasta los 22 o los 25 años. Hablamos de una adolescencia muy larga, en la que suceden muchos más acontecimientos de los que vemos por fuera.

Mi hija está dominada por su novio


Tengo una hija de catorce años en plena revolución hormonal. Por lo general es una niña muy sensata, pero últimamente sale con un chico de diecisiete años que no me gusta: bebe, toma drogas, es mentiroso... Me han comentado que se medica, ya que sufre de trastorno bipolar. Siempre que está con él, ella llega cambiada, como si no fuera dueña de sus actos. Incluso nos amenaza. No sé cómo actuar, veo que estoy perdiendo a mi hija y necesito que me aconsejéis. He hablado con ella sobre el tema de manera tranquila, y entonces sí me da la razón, pero en cuanto lo ve se transforma. ¿Cómo actúo ante esta situación?
(septiembre de 2010)

Responde: Gabriel González
Has dado un paso muy grande al crear un espacio de confianza en el que tu hija pueda acudir cuando te necesite. Es importante esperar, ya que si ves la actitud de tu hija inapropiada, querrás controlarla y estar muy pendiente de ella. Esto provocará mayor desconfianza por su parte, lo que la llevará a seguir mostrando actitudes que no te gustan, y en ti crecerá el deseo de controlarla más. Por otra parte, si te sientes angustiada, pídele consejo a tu hija sobre cómo puedes actuar, teniendo claro que hay cosas que como padres no podéis permitir, pues sólo tiene catorce años. A partir de aquí, has de ofrecerte para que acuda a ti si en algún momento necesita ayuda. Lo importante es que tenga la sensación de que, si se mete en cualquier lío, podrá acercarse a vosotros con confianza, y no para escuchar un reproche, ya que entonces dejará de acudir a vosotros y buscará consuelo en otros.

Prefiero las relaciones con hombres mayores que yo


Tengo veinte años y sólo me gusta salir con hombres que me llevan diez años o más. Hace poco tuve un romance con uno de cuarenta, que fue breve, pues lo terminé al sentir que yo a él no le importaba en realidad. Mi problema es que sólo me gustan los hombres mayores. Me atrae su físico y la manera como hablan y sienten. Sólo con ellos me siento feliz en el sexo y en la vida. Mi madre y mis amigos me critican, ya que aún soy muy joven, pero no lo puedo evitar, aunque soy consciente de que esto no es bueno a la hora de buscar una pareja. ¿Tengo un problema? ¿Cómo puedo tratarlo?
(noviembre de 2011)

Responde: Rosa Català
La elección de un proyecto de vida propio sólo tiene posibilidad de éxito si se hace con libertad y responsabilidad. Para conseguirlo, es necesario hacer un verdadero trabajo de artesanía con uno mismo, analizar nuestro itinerario y razones con serenidad, y no dejarnos llevar por las comparaciones u opiniones ajenas. Intentar ser como los demás es un camino estéril. Ser congruentes exige coraje y algunas veces ir a contracorriente, pero nos permite vivir una vida basada en criterios personales, arraigar en nuestro fondo interno, que al fin y al cabo es el que nos sitúa en la perspectiva justa ante la realidad. Las creencias y normas con las que vivimos pueden ser potenciadoras o limitantes. Para un funcionamiento óptimo de las relaciones amorosas es básico tener construida una buena autoestima. Ser generosos con nosotros mismos nos predispone a amar y ser amados. Si eliges como pareja a personas con más edad, piensa que es porque te compensa, y esto en principio no representa ningún conflicto. Al contrario, está más cerca de una existencia con un sentido claro en objetivos.

