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Friday, November 30, 2012

Poner límites a los más pequeños (kidshealth.org)


¿Hay algún padre que no haya sentido un amor profundo y total por su pequeño y, al mismo tiempo, frustración e ira?

Los niños pequeños ponen a prueba nuestros nervios porque están explorando los límites en todos los aspectos del mundo que les rodea. Cada día, poco a poco, van aprendiendo nuevas habilidades y superando nuevos retos, y se sienten ansiosos y excitados ante la posibilidad de usar esos talentos.

A veces es difícil educar a un niño de corta edad, pero es posible hacerlo. Y establece normas y límites ahora — mientras su hijo está aprendiendo qué comportamientos son aceptables — ayudará a evitar mayores problemas en el futuro.

Estas son algunas de las cuestiones que pueden ayudarle para educar a su hijo pequeño.

Sea coherente

Cuando se trata de educar, es importante ser coherente. Los padres que no respetan las normas y las consecuencias que establecen tienen hijos que tampoco las respetan. Por ejemplo, si le dice a su hijo que va a estar sin jugar durante un rato como consecuencia de su mal comportamiento, asegúrese de cumplirlo. Si hace alguna advertencia, manténgala hasta el final. Las amenazas vacías socavan su autoridad.

Y no olvide que los niños aprenden observando a los adultos, especialmente a los padres. Así que asegúrese de que su comportamiento pueda servirle como modelo. Cuando le pida a su hijo que recoja los juguetes, será mucho más convincente si sus proprias cosas están ordenadas en vez de estar desparramadas por la habitación.

Elimine tentaciones

A estas alturas ya habrá descubierto que su pequeño quiere explorar e investigar el mundo. Los niños pequeños son curiosos por naturaleza, por lo que es una buena idea eliminar las tentaciones siempre que sea posible. Esto significa que aparatos como televisores, teléfonos y equipos de vídeo deben mantenerse fuera de su alcance, así como los objetos que pueda tragarse, como joyas, botones y cosas pequeñas que los niños pueden meterse en la boca.

Y siempre mantenga bien guardadas en lugares adonde los niños no puedan llegar las medicina y los productos de limpieza.

Thursday, November 15, 2012

Todo sobre el sueño


El sueño -o su falta- es probablemente el aspecto más discutido sobre el cuidado del bebé. Los padres primerizos descubren su fundamental importancia durante las primeras semanas y meses de vida del bebé. La calidad y la cantidad del sueño de un lactante afectan al bienestar de toda la familia.

Las peleas que giran alrededor del sueño es muy raro que terminen cuando el niño pasa de la cuna a la cama. Solo cambian de forma. En vez de tener que alimentarlo a las 3 de la madrugada, se pasa a las pesadillas y a las peticiones de agua a media noche.

Entonces, ¿cómo conseguir que su hijo se meta en la cama a pesar de sus llantos, gritos, tácticas de evasión y súplicas? ¿Cómo debe responder cuando su hijo le despierta a media noche? ¿Y cuánto necesitan dormir los niños?

¿Cuánto sueño es suficiente?

Todo depende de la edad el niño. Los gráficos que indican las horas de sueño que suele requerir un lactante o un niño de 2 años pueden generar dudas y preocupaciones en los padres, al no tener en cuenta las diferencias individuales. Estas cifras no son más que simples promedios de grupos extensos de niños de edades concretas.

No existe un número mágico de horas requeridas por todos los niños de un grupo de edad en concreto. Sarah, de dos años, puede dormir de 8:00 de la tarde a 8:00 de la mañana, mientras que Johny, también de dos años, está igual de alerta al día siguiente después de dormir de 9:00 de la noche a 6:00 de la mañana.

De todos modos, el sueño es muy importante para el bienestar de los niños. La relación existente entre la falta de sueño y el comportamiento del niño no siempre es evidente. Cuando un adulto está cansado, puede estar irritable y/o tener muy poca energía, pero un niño puede volverse hiperactivo, antipático y presentar comportamientos extremos.

La mayoría de necesidades de sueño caen dentro de un margen predecible de horas según la edad del niño, pero cada niño es un ser único con sus propias y específicas necesidades de sueño.

He aquí algunas cifras aproximadas de horas de sueño en función de la edad, acompañadas de tácticas para favorecer el sueño adaptadas a cada grupo de edad.

Bebés (hasta los 6 meses)

No existe una fórmula para el sueño en los recién nacidos porque sus relojes internos todavía no están completamente desarrollados. Por lo general, duermen o dormitan de 16 a 20 horas al día, divididas por igual entre el día y la noche.

