Jamás hay que olvidar que quien estudia es un ser humano, dotado de
una mente capaz de conocer, pero también de un cuerpo que posee
necesidades entre las cuales las más elementales son comer y dormir.
Quien pretenda estudiar de modo eficiente, no debe dejar todo para
último momento, sino que se aprende mejor cuando se lo hace de a poco,
en forma ordenada, repartiendo previa planificación, lo que se estudiará
cada día; habiendo desayunado bien, y almorzado, merendado y cenado de
modo liviano, consumiendo alimentos sanos y nutritivos y no comidas de
las llamadas rápidas, como por ejemplo hamburguesas.
El descanso es fundamental para lograr la concentración, no dormir
solo contribuirá a que el alumno esté más nervioso, cansado y mal
predispuesto para aprender. Las salidas nocturnas deben ser evitadas
cuando se esté próximo a rendir una evaluación, y las diurnas limitarse,
pero el descanso de ocho horas diarios debe respetarse si se desea
conservar la salud física y mental, pues tal vez resulte quedarse sin
dormir para aprobar un examen pero este ritmo será insostenible a largo
plazo, pues el cuerpo se enfermará.
Incluso no conviene estudiar durante varias horas sin tomarse un
pequeño recreo (10 minutos cada hora y media suele ser suficiente).
Hay personas que prefieren estudiar por las noches, y aunque esto no
es recomendable, muchas veces lo hacen porque durante el día la casa
está poblada de ruidos que impiden la concentración, o porque trabajan,
pero en estos casos también debe compensarse con el sueño diurno. Si es
por trabajo, se debe dormir cuando se vuelve, y hasta comenzar a
estudiar, pero nunca intentar hacerlo sin previo descanso.
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