Mi madre no acepta la orientación sexual de mi hermana


Tengo una hermana que sabe que es homosexual desde los quince años. Yo he vivido junto a ella todas sus dudas. Ahora, a los dieciocho, ha comenzado una relación estable con una chica y se lo ha contado a nuestros padres. Como ambas esperábamos, no se lo han tomado bien. Hemos pasado una temporada muy mala, de broncas constantes. Ahora, siete meses después, mi padre parece llevarlo con algo más de naturalidad, pero mi madre sigue sin aceptarlo. Asegura que no es feliz por culpa de mi hermana, que tener una hija lesbiana es una de las peores desgracias que le podían ocurrir, y que nunca podrá aceptarlo. Yo ya no sé qué hacer. Suponía que mis padres necesitarían un periodo de adaptación para asumirlo, porque la suya es otra generación y ambos vienen de familias bastante tradicionales. Pero la situación empieza a ser insostenible: mi madre se niega a hablar del tema y mi hermana tiene cada vez más ganas de irse de casa.
(octubre de 2011)

Responde: Gabriel González
Comunicar una orientación homosexual no resulta fácil, y menos a unos padres que, en principio, no van a entender dicho proceso siendo tan tradicionales como dices. Sin embargo, todo es cuestión de adaptación, y poco a poco irán aceptándolo. Ese proceso requiere su tiempo y unas estrategias que posibiliten dichos pasos. El modelo de Kübler-Ross sobre el duelo permite conocer las etapas por las que se pasa para llegar a la aceptación de una muerte. Esto mismo podemos aplicar a la aceptación de una noticia así. Lo que podemos hacer es entender que van a sucederse dichas fases y que podemos agilizarlas. Un primer paso para conseguirlo es ofrecer información sobre la orientación sexual. A continuación, actuar con total naturalidad. Se trata de mostrar que ésa es la orientación sexual y no el conjunto de características de tu hermana. Tiene otras capacidades que la hacen especial y única. Eso es lo que debéis hacer entender a tu madre. Dentro de esas características personales, tu hermana ha aprendido unos valores y unos comportamientos que provienen de lo que os han enseñado vuestros padres. Se trata de no ponerse a la defensiva y asumir que todo lo que sois proviene de vuestros progenitores, gracias a los cuales sois unas personas luchadoras, responsables y capaces.

¿Es mi amiga o me gusta?


Acabo de cumplir veinte años y nunca he tenido novio, pero siempre he sabido que soy heterosexual. Al menos lo sabía hasta hace poco. Hace unos meses empecé a estudiar en un colegio sólo de chicas e hice una buena amistad con una compañera. El problema es que empecé a obsesionarme con ella. Me molestaba que hablara con el resto de chicas y quería que me prestara más atención a mí. No podía quitármela de la cabeza. Incluso perdí el apetito. Era como si estuviera enamorada de ella, pero en ningún momento pensé eso, sólo quería tener una amiga en una clase en la que no conocía a nadie. Al tiempo, nuestra relación se afianzó, nos hicimos más amigas y ella me confesó que era lesbiana, y que tenía novia. Ahora estoy más relajada, porque siento que me quiere mucho como amiga y ya no temo perderla. Pero a veces creo que me gusta realmente, que podría tener una relación amorosa con ella, y que si no tuviera novia lo intentaría. ¿Soy lesbiana entonces? No me atrae ninguna otra chica, me gustan los hombres. ¿Será que sólo pienso esas cosas porque ella es lesbiana?
(agosto de 2011)

Responde: Noelia Sancho
Por lo que cuentas, parece que sentiste emociones hacia tu amiga que no sabías identificar, y que pueden deberse más a tu necesidad de caer bien que al enamoramiento. Piensa que enamorarse implica una ilusión por alguien que se parece a la que se tiene por un proyecto muy deseado, pues desencadena emociones y mecanismos quí- micos parecidos. Es un estado en el que sólo piensas en tu objetivo, te obsesionas y dejas otras cosas de lado. Se desencadenan también procesos químicos y fisiológicos, ya que el amor es un estado físico en el que baja la serotonina, y suben la feniltilamina, la dopamina y la endorfina, lo que nos lleva a realizar acciones inusuales. Dices que sientes que en realidad te atraen los hombres, por lo que tu orientación parece clara. No obstante, muéstrate abierta a que esas sensaciones de atracción evolucionen y cambien, no por este episodio, sino para que evites prejuzgarte. Disfruta de tu relación actual de amistad y deja fluir tu orientación y gustos sexuales, para poder disfrutar más de ellos en vez de preocuparte.