Los padres deben despertar a sus recién nacidos cada 3 o 4 horas hasta que se estabilice su ganancia de peso, lo que suele ocurrir aproximadamente a las dos semanas del nacimiento. A partir de ese momento, no pasa nada si un bebé duerme durante períodos de tiempo más largos. Pero no se ilusione demasiado pronto: la mayoría de lactantes no duermen durante mucho tiempo seguido porque los despierta el hambre.

Pasadas las dos primeras semanas, los lactantes pueden dormir hasta 4 o 5 horas seguidas; esta es la cantidad aproximada de tiempo que sus pequeños estómagos pueden aguantar sin recibir alimento entre tomas consecutivas. Si un bebé duerme durante mucho tiempo seguido por la noche, probablemente querrá mamar o tomar el biberón más a menudo durante el día.

Justo cuando los padres piensan que dormir toda la noche de un tirón parece un sueño inalcanzable, las horas de sueño del bebé empiezan a concentrarse en mayor medida por la noche. A los 3 meses, un bebé promedio duerme unas 13 horas en cada período de 24 horas (4 o 5 horas de sueño durante el día, repartidas en varias siestas, y de 8 a 9 horas de sueño por la noche, generalmente con una o dos interrupciones). Aproximadamente el 90% de los bebés de esta edad duerme más por la noche, durante períodos de 5 a 6 horas de duración.

Pero es importante saber que los bebés no siempre están despiertos cuando suenan como si lo estuvieran; pueden llorar y hacer todo tipo de ruidos durante el sueño ligero. Incluso, si se despiertan por la noche, es posible que solo pasen unos minutos despiertos antes de volver a conciliar el sueño por sí solos.

Si un bebé de menos de 6 meses sigue llorando, usted deberá atenderlo. Es posible que el bebé esté realmente incómodo: hambriento, mojado, frío o incluso enfermo. Pero el hecho de levantar al bebé por la noche para cambiarlo o alimentarlo debería ser un proceso lo más rápido y silencioso posible. No le aporte ningún estímulo innecesario como hablar, jugar o encender la luz. Fomente la idea de que la noche es para dormir. Es usted quien debe trasmitirle esta disciplina y enseñarle a dormirse solo por la noche, ya que a los bebés nunca les importa qué hora es siempre y cuando se satisfagan sus necesidades.

Idealmente, se debe colocar al bebé en la cuna antes de que se duerma. Y no es demasiado pronto para establecer una rutina sencilla para la hora de dormir. Cualquier actividad relajante llevada a cabo con regularidad y siguiendo el mismo orden cada noche, puede formar parte de la rutina. Su bebé asociará esas actividades con la hora de dormir y le ayudarán a tranquilizarse.

El objetivo consiste en que el bebé sepa dormirse de forma independiente y que aprenda a calmarse y a volverse a dormir en caso de que se despierte a media noche.

De 6 a 12 meses

A los 6 meses, un lactante duerme unas 3 horas durante el día y aproximadamente de 9 a 11 horas por la noche. A esta edad, usted puede empezar a modificar su respuesta cuando el bebé se despierte y llore por la noche.

Puede dejar al bebé un poco más de tiempo para que se calme por sí solo y vuelva a quedarse dormido. Si no lo consigue, tranquilícelo sin levantarlo en brazos (hablándole con suavidad, acariciándole o frotándole la espalda) y luego márchese de la habitación del bebé, a menos que parezca enfermo. Cuando un bebé está enfermo necesita que lo levanten en brazos y lo cuiden. Si el bebé no parece enfermo y continúa llorando, la próxima vez usted podrá esperar un poco más para repetir la breve visita a su habitación.

Entre los 6 y los 12 meses, la ansiedad de separación, una fase normal del desarrollo, entra en juego. Pero las reglas sobre cómo reaccionar ante los despertares nocturnos del pequeño seguirán siendo las mismas cuando su hijo cumpla un año. Intente no levantarlo en brazos, encender la luz, cantarle, hablarle, jugar con él ni alimentarle. Todas estas actividades no permiten que el pequeño aprenda a dormirse solo y fomentan los despertares nocturnos.

De 1 a 3 años

En las edades comprendidas entre el primer y el tercer cumpleaños, la mayoría de los niños duermen un promedio de 10 a 13 horas por la noche. La ansiedad de separación o sencillamente las ganas de estar despierto con papá y mamá (y de no perderse de nada), pueden llevar a un niño a no quererse dormir por la noche. Y lo mismo puede conseguir la tendencia a llevar la contra propia de los niños de esta edad.

