El sexo, por sí solo, es un poderoso estímulo para la acción, pero
sus fuerzas son como las de un ciclón, y a menudo resultan
incontrolables. Cuando la emoción del amor empieza a mezclarse con
la emoción del sexo, el resultado es la calma de propósito, la
adopción de la postura, la exactitud del juicio, y el equilibrio.
¿Qué persona que haya alcanzado la edad de cuarenta años es tan
desafortunada como para no poder analizar estas afirmaciones y
corroborarlas con su propia experiencia? Cuando se ve impulsado por
su deseo de agradar a una mujer, basándose únicamente en la emoción
del sexo, un hombre puede ser capaz, y por lo general lo es, de
alcanzar un gran logro; pero es muy posible que sus acciones sean
desorganizadas, estén distorsionadas y resulten destructivas. Cuando
se ve impulsado por su deseo de agradar a una mujer, basándose
únicamente en la motivación del sexo, un hombre es capaz de robar,
engañar, e incluso de asesinar. Pero cuando la emoción del amor se
mezcla con la del sexo, ese mismo hombre guiará sus acciones con
mayor cordura, equilibrio y razonamiento.
El amor, el romanticismo y el sexo son emociones capaces de impulsar
a los hombres a alcanzar alturas de superlogros. El amor es la
emoción que sirve como una válvula de seguridad, que asegura
equilibrio, porte y esfuerzo constructivo. Cuando estas tres
emociones se combinan, son capaces, por sí solas, de elevarlo a uno
a la altura de un genio.
Las emociones son estados de la mente. La naturaleza ha
proporcionado al hombre una «química de la mente» que opera de una
manera similar a los principios de la química de la materia. Es un
hecho bien conocido que, con la ayuda de la química de la materia,
un químico puede crear un veneno mortal mezclando ciertos elementos,
ninguno de los cuales es nocivo si se toma por sí solo en las
proporciones correctas. Del mismo modo, las emociones se pueden
combinar de tal forma que produzcan un veneno mortal. Cuando las
emociones del sexo y los celos se mezclan, una persona puede
convertirse en una bestia demente.
La presencia de una emoción destructiva, o de varias, en la mente
humana, a través de la química de la mente, constituye un veneno
capaz de destruir el sentido de justicia y equidad de la persona.
El camino que conduce al genio lo emprenden el desarrollo, el
control y el uso del sexo, el amor y el romanticismo. En resumen, el
proceso se desarrolla como sigue:
Estimula la presencia de estas emociones como los pensamientos
dominantes en la mente de uno, y desanima la presencia de todas las
emociones destructivas. La mente es una criatura de hábito. Se
esfuerza por alcanzar los pensamientos dominantes de los que se
alimenta. Gracias a la facultad de la fuerza de voluntad, es posible
desanimar la presencia de cualquier emoción, y estimular la
presencia de otra. No es difícil alcanzar el control de la mente a
través del poder de la voluntad. El control es la consecuencia de la
perseverancia y del hábito. El secreto del control radica en la
comprensión del proceso de la transmutación.
Cuando cualquier emoción negativa se presenta en la mente de uno,
puede ser transmutada en otra positiva o constructiva mediante el
simple procedimiento de cambiar los pensamientos que se tienen.
¡El. único camino que conduce al genio es el esfuerzo voluntario y
consciente! Un hombre sólo podrá alcanzar grandes alturas de logros
financieros o empresariales gracias a la fuerza impulsora de la
energía sexual, pero la historia está llena de pruebas de que uno
puede llevar consigo, como así suele suceder, ciertos rasgos de
carácter que lo privan de su habilidad para conservar o disfrutar de
su fortuna. Vale la pena analizar, pensar y meditar en ello porque
aquí se afirma una verdad cuyo conocimiento puede resultar muy útil,
tanto a las mujeres como a los hombres. La ignorancia de este hecho
ha costado a muchos miles de personas la pérdida de su privilegio de
la felicidad, aun a pesar de que posean riquezas.