Fuente:  http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/3747/Lo_que_nos_pasa_por_dentro

El efecto de la Música en nuestro Cerebro

 

Aprendizaje Basado en Cómo Aprende el Cerebro: El efecto de la Música en nuestro Cerebro

part 4

por Margaret Seleme de Guevara

…Eric Jensen, éste enfatiza el hecho de que la música es una parte esencial de la vida humana y que nuestra respuesta hacia ella podría estar entretejida en nuestro Cerebro. Él dice que en el libro “La Música, la Mente y el Cerebro” por Manfred Clynes, PHD. (1982), Clynes explica cómo la música compromete a nuestro cerebro en su totalidad. La estructura, los intervalos, la calidad y el timbre armoniosos de la música y los patrones espaciales temporales de largo plazo son reconocidos por nuestro hemisferio no-dominante (en la mayoría de nosotros el hemisferio derecho). Por otro lado, las signaturas de corto plazo de la música como ser el volumen que cambia rápidamente, la trayectoria exacta y rápida del tono, el tempo (pacing) y la letra son reconocidos por el hemisferio dominante (en la mayoría de nosotros el izquierdo). “

Jensen también añade “Que el impacto de la música también puede sentirse en nuestro latido del corazón, con la medida de nuestro pulso, que tiende a sincronizarse con el compás de la música que estemos oyendo. Cuanto más rápido el compás de la música, más rápido nuestro pulso. Él dice que de acuerdo con Jean Houston, PhD., la música eleva la estructura molecular de nuestro cuerpo. En otras palabras, el cuerpo resuena a una longitud de onda molecular estable. La música tiene sus propias frecuencias vibratorias que o resuenan o chocan con los propios ritmos de nuestro cuerpo. Cuando los dos resuenan en la misma frecuencia nos sentimos “en sintonía”, y es entonces cuando aprendemos mejor y estamos más conscientes y alertas.”

Según lo resume el libro “Aprendizaje Acelerado con Música” (Webb y Webb, 1990), los efectos potenciales de la música en la mente y el cuerpo incluyen lo siguiente:

Aumentan la energía muscular; aumentan la energía molecular; influencian el latido del corazón; alteran el metabolismo; reducen el dolor; aceleran la sanación y la recuperación de pacientes que han atravesado una cirugía; ayudan en la descarga de emociones; estimulan la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.

Existen muchos estudios que han demostrado que la música realmente afecta nuestro cerebro de una manera positiva. La investigación científica sobre los efectos neurológicos y de desarrollo de la música han fascinado a educadores y a padres dándoles la posibilidad de mejorar el aprendizaje en los niños. Comparado con la larga historia de investigación del idioma, nuestro entender científico de la música es nuevo. Afortunadamente para los padres, enriquecer las vidas de nuestros niños con la música puede ser fácil y agradablemente logrado. Desde la música suave en las guarderías a juguetes musicales y lecciones del baile, el alentar el estudio de la música de una manera divertida fortalece el desarrollo educativo, físico, y emocional de los niños.

La inteligencia musical es muy importante para la experiencia humana. Es la inteligencia que surge más temprano – incluso niños de dos meses de edad, ya pueden cantar e igualar estructuras rítmicas. Esta inteligencia está unida muy de cerca a las otras inteligencias – a menudo “sentimos” la música con nuestros cuerpos y nos movemos de manera correspondiente, a menudo “sentimos” la música con nuestras emociones, y lloramos y reímos de manera correspondiente. De hecho, según Howard Gardner en su libro “Estructuras de la Mente” (Frames of Mind”) (1983), muchos científicos creen que “si pudiéramos explicar la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano”.

