En 1939, la reina del melodrama en Hollywood, Bette
Davis, protagonizó "Amarga victoria", la trágica historia de una joven
fiestera y adinerada que estaba muriéndose de un tumor cerebral.
El público sabe que la muerte llegará
rápidamente después de la ceguera. En el gran final, la visión del
personaje empieza a fallar y ella sube lentamente una enorme escalera.
Davis sabía que ese momento le aseguraría la candidatura a un tercer Oscar.
Le preguntó al director "¿quién está haciendo la
música de esta película?" y la respuesta fue: el supremamente talentoso
Max Steiner.
Steiner había compuesto la revolucionaria
partitura de "King Kong" en 1933. Fue la primera banda sonora completa
de Hollywood y una que les permitió a los aficionados sentir empatía
ante los designios del destino de un gorila de plastilina.
Davis era una mujer muy lista. Entendía cuán
valiosa era una pieza musical que elevara el momento a su máxima
expresión, pero también temía que eclipsara su actuación.
"Pues o subo yo esas escaleras o las sube Max Steiner, pero los dos juntos, no", declaró.
La opinión de Davis fue ignorada y con esa
escena se crearon dos nominaciones al premio de la Academia: una para
ella y otra para Steiner.
A Bette Davis le preocupaba que la música opacara su actuación en "Amarga victoria".
Agudización de los sentidos
La anécdota demuestra la importancia de la música en el cine y el poder que una banda sonora puede ejercer sobre el público.
El compositor Neil Brand, presentador de la
serie de la BBC "La música que hizo las películas", cree que nuestros
sentidos se agudizan desde el momento en el que entramos en la sala del
cine.
El sonido del cine
El Padrino (1972)
Nino Rota escribió una partitura,
pero no hay una música reconocible en la famosa escena del restaurante.
Cuando Michael Corleone dispara contra el rival de su padre, el
diseñador de sonido Walter Murch acentúa el pánico con el ruido de un
tren frenando repentinamente afuera.
Psicosis (1960)
Alfred Hitchcock le dijo
originalmente al compositor Bernard Herrmann que dejara la célebre
escena de la ducha sin música. Pero Herrmann escribió la partitura con
las notas punzantes y discordantes, que recuerdan los alaridos de los
animales. Hitchcock, por supuesto, cambió de opinión.
Bullitt (1968)
El compositor Lalo Schifrin se negó a
escribir música para la persecución de diez minutos de Steve McQueen
por las calles de San Francisco. Sentía que los chirridos de los
neumáticos y los rugidos de los motores harían el trabajo por él. Con
frecuencia Schifrin es elogiado por la excelente partitura de esta
sección de la película, que no tiene banda sonora.
Un tranvía llamado Deseo (1951)
Fue el primer drama de Hollywood con
una banda sonora completa de jazz, pero su sensualidad madura indignó a
los autoproclamados moralistas de la Legión de la Decencia, que
obligaron al compositor Alex North a bajarle el tono.
Taxi Driver (1976)
Bernard Herrmann se rehusó al
principio a leer el guión y le dijo al director, Martin Scorsese: "No
hago películas sobre taxistas". Pero el llamativo sonido de percusión
superpuesto a un suave saxofón se convirtió en una de las claves del
éxito de la película.
"La oscuridad, los extraños, la anticipación, el
abrazo cálido y cómodo del asiento. Estamos listos para experimentar
grandes emociones", dice. "Y en el instante en el que arranca la música,
estamos dispuestos a quedarnos todo lo que dure el viaje".
"Los seres humanos somos muy buenos para
interpretar el sonido, desde que nuestros antepasados prehistóricos oían
que una rama se rompía en el bosque y pensaban '¡a correr o me
matan!'".
"Tenemos una comprensión muy profunda de lo que la música está haciendo y es algo muy físico", añade Brand.
"La podemos sentir entrando a nuestros oídos a
través de ondas sonoras y puede producir toda clase de reacciones
físicas, desde un golpe en el estómago en adelante".
El ruido del pánico
Los ejemplos más simples de esto se encuentran
en películas de terror y de suspenso, las cuales emplean sonidos
disonantes y chillones que asociamos inconscientemente con animales en
peligro.
Un estudio elaborado en 2010 por la Universidad
de California encontró que la sensibilidad humana a sonidos de alarma no
lineales, como los que emiten las marmotas para advertir sobre la
presencia de depredadores, son usados por compositores de cine para
inquietar y poner nerviosa a la gente.
En películas, como la clásica de Alfred
Hitchcock de 1960 "Psicosis", la tensión de las cuerdas y los bronces
exagerados imitan el ruido del pánico en la naturaleza.
Para quienes disfrutan de una partitura
romántica exuberante, un experimento de 2011 en la Universidad McGill de
Canadá estudió la mecánica neural para explicar por qué a los humanos
se nos pone la piel de gallina con las grandes melodías.
Lejos de ser una experiencia puramente auditiva,
las tomografías indican que las regiones del cerebro que se iluminan
con la música son aquellas vinculadas a estímulos eufóricos como la
comida, el sexo y las drogas.
La sangre que fluye en el cerebro responde a áreas asociadas con la recompensa, la emoción y la excitación.
Vibraciones extremas
Philip Ball, autor de "El instinto de la
música", afirma que las bandas sonoras pueden producir la misma reacción
en nosotros, independientemente de que la música sea buena o mala.
"Nuestra respuesta a ciertas clases de ruido es tan profunda que no podemos apagarla", le dice a la BBC.
"Los compositores de las películas saben eso y
lo usan para saltarse la parte lógica de nuestro cerebro e ir
directamente a los centros emocionales".
Se cree que fue el infrasonido el que provocó miedo en "Actividad paranormal".
Algunos cineastas usan ahora infrasonido para
inducir miedo. Se trata de ondas sonoras graves o vibraciones con una
frecuencia más baja que el espectro del oído humano.
Aunque no lo podemos escuchar, se ha demostrado
que el infrasonido puede producir ansia, extrema tristeza, palpitaciones
y temblores.
Los productores de la película de suspenso psicológica francesa "Irreversible" admitieron que utilizaron esta técnica.
Miembros del público dijeron que se sintieron
desorientados y físicamente enfermos tras sólo media hora de
infrasonido, y se salieron de la sala de proyección antes de que
mostraran la secuencia más impactante visualmente en la pantalla.
En 2007, las audiencias del film de horror
"Actividad Paranormal" también reportaron haber sentido altos niveles de
miedo a pesar de la falta de acción en la pantalla. Se piensa que
fueron provocados por ondas sonoras de baja frecuencia.
"No afecta a todo el mundo de la misma forma", señala Ball, "pero parece posible que será usado más en el cine en el futuro".