Los recuerdos del amor nunca pasan. Permanecen, guían e influyen mucho después de que la fuente de estímulo se haya desvanecido. No hay nada de nuevo en esto. Toda aquella persona que se haya sentido conmovida por un amor genuino sabe que éste deja huellas perdurables en el corazón humano. El efecto del amor perdura porque la naturaleza del amor es espiritual. El hombre que no pueda ser estimulado para alcanzar grandes alturas de logros por medio del amor no tiene esperanza alguna, está como muerto, aunque pueda parecer vivo.
Recuerde algunas cosas del ayer, y sumerja su mente en los hermosos
recuerdos de un amor pasado. Eso suavizará la influencia de las
actuales preocupaciones y molestias, las realidades de la vida, y
-¿quién sabe?-, durante esta retirada temporal, su mente le llevará
al mundo de la fantasía, las ideas o los planes capaces de cambiar
todo el estatus financiero, o el espiritual, de su vida.
Si usted cree que es desgraciado porque ha amado y perdido, olvide
esa idea. Todo aquel que ha amado de veras nunca pierde por
completo. El amor es caprichoso y temperamental. Llega cuando
quiere, y se va sin la menor advertencia. Acéptelo y disfrute de él
mientras permanezca; pero no malgaste su tiempo preocupándose por su
desaparición, porque así nunca conseguirá que regrese.
Rechace también la idea de que el amor se presenta sólo una vez en
la vida. El amor puede aparecer y desaparecer en innumerables
ocasiones, pero no hay dos experiencias amorosas que afecten a una
persona del mismo modo. Puede producirse, y de hecho ocurre, una
experiencia amorosa que deje en el corazón una huella más profunda
que las otras, pero todas las experiencias amorosas son
beneficiosas, excepto para la persona que se siente resentida y
cínica cuando el amor desaparece.
En el amor no debería existir desilusión alguna, y no la hay si la
gente comprende la diferencia entre las emociones del amor y las del
sexo. La gran diferencia radica en que el amor es espiritual,
mientras que el sexo es biológico. Ninguna experiencia que afecte al
corazón humano con una fuerza espiritual puede ser nociva, excepto
como consecuencia de la ignorancia o de los celos.
No cabe la menor duda de que el amor es la experiencia más grande de
la vida. Le permite a uno entrar en comunión con la Inteligencia
Infinita. Cuando se mezcla con las emociones del romanticismo y del
sexo, puede conducirle a uno muy alto por la escalera del esfuerzo
creativo. Las emociones del amor, el sexo y el romanticismo son los
lados del eterno triángulo del genio con capacidad para lograr y
construir.
El amor es una emoción con colores, sombras y caras numerosos. Pero
la más intensa y ardiente de todas las clases de amor es la que se
experimenta cuando se mezclan las emociones del amor y del sexo. Los
matrimonios que no se ven bendecidos con la afinidad eterna del
amor, apropiadamente equilibrada y proporcionada con el sexo, no
pueden ser felices, y raras veces perduran. El amor, por sí solo, no
proporcionará felicidad en el matrimonio, como tampoco el sexo, por
sí solo, lo hará. Cuando estas dos hermosas emociones se mezclan, el
matrimonio puede producir un estado mental cercano al espiritual que
se llega a conocer en este plano terrenal. Cuando a las emociones
del amor y el sexo se les añade la del romanticismo, se eliminan los
obstáculos que se interponen entre la mente finita del hombre y la
Inteligencia Infinita. ¡Entonces, un genio ha nacido!
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