En un artículo escrito por Kimberly L. Keith “La Música y el Aprendizaje” ella dice que en un estudio dirigido por la Sociedad de Neurociencia, se encontró que varias áreas del cerebro como la corteza motora primaria y el cerebelo que están involucrados en el movimiento y la coordinación, son más grandes en los músicos adultos que en personas que no son músicas. Otro ejemplo que se dio fue el del cuerpo calloso que conecta los dos hemisferios cerebrales que se pudo comprobar que era más grande en músicos adultos. Un tercer ejemplo es que se comprobó que la corteza auditiva que es responsable de unir la música y el habla en una sola experiencia consciente, también era más grande en ellos.

Un estudio demostró que el escuchar las complejas piezas de Mozart elevaba las capacidades espaciales de los estudiantes de la universidad. A este experimento se lo denominó “El Efecto Mozart”. En el libro ““Aprendizaje Basado en Cómo Aprende el Cerebro” (“Brain Based Learning”) por Eric Jensen, aprendemos que en un estudio realizado con estudiantes de diferentes edades, imágenes generadas por computadora de la actividad cerebral revelaban similitudes increíbles con las notas musicales de las piezas compuestas por Mozart. Jensen dice que la música realmente puede preparar las conexiones neuronales del cerebro: En un estudio realizado por la investigadora Frances Rausher, PhD., ella sostiene que los patrones neuronales de encendido (el lenguaje eléctrico incorporado del cerebro) son básicamente los mismos tanto para la apreciación musical como para el razonamiento abstracto, y un descubrimiento interesante sobre el tema es que en un estudio que ella llevó a cabo en la Universidad de Irvine, averiguó que el momento en que escuchamos música es también importante, ya que durante este estudio descubrieron que aunque el efecto de escuchar la música de Mozart durante diez minutos antes de tomar una prueba demostraba una mejora en el razonamiento espacial y abstracto de los estudiantes, el efecto sólo era temporal, y tenía una duración de 5 a 15 minutos, y que aunque escuchar a Mozart antes de la prueba era valioso, si se escuchaba a Mozart durante el examen esto causaba una competencia neuronal que interfería con los patrones neuronales de encendido eléctrico (Félix 1993).

De esa manera el estudio demuestra que existe un momento apropiado para escuchar música en el proceso de aprendizaje así como existe un momento apropiado para estar en silencio. Basado en estos estudios, Eric Jensen aconseja tomar el Efecto Mozart con discreción al aplicar e interpretar sus resultados. Él dice que por el momento, el llamado “Efecto Mozart” está todavía incierto.

Eric Jensen dice también que según el neurocientífico Larry Parsons, del Centro de Imágenes de la Universidad de Texas en San Antonio, mientras Mozart ayudó al grupo de control a mejorar su razonamiento, otros subgéneros de la música realmente ayudaron más a los estudiantes que eran parte del experimento, lo que demuestra que pueden ser los ritmos, tonos o patrones de música lo que realmente mejora el aprendizaje.

Dee Dickinson, en su artículo la “Música y la Mente” detalla estos datos muy interesantes sobre la música y el logro académico: ” Recientemente en un estudio sobre la capacidad de estudiantes de ciencia de catorce años en diecisiete países, los tres países que ganaron fueron Hungría, Países Bajos, y Japón. Todos estos países incluyen música a lo largo de su plan de estudios desde Kindergarten hasta cursos de secundaria. En los años 60, el sistema Kodály de educación musical se instituyó en las escuelas de Hungría como resultado del excelente logro académico de los niños en sus “escuelas de canto”. Hoy en día no existe en ese país ningún estudiante de tercer grado que no cante bien entonado y bellamente. Además, el logro académico de los estudiantes húngaros, sobre todo en matemáticas y ciencias, continúa siendo excelente. Los Países Bajos comenzaron su programa de música en 1968, y le siguió Japón aprendiendo de la experiencia de estos otros países.

