Saturday, April 7, 2012

LA INUTILIDAD DE LA RIQUEZA SIN MUJERES

La mayor fuerza motivadora del hombre es su deseo de agradar a la mujer! El cazador destacado en los tiempos prehistóricos, antes del inicio de la civilización, destacó en su tarea debido a su deseo de aparecer grande ante los ojos de una mujer. La naturaleza del hombre no ha cambiado nada en ese aspecto. El «cazador» de hoy en día no vuelve a casa con pieles de animales salvajes, sino que indica su deseo de obtener el favor de la mujer suministrándole ropas exquisitas, automóviles y riqueza. El hombre experimenta el mismo deseo por agradar a la mujer que experimentaba antes de los albores de la civilización. Lo único que ha cambiado en él es su método de agradar. Los hombres que acumularon grandes fortunas y alcanzaron grandes alturas de poder y fama lo hicieron así para satisfacer, sobre todo, su deseo de agradar a la mujer. Si se sacara a las mujeres de sus vidas, las grandes riquezas serían inútiles para casi todos los hombres. Ese deseo, inherente del hombre, por agradar a la mujer es lo que proporciona a ésta el poder de elevar o de hundir a un hombre.

La mujer que comprende la naturaleza masculina y la atiende con tacto, no tiene por qué sentir temor ante la competencia de otras mujeres. Los hombres pueden ser «gigantes» con una indomable fuerza de voluntad cuando tratan con otros hombres, pero las mujeres que ellos mismos han elegido pueden manejarlos con facilidad.
La mayoría de los hombres no admitirán que las mujeres que prefieren influyen en ellos con gran facilidad, porque una de las características de la naturaleza del hombre consiste en desear ser reconocido como el más fuerte de la especie. Además, la mujer inteligente reconoce esta característica masculina y no la pone en entredicho.

Algunos hombres saben que son influidos por las mujeres de su elección -esposa, amante, madre o hermana; pero se contienen con tacto para no rebelarse contra esa influencia, porque son lo bastante inteligentes como para saber que ningún hombre es feliz ni está completo sin la influencia modificadora de la mujer correcta. El hombre que no reconozca esta importante verdad se priva a sí mismo del poder que ha contribuido, más que cualesquiera otras fuerzas combinadas, a ayudar a los de su género a alcanzar el éxito.

RAZONES POR LAS QUE LA ESPOSA PUEDE ELEVAR O HUNDIR AL HOMBRE

 
He aquí una interpretación que, si se comprende adecuadamente, aporta armonía al caos que existe en demasiados matrimonios. La falta de armonía, expresada a menudo en forma de discusiones, suele remontarse a una falta de conocimiento sobre el terna del sexo. Allí donde existen el amor, el romanticismo y una adecuada comprensión de la emoción y la función del sexo, no existe falta de armonía entre las parejas.


Resulta afortunado el hombre cuya esposa comprende la verdadera relación existente entre las emociones del amor, el sexo y el romanticismo. Cuando se ve motivado por este santo triunvirato, ninguna forma de trabajo resulta pesada, porque hasta la forma más baja de esfuerzo adquiere la naturaleza de un trabajo hecho por amor.
Suele decirse que «la esposa de un hombre puede elevarlo o hundirlo», pero no siempre está clara la razón de que esto sea así. La elevación o el hundí miento es el resultado de la comprensión de la esposa, o de la falta de comprensión de las emociones del amor, el sexo y el romanticismo.
Si una esposa permite que su marido pierda interés por ella, y se sienta más interesado por otras mujeres, suele ocurrir debido a la ignorancia de ella, o a su indiferencia con respecto a los temas del sexo, el amor y el romanticismo. Esta afirmación presupone, desde luego, la existencia previa de un amor genuino entre un hombre y una mujer. Los hechos son igualmente aplicables a un hombre que permita que el interés de su esposa por él muera.
Los matrimonios discuten a menudo sobre un montón de trivialidades. Si éstas se analizan con atención, se descubrirá que, casi siempre, la verdadera causa del problema se halla en la indiferencia o en la ignorancia acerca de todos estos temas.

QUIEN AMA DE VERAS NUNCA PUEDE PERDER POR COMPLETO

 

Los recuerdos del amor nunca pasan. Permanecen, guían e influyen mucho después de que la fuente de estímulo se haya desvanecido. No hay nada de nuevo en esto. Toda aquella persona que se haya sentido conmovida por un amor genuino sabe que éste deja huellas perdurables en el corazón humano. El efecto del amor perdura porque la naturaleza del amor es espiritual. El hombre que no pueda ser estimulado para alcanzar grandes alturas de logros por medio del amor no tiene esperanza alguna, está como muerto, aunque pueda parecer vivo.

