La facultad creativa se hace más alerta y receptiva a factores que
se originan fuera del subconsciente del individuo, y ello sucede en
mayor medida cuanto más se la utiliza, más se basa en ella el
individuo y más le plantea exigencias de impulsos para el
pensamiento. Esta facultad se puede cultivar y desarrollar sólo a
través del uso.
Aquello que conocemos como «conciencia» opera por completo a través
de la facultad del sexto sentido. Los grandes artistas, escritores,
músicos y poetas llegaron a serlo porque adquirieron la costumbre de
confiar en «la pequeña voz silenciosa» que nos habla desde dentro a
través de la facultad de la imaginación creativa. Se trata de un
hecho bien conocido por las personas que poseen una imaginación
«aguda» el que sus mejores ideas proceden de los denominados
«presentimientos».
Hay un gran orador que no alcanza la grandeza hasta que no cierra
los ojos y empieza a confiar por completo en la facultad de la
imaginación creativa. Cuando se le preguntó por qué cerraba los ojos
justo antes del clímax de su oratoria, contestó: «Lo hago porque
entonces hablo a través de ideas que me llegan desde fuera de mí».
Uno de los financieros mejor conocidos y de mayor éxito de Estados
Unidos tenía el hábito de cerrar los ojos durante dos o tres minutos
antes de tomar una decisión. Cuando se le preguntó por qué lo hacía,
contestó:
«Con los ojos cerrados soy capaz de usar una fuente de inteligencia
superior».
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