Otro informe, dice ella, descubre el hecho que los diseñadores técnicos y los ingenieros de Silicon Valley son casi todos músicos practicantes.

Un tercer informe revela que las escuelas que produjeron el logro académico más alto en los Estados Unidos están usando del 20% al 30% del día en las artes, dándole especial énfasis a la música. Se incluye en estas escuelas la escuela elemental St. Augustine del Bronx que, cuando estaba a punto de fracasar en 1984, llevó a cabo un programa de música intensivo. Hoy, el 90% de los estudiantes están leyendo al nivel o a nivel superior al de su grado escolar.

En otro estudio encontrado en el libro “Giros, Las Ventajas Extra-Musicales de una Educación Musical” United Musical Instruments, USA Inc., 1995. pp. 18-24, (Spin-Offs, The Extra-Musical Advantages of a Musical Education, United Musical Instruments USA, Inc., 1995. pp. 18-24) podemos ver que los estudiantes que participaron en grupos musicales y de apreciación musical son los estudiantes con el C.I. más elevado. Los programas de música atraen a estudiantes a los que las escuelas normalmente consideran como sus mejores alumnos. La información suministrada, nos brinda una base fuerte para promover la existencia de programas de música a lo largo de la vida académica del niño.

Un estudio también demostró la relación existente entre el logro en matemáticas y la participación en la instrucción de música instrumental. Se demostró que los estudiantes que participaron en instrucción de música instrumental en la escuela secundaria tomaron como promedio 2.9 más cursos de matemática más avanzada que los que tomaron los estudiantes que no participaron en ningún programa de música. Esto demuestra que la instrucción musical es atractiva para los estudiantes que son excelentes en matemáticas.

Otro estudio encontró que cuanto mejor pueda leer música una persona, mejor puede hacerlo en matemáticas. Lo contrario es también cierto – cuanto mas alto es el logro en el nivel de matemáticas mejor será el estudiante en leer música. Con esto, parece claro que los estudiantes que lo hacen bien en matemáticas, también lo harán bien en música.

Existen muchos métodos que se pueden usar como medio para aprender música. Uno de ellos es el método Suzuki para la enseñanza de música. Al respecto Howard Gardner opina lo siguiente:

“Todos tenemos algo de potencial musical, pero representa una gran diferencia si uno vive en una sociedad donde se espera que todos cantemos o toquemos un instrumento, o si uno tiene padres que se sientan con uno todos los días y cultivan esta inteligencia en particular. Sabemos, por medio del método Suzuki de enseñanza de música, que uno puede tomar a niños ordinarios y hacerlos parecer sensacionales si uno está dispuesto a pasar mucho tiempo y energía en ellos. Y yo pienso que lo mismo sería verdad para cualquiera de las inteligencias. Realmente se trata más de un tema de cuánto tiempo deseamos invertir en cada inteligencia.”

Dee Dickinson nos ilumina con esta información que citaré a continuación:

“El trabajo del Dr. Paul MacLean en el Instituto Nacional de Salud Mental nos da más luces en cuanto al valor de la educación musical. Su teoría sobre el cerebro trino sostiene que el cerebro humano es realmente tres cerebros en uno. La parte más pequeña, aproximadamente 5% del cerebro, la formación reticular, es la entrada para la información de los sentidos y se consagra en mantener el funcionamiento del proceso automático del cuerpo, como ser la respiración y el latido del corazón. Es también el lugar del comportamiento habitual o automático. La segunda parte, el sistema límbico, forma otro 10% del cerebro y es el lugar de las emociones, ciertos tipos de memoria, y del control glandular. La parte más grande, la corteza cerebral, que forma aproximadamente el 85% del cerebro, se consagra a los procesos de más altos de pensamiento.”