Los padres a veces cometen el error de pensar que, si mantienen a su hijo despierto hasta tarde, estará más cansado a la hora de dormir. De hecho, a un niño puede costarle más conciliar el sueño cuando está demasiado cansado. Establezca horarios regulares para la siesta y la hora de acostarse por la noche. Aunque la mayoría de niños de esta edad hacen la siesta durante el día, no debe forzar a su hijo a hacerla. Pero es importante que programe un período de tiempo para que se relaje y repose, aunque su hijo prefiera no dormir.

Establecer una rutina para la hora de acostarse ayuda a los niños a relajarse y prepararse para dormir. Para un niño de 1 a 3 años, la rutina puede durar de 15 a 30 minutos e incluir actividades tranquilizadoras, como leerles un cuento, bañarlos o escuchar música relajante.

Independientemente del ritual nocturno que elija, su hijo probablemente insistirá en que sea el mismo todas las noches. Pero no permita que los rituales se alarguen demasiado ni que sean demasiado complicados. En la medida de lo posible, permita que su hijo escoja entre algunas alternativas de la rutina: qué pijama ponerse, qué muñeco de peluche llevarse a la cama, que música escuchar. Estas decisiones darán a su pequeño la sensación de que controla en cierto modo la rutina.

Pero incluso los niños que duermen mejor pueden despertarse y llamar a sus padres por la noche. La salida de los dientes y los sueños pueden despertar a los niños de esta edad. Los sueños activos empiezan en esta etapa y pueden resultar realmente alarmantes para unos niños tan pequeños. Las pesadillas, en concreto, asustan mucho a los niños de esta edad, que todavía no distinguen entre realidad e imaginación. (Por lo tanto, seleccione atentamente los programas de televisión que ve su hijo antes de acostarse, en el caso de que vea alguno.)

Consuele o tranquilice a su hijo, abrazándolo cuando le despierta un sueño o una pesadilla. Permita que le hable sobre el sueño si quiere hacerlo y permanezca a su lado hasta que se calme. Luego anímele a que vuelva a conciliar el sueño en cuanto sea posible.

Etapa preescolar (de 3 a 5 años)

Los niños en etapa preescolar necesitan aproximadamente de 10 a 12 horas de sueño nocturno. Un niño de esta edad que duerma lo suficiente por la noche, puede no necesitar hacer la siesta durante el día. Esta puede ser sustituida por un período de tranquilidad y reposo.

En la mayoría de guarderías y jardines de infantes se establecen breves períodos de tranquilidad, donde los niños se acuestan en colchonetas o descansan de otro modo. Cuando un niño deja de hacer la siesta, su hora de acostarse por la noche puede adelantarse con respecto a la etapa anterior.

Etapa escolar y preadolescencia

Los niños en edad escolar necesitan de 10 a 12 horas de sueño nocturno. Los problemas para irse a la cama pueden obedecer a diversas razones. Los deberes, la práctica de actividades deportivas extraescolares, la televisión, las computadoras y los juegos de vídeo, así como horarios familiares caóticos pueden contribuir a que los niños no duerman lo suficiente.

La falta de sueño puede desencadenar un comportamiento irritable o hiperactivo e impedir que los niños presten atención en clase. Es importante tener un horario regular para acostarse, sobre todo en los días lectivos. Asegúrese de dejar suficiente tiempo a su hijo para que se tranquilice antes de que apague la luz.

Adolescencia

Los adolescentes necesitan de 8,5 a 9,5 horas de sueño por la noche, pero muchos de ellos no las duermen. Debido a que los centros de estudios empiezan muy pronto y a la sobrecarga de trabajos escolares, deberes y actividades sociales y extraacadémicas, los adolescentes suelen tener una falta de sueño de carácter crónico.

Y la falta de sueño se acumula a los largo del tiempo, de modo que una hora menos de sueño por la noche cada día equivale a una noche entera sin dormir al final de la semana. Entre otras cosas, la falta de sueño puede producir:
  • una reducción de la atención
  • una disminución de la memoria a corto plazo
  • un rendimiento inconsistente
  • retrasos en el tiempo de respuesta
Estos efectos pueden provocar mal carácter, problemas en la escuela, uso de estimulantes y accidentes de tráfico (más de la mitad de los accidentes de coche “por dormirse al volante” están provocados por adolescentes).