Recuerde algunas cosas del ayer, y sumerja su mente en los hermosos recuerdos de un amor pasado. Eso suavizará la influencia de las actuales preocupaciones y molestias, las realidades de la vida, y -¿quién sabe?-, durante esta retirada temporal, su mente le llevará al mundo de la fantasía, las ideas o los planes capaces de cambiar todo el estatus financiero, o el espiritual, de su vida.
Si usted cree que es desgraciado porque ha amado y perdido, olvide esa idea. Todo aquel que ha amado de veras nunca pierde por completo. El amor es caprichoso y temperamental. Llega cuando quiere, y se va sin la menor advertencia. Acéptelo y disfrute de él mientras permanezca; pero no malgaste su tiempo preocupándose por su desaparición, porque así nunca conseguirá que regrese.
Rechace también la idea de que el amor se presenta sólo una vez en la vida. El amor puede aparecer y desaparecer en innumerables ocasiones, pero no hay dos experiencias amorosas que afecten a una persona del mismo modo. Puede producirse, y de hecho ocurre, una experiencia amorosa que deje en el corazón una huella más profunda que las otras, pero todas las experiencias amorosas son beneficiosas, excepto para la persona que se siente resentida y cínica cuando el amor desaparece.
En el amor no debería existir desilusión alguna, y no la hay si la gente comprende la diferencia entre las emociones del amor y las del sexo. La gran diferencia radica en que el amor es espiritual, mientras que el sexo es biológico. Ninguna experiencia que afecte al corazón humano con una fuerza espiritual puede ser nociva, excepto como consecuencia de la ignorancia o de los celos.
No cabe la menor duda de que el amor es la experiencia más grande de la vida. Le permite a uno entrar en comunión con la Inteligencia Infinita. Cuando se mezcla con las emociones del romanticismo y del sexo, puede conducirle a uno muy alto por la escalera del esfuerzo creativo. Las emociones del amor, el sexo y el romanticismo son los lados del eterno triángulo del genio con capacidad para lograr y construir.
 El amor es una emoción con colores, sombras y caras numerosos. Pero la más intensa y ardiente de todas las clases de amor es la que se experimenta cuando se mezclan las emociones del amor y del sexo. Los matrimonios que no se ven bendecidos con la afinidad eterna del amor, apropiadamente equilibrada y proporcionada con el sexo, no pueden ser felices, y raras veces perduran. El amor, por sí solo, no proporcionará felicidad en el matrimonio, como tampoco el sexo, por sí solo, lo hará. Cuando estas dos hermosas emociones se mezclan, el matrimonio puede producir un estado mental cercano al espiritual que se llega a conocer en este plano terrenal. Cuando a las emociones del amor y el sexo se les añade la del romanticismo, se eliminan los obstáculos que se interponen entre la mente finita del hombre y la Inteligencia Infinita. ¡Entonces, un genio ha nacido!

LLAME A LA CENTRAL ELÉCTRICA DE SUS EMOCIONES


El sexo, por sí solo, es un poderoso estímulo para la acción, pero sus fuerzas son como las de un ciclón, y a menudo resultan incontrolables. Cuando la emoción del amor empieza a mezclarse con la emoción del sexo, el resultado es la calma de propósito, la adopción de la postura, la exactitud del juicio, y el equilibrio. ¿Qué persona que haya alcanzado la edad de cuarenta años es tan desafortunada como para no poder analizar estas afirmaciones y corroborarlas con su propia experiencia? Cuando se ve impulsado por su deseo de agradar a una mujer, basándose únicamente en la emoción del sexo, un hombre puede ser capaz, y por lo general lo es, de alcanzar un gran logro; pero es muy posible que sus acciones sean desorganizadas, estén distorsionadas y resulten destructivas. Cuando se ve impulsado por su deseo de agradar a una mujer, basándose únicamente en la motivación del sexo, un hombre es capaz de robar, engañar, e incluso de asesinar. Pero cuando la emoción del amor se mezcla con la del sexo, ese mismo hombre guiará sus acciones con mayor cordura, equilibrio y razonamiento.