“MacLean señala que el sistema límbico es tan poderoso que literalmente puede facilitar o inhibir el aprendizaje y el pensamiento del orden más alto. Parece ser que las emociones positivas, como ser el amor, la ternura y el humor, pueden facilitar las capacidades de pensamiento de orden más alto; considerando que las emociones negativas, como el enojo, la hostilidad, y el miedo, pueden literalmente bajar al cerebro al pensamiento de supervivencia básico.”

“La relación hacia la educación musical es clara cuando observamos a alumnos que practican música alegremente juntos y cuando recogemos información sobre sus logros académicos en otras áreas. En un estudio por Bloom sobre músicos dotados revela que la mayoría tenían experiencias muy tempranas de aprendizaje con maestros que eran pacientes, apoyadores y amorosos. Los maestros de entrenamiento entraron después en sus vidas.”

La Dra. Marian Diamond, neurofisióloga de Berkeley y una de las pioneras en este campo del estudio del cerebro, ha investigado también las ciencias cognitivas y ofrece información sobre cómo cambia el cerebro fisiológicamente en relación al aprendizaje y a la experiencia -para bien o para mal. Ella encontró que las experiencias de aprendizaje positivas, nutritivas y estimulantes que ofrecen oportunidades para interacción y respuesta pueden producir redes neuronales más ricas, que son el “hardware” de la inteligencia. La calidad dinámica de hacer música puede ser una de esos tipos de experiencia.”

Entonces, con toda esta información, pienso que sería del máximo interés de parte de los maestros dedicarse a aprender sobre todas estas técnicas, (El Efecto Mozart, la teoría de Hemi-Sync de Robert Monroe, el Método Suzuki de Enseñanza Musical, y otras) que están disponibles para todos, ya sea en libros o en el Internet, y comiencen a introducir la música en sus sistemas de instrucción.

Éste es el último artículo sobre esta serie de cómo aprende el cerebro, y cómo las emociones y la música pueden influir en nuestro proceso de aprendizaje.

Yo creo que es tiempo que empecemos a buscar más información, la estudiemos e implementemos estos nuevos sistemas en las escuelas. Es tiempo que sintamos que queremos ser parte del gran cambio en la educación, ser parte de las personas que van a provocar ese cambio. Con todas las herramientas que tenemos disponibles ahora, yo considero que es casi irresponsable, como maestros, no hacer uso de toda esa información.

Éstos son cambios revolucionarios, y en la medida en que más y más maestros empiecen a implementar estos nuevos sistemas en sus aulas, estaremos contribuyendo a la conciencia colectiva de la educación y la estaremos cambiando poco a poco, hasta que un día nos demos cuenta de que todos lo estamos haciendo. Nos daremos cuenta de que esto ha pasado finalmente cuando comencemos a ver estudiantes más felices, niños más felices, niños a los que les gusta ir a la escuela, niños a los que les gusta aprender lo que los maestros le están intentando enseñar. Niños que se sientan reconocidos, respetados, con una alta autoestima, queriendo contribuir con sus talentos a la paz mundial. De esta manera estaremos contribuyendo a la nueva humanidad y sabremos que hemos contribuido para que los nuevos niños cumplan con su misión.

ABOUT THE AUTHOR

Margaret Seleme de Guevara is President of the Indigo Foundation of Bolivia. She holds a Masters Degree in Education from Framingham State College and has extensively travelled the world.
Fundación Indigo Bolivia is a non-profit organization whose objective is to divulge the existence of the New Children, their nature, their needs, their mission. It also seeks to instruct teachers how to recognize and manage these children more efficiently in the classroom and, finally, it tries to explain to parents who the new children, in all their denominations (Indigo, Crystal, Rainbow, etc.) are and how they should be incorporated and educated at home and at school. It also seeks to guide parents and teachers in a process of self discovery that will lead them to be better parents and teachers for these children, because as we know, the problem is not in the children, the problem is us, adults.
She dictates education workshops for teachers around the country and leads the School for Parents. The School for Parents (which is free of cost for attendants) meets each Tuesday every other week with parents of the new children. At these meetings we share experiences, feel that we are not alone with this “problem” and learn or better yet, remember, how to be better human beings and thus better parents for our children. We also invite guests with various skills and knowledge who share them with the attending parents.
 