Los adolescentes también experimentan un cambio en sus patrones de sueño: sus cuerpos desean permanecer despiertos más tiempo por la noche y despertarse más tarde por la mañana, lo que generalmente hace que intenten recuperar el sueño perdido durante el fin de semana. Esta irregularidad en el horario del sueño puede agravar todavía más el problema, haciendo que acostarse a una hora razonable durante la semana les resulte todavía más difícil.

En el caso ideal, un adolescente debería acostarse a la misma hora todas las noches y levantarse a la misma hora todas las mañanas, durmiendo un mínimo de 8 a 9 horas diarias.

Rutinas para la hora de acostarse

Independientemente de la edad que tenga su hijo, establezca una buena rutina para la hora de acostarse que fomente unos buenos hábitos de sueño. Los siguientes consejos pueden ayudar a los niños a tener un sueño nocturno reparador:
  • Incluya un período para relajarse en la rutina.
  • Establezca y cumpla una hora para acostarse, avisando a su hijo dos veces, con media hora y 10 minutos de antelación.
  • Si su hijo es mayor o adolescente, anímele a que siga y mantenga una hora de acostarse que le permita obtener la cantidad de horas de sueño necesaria para su edad.
Revisado por: Mary L. Gavin, MD
Fecha de revisión: enero de 2011

Wednesday, October 31, 2012

All About Sleep


Sleep — or lack of it — is probably the most-discussed aspect of baby care. New parents discover its vital importance those first few weeks and months. The quality and quantity of an infant's sleep affects the well-being of everyone in the household.

And sleep struggles rarely end with a growing child's move from crib to bed. It simply changes form. Instead of cries, it's pleas or refusals. Instead of a feeding at 3:00 AM, it's a nightmare or request for water.

So how do you get your child to bed through the cries, screams, avoidance tactics, and pleas? How should you respond when you're awakened in the middle of the night? And how much sleep is enough for your kids?

How Much Is Enough?

It all depends on a child's age. Charts that list the hours of sleep likely to be required by an infant or a 2-year-old may cause concern when individual differences aren't considered. These numbers are simply averages reported for large groups of kids of particular ages.

There's no magical number of hours required by all kids in a certain age group. Two-year-old Sarah might sleep from 8:00 PM to 8:00 AM, whereas 2-year-old Johnny is just as alert the next day after sleeping from 9:00 PM to 6:00 AM.

Still, sleep is very important to kids' well-being. The link between a lack of sleep and a child's behavior isn't always obvious. When adults are tired, they can be grumpy or have low energy, but kids can become hyper, disagreeable, and have extremes in behavior.

Most kids' sleep requirements fall within a predictable range of hours based on their age, but each child is a unique individual with distinct sleep needs.

Here are some approximate numbers based on age, accompanied by age-appropriate pro-sleep tactics.

Babies (up to 6 Months)

There is no sleep formula for newborns because their internal clocks aren't fully developed yet. They generally sleep or drowse for 16 to 20 hours a day, divided about equally between night and day.

Newborns should be awakened every 3 to 4 hours until their weight gain is established, which typically happens within the first couple of weeks. After that, it's OK if a baby sleeps for longer periods of time. But don't get your slumber hopes up just yet — most infants won't snooze for extended periods of time because they get hungry.

After the first couple of weeks, infants may sleep for as long as 4 or 5 hours — this is about how long their small bellies can go between feedings. If babies do sleep a good stretch at night, they may want to nurse or get the bottle more frequently during the day.

Just when parents feel that sleeping through the night seems like a far-off dream, their baby's sleep time usually begins to shift toward night. At 3 months, a baby averages about 13 hours of sleep in a 24 hour period (4-5 hours of sleep during the day broken into several naps and 8-9 hours at night, usually with an interruption or two). About 90% of babies this age sleep through the night, meaning 5 to 6 hours in a row.

But it's important to recognize that babies aren't always awake when they sound like they are; they can cry and make all sorts of other noises during light sleep. Even if they do wake up in the night, they may only be awake for a few minutes before falling asleep again on their own.

If a baby under 6 months old continues to cry, it's time to respond. Your baby may be genuinely uncomfortable: hungry, wet, cold, or even sick. But routine nighttime awakenings for changing and feeding should be as quick and quiet as possible. Don't provide any unnecessary stimulation, such as talking, playing, or turning on the lights. Encourage the idea that nighttime is for sleeping. You have to teach this because your baby doesn't care what time it is as long as his or her needs are met.