El amor, el romanticismo y el sexo son emociones capaces de impulsar a los hombres a alcanzar alturas de superlogros. El amor es la emoción que sirve como una válvula de seguridad, que asegura equilibrio, porte y esfuerzo constructivo. Cuando estas tres emociones se combinan, son capaces, por sí solas, de elevarlo a uno a la altura de un genio.
Las emociones son estados de la mente. La naturaleza ha proporcionado al hombre una «química de la mente» que opera de una manera similar a los principios de la química de la materia. Es un hecho bien conocido que, con la ayuda de la química de la materia, un químico puede crear un veneno mortal mezclando ciertos elementos, ninguno de los cuales es nocivo si se toma por sí solo en las proporciones correctas. Del mismo modo, las emociones se pueden combinar de tal forma que produzcan un veneno mortal. Cuando las emociones del sexo y los celos se mezclan, una persona puede convertirse en una bestia demente.
La presencia de una emoción destructiva, o de varias, en la mente humana, a través de la química de la mente, constituye un veneno capaz de destruir el sentido de justicia y equidad de la persona.
El camino que conduce al genio lo emprenden el desarrollo, el control y el uso del sexo, el amor y el romanticismo. En resumen, el proceso se desarrolla como sigue:
Estimula la presencia de estas emociones como los pensamientos dominantes en la mente de uno, y desanima la presencia de todas las emociones destructivas. La mente es una criatura de hábito. Se esfuerza por alcanzar los pensamientos dominantes de los que se alimenta. Gracias a la facultad de la fuerza de voluntad, es posible desanimar la presencia de cualquier emoción, y estimular la presencia de otra. No es difícil alcanzar el control de la mente a través del poder de la voluntad. El control es la consecuencia de la perseverancia y del hábito. El secreto del control radica en la comprensión del proceso de la transmutación.
Cuando cualquier emoción negativa se presenta en la mente de uno, puede ser transmutada en otra positiva o constructiva mediante el simple procedimiento de cambiar los pensamientos que se tienen.
¡El. único camino que conduce al genio es el esfuerzo voluntario y consciente! Un hombre sólo podrá alcanzar grandes alturas de logros financieros o empresariales gracias a la fuerza impulsora de la energía sexual, pero la historia está llena de pruebas de que uno puede llevar consigo, como así suele suceder, ciertos rasgos de carácter que lo privan de su habilidad para conservar o disfrutar de su fortuna. Vale la pena analizar, pensar y meditar en ello porque aquí se afirma una verdad cuyo conocimiento puede resultar muy útil, tanto a las mujeres como a los hombres. La ignorancia de este hecho ha costado a muchos miles de personas la pérdida de su privilegio de la felicidad, aun a pesar de que posean riquezas.

LOS AÑOS FRUCTÍFEROS DESPUÉS DE LOS CUARENTA

Un individuo raras veces inicia un esfuerzo altamente creativo en un campo determinado antes de la edad de los cuarenta años. El hombre medio alcanza el período de su mayor capacidad para crear entre los cuarenta y los sesenta años. Estas afirmaciones se basan en análisis de miles de hombres y mujeres que han sido observados con todo cuidado. Deberían ser estimulantes para todos aquellos que no han logrado llegar a donde querían antes de los cuarenta años, así como para quienes se sienten asustados a medida que se aproximan a los cuarenta y ya se sienten «viejos». Por regla general, los años que median entre los cuarenta y los cincuenta suelen ser los más fructíferos. El hombre debería aproximarse a esa edad no con temeroso temblor, sino con esperanza y con expectativa avidez.


Si usted desea pruebas de que la mayoría de los hombres no empiezan a realizar su mejor trabajo hasta la edad de cuarenta años, estudie los datos de los hombres de mayor éxito, y descubrirá esas pruebas. Henry Ford no empezó a lograr grandes cosas hasta que pasó de los cuarenta. Andrew Carnegie ya había cumplido cuarenta años cuando empezó a cosechar la recompensa de todos sus esfuerzos. James J. Hill aún seguía manejando un telégrafo cuando tenía cuarenta años, y sus estupendos logros los alcanzó después de esa edad. Las biografías de muchos industriales y financieros estadounidenses demuestran que el período que media entre los cuarenta años y los sesenta es la edad más productiva del hombre.
Entre los treinta y los cuarenta, el hombre empieza a aprender (si es que aprende alguna vez) el arte de la transmutación del sexo. Este descubrimiento suele ser accidental, y el que lo descubre suele ser totalmente ajeno a su descubrimiento. Es posible que observe que su poder de logros ha aumentado hacia la edad de treinta y cinco años o cuarenta; pero, en la mayor parte de los casos, no está familiarizado con la causa que ha producido ese cambio; esa naturaleza empieza a armonizar las emociones del amor y el sexo en el individuo, entre los treinta y los cuarenta años, de tal modo que la persona puede usar esas grandes fuerzas, y aplicarlas unidas como estímulos para la acción.
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