Margaret can be reached at margaretseleme@hotmail.com

Sunday, May 6, 2012

Las Ventajas de la lectura (laguia2000.com)

La lectura no es solamente para muchos un placer, sino que además tiene efectos benéficos; porque aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía y representa un ejercicio útil para evitar la pérdida de las funciones cognitivas.

Leer produce modificaciones en la anatomía del cerebro y favorece las conexiones nerviosas; y si es un hábito frecuente, puede compensar el deterioro natural de la edad avanzada.

Cuando leemos aumenta notablemente la actividad cerebral, principalmente en el hemisferio izquierdo.

El reconocimiento de una palabra implica identificar las letras, procesarlas en sílabas y luego traducirlas a sonidos.

Las palabras aisladas, por ejemplo, estimulan numerosas zonas del cerebro; y la comprensión de un texto más o menos complejo requiere capacidad de representación y simular la escena ficticia, completando los datos que sugiere dicho texto con la propia experiencia e imaginación.

Según la psicóloga Nicole Speer, de la Comisión Interestatal para la Educación Superior en Boulder, la lectura no es una actividad pasiva, porque cuando el lector lee un relato, tiene que recrear mentalmente cada situación, lo que hace activar zonas de su cerebro similares a las que se activan si él realizara esas mismas acciones.

El equipo de Alexandre Castro-Caldas, de la facultad de medicina de la Universidad Católica Portuguesa en Lisboa, realizó un estudio que comparaba los cerebros de personas que leían, con otras que eran analfabetas.

En la prueba ambos grupos debían escuchar palabras reales en su propia lengua y otras inventadas sin ningún significado pero parecidas a las palabras auténticas.

Los analfabetos tuvieron dificultades para repetir esas pseudo palabras y tendían a sustituirlas por las palabras reales que se parecían. Esto se debe al hecho de tener menos desarrollado el sentido para percibir diferencias sonoras sutiles, en tanto que los que sabían leer, las podían diferenciar sin dificultades.

Las personas que leen con regularidad, después de los 70 años, tienen un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, por lo menos durante los siguientes veinte años.

Dawn Betts, del Centro de Servicios Educativos del Condado de Clermont, en Ohio, demostró que la habilidad en la expresión, la lectura y el lenguaje tiene significativa importancia en el rendimiento académico.

Los investigadores temen que el hábito de chatear con mucha frecuencia a través de medios electrónicos, produzca una alteración en la concentración, debido principalmente al reducido vocabulario que se maneja y la poca profundidad de lo que se comunica.

Por otro lado, a las personas que les gusta profundizar en las lecturas mantienen su actividad mental hasta edades muy avanzadas.

El neurólogo Joe Verghese, de la Universidad Yeshiva en New York, llevó a cabo un seguimiento durante veinte años a 470 ancianos de 75 años.

Los que leían mucho así como los que tocaban algún instrumento musical, presentaron menos probabilidades de sufrir demencia, y fue mucho más lento el desgaste de su capacidad mental.

La actividad mental aumenta la reserva cognitiva, o sea, que existe un potencial cognitivo que compensa el efecto de las enfermedades deficitarias nerviosas.

En cuanto a que la lectura favorece la empatía, un estudio realizado muestra que los aficionados a leer novelas de ficción suelen tener mejores habilidades sociales que los que leen libros de textos especializados o los que leen menos.

Hace ya más de trescientos años, el escritor Joseph Addison advirtió que “leer es para la mente lo que el ejercicio físico es para el cuerpo”.

Fuente: “Mente y Cerebro”, No.47/2011, “El beneficio encubierto de leer”, Christian Wolf, doctor en filosofía y periodista científico.
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