El agua
ayuda a casi todas las funciones del cuerpo humano. Es de suma
importancia para el correcto funcionamiento de este, y constituye cerca
de dos tercios de nuestro peso corporal.
En condiciones de adecuado aporte dietético, el peso corporal de un adulto normal permanece constante a pesar de las variaciones habituales de la ingesta de agua. Ello indica que el contenido hídrico es regulado eficazmente.
La
incorporación de agua se realiza por vía oral con los líquidos de
bebida y con los alimentos sólidos, que pueden contener 40 por ciento o
más de su peso en agua. Debe agregarse el agua generada en el organismo
como producto metabólico final. Una dieta mixta balanceada produce alrededor de 12 gramos de agua por cada 100 calorías consumidas.
El
riñón está capacitado para mantener constante el volumen hídrico;
elimina orina muy diluida cuando hay exceso de agua, o sumamente
concentrada cuando es necesario retener agua en el organismo. Hay
pérdidas obligadas a nivel de la piel por perspiración insensible y por el pulmón, pues el aire respirado está saturado de vapor de agua. Estas pérdidas aumentan en ambientes de alta temperatura y sequedad atmosférica o en algunos estados patológicos.
Normalmente, las pérdidas por aparato digestivo son escasas. En el
tracto gastrointestinal se vierten unos 8 litros de agua por día, los
cuales son reabsorbidos en su casi totalidad. En el adulto normal, en 24
horas se formal mil ml de saliva, 2 mil ml de jugo gástrico, 500 ml de
bilis, 1.500 ml de jugo pancreático y 3 mil ml de jugo intestinal.
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