Ideally, your baby should be placed in the crib before falling asleep. And it's not too early to establish a simple bedtime routine. Any soothing activities, performed consistently and in the same order each night, can make up the routine. Your baby will associate these with sleeping, and they'll help him or her wind down.

The goal is for babies to fall asleep independently, and to learn to soothe themselves and go back to sleep if they should wake up in the middle of the night.

6 to 12 Months

At 6 months, an infant may nap about 3 hours during the day and sleep about 9 to 11 hours at night. At this age, you can begin to change your response to an infant who awakens and cries during the night.

Parents can give babies a little more time to settle down on their own and go back to sleep. If they don't, comfort them without picking them up (talk softly, rub their backs), then leave — unless they appear to be sick. Sick babies need to be picked up and cared for. If your baby doesn't seem sick and continues to cry, you can wait a little longer, then repeat the short crib-side visit.

Between 6 and 12 months, separation anxiety, a normal developmental phase, comes into play. But the rules for nighttime awakenings are the same through a baby's first birthday: Try not to pick up your baby, turn on the lights, sing, talk, play, or feed your child. All of these activities do not allow your baby to learn to fall asleep on his or her own and encourage repeat awakenings.

Toddlers

From ages 1 to 3, most toddlers sleep about 10 to 13 hours. Separation anxiety, or just the desire to be up with mom and dad (and not miss anything), can motivate a child to stay awake. So can simple toddler-style contrariness.

Parents sometimes make the mistake of thinking that keeping a child up will make him or her sleepier for bedtime. In fact, though, kids can have a harder time sleeping if they're overtired. Set regular bedtimes and naptimes. Though most toddlers take naps during the day, you don't have to force your child to nap. But it's important to schedule some quiet time, even if your child chooses not to sleep.

Establishing a bedtime routine helps kids relax and get ready for sleep. For a toddler, the routine may be from 15 to 30 minutes long and include calming activities such as reading a story, bathing, and listening to soft music.

Whatever the nightly ritual is, your toddler will probably insist that it be the same every night. Just don't allow rituals to become too long or too complicated. Whenever possible, allow your toddler to make bedtime choices within the routine: which pajamas to wear, which stuffed animal to take to bed, what music to play. This gives your little one a sense of control over the routine.

But even the best sleepers give parents an occasional wake-up call. Teething can awaken a toddler and so can dreams. Active dreaming begins at this age, and for very young children, dreams can be pretty alarming. Nightmares are particularly frightening to a toddler, who can't distinguish imagination from reality. (So carefully select what TV programs, if any, your toddler sees before bedtime.)

Comfort and hold your child at these times. Let your toddler talk about the dream if he or she wants to, and stay until your child is calm. Then encourage your child to go back to sleep as soon as possible.

Preschoolers

Preschoolers sleep about 10 to 12 hours per night. A preschool child who gets adequate rest at night may no longer needs a daytime nap. Instead, a quiet time may be substituted.
Most nursery schools and kindergartens have quiet periods when the kids lie on mats or just rest. As kids give up their naps, bedtimes may come earlier than during the toddler years.

School-Age Children and Preteens

School-age kids need 10 to 12 hours of sleep a night. Bedtime difficulties can arise at this age for a variety of reasons. Homework, sports and after-school activities, TVs, computers, and video games, as well as hectic family schedules might contribute to kids not getting enough sleep.

Lack of sleep can cause irritable or hyper types of behavior and may make it difficult for kids to pay attention in school. It is important to have a consistent bedtime, especially on school nights. Be sure to leave enough time before bed to allow your child to unwind before lights out.

Teens

Adolescents need about 8½ to 9½ hours of sleep per night, but many don't get it. Because of early school start times on top of schedules packed with school, homework, friends, and activities, they're typically chronically sleep deprived.

And sleep deprivation adds up over time, so an hour less per night is like a full night without sleep by the end of the week. Among other things, an insufficient amount of sleep can lead to:
  • decreased attentiveness
  • decreased short-term memory
  • inconsistent performance
  • delayed response time
These can cause bad tempers, problems in school, stimulant use, and driving accidents (more than half of "asleep-at-the-wheel" car accidents are caused by teens).

Teens also experience a change in their sleep patterns — their bodies want to stay up late and wake up later, which often leads to them trying to catch up on sleep during the weekend. This sleep schedule irregularity can actually aggravate the problems and make getting to sleep at a reasonable hour during the week even harder.

Ideally, a teen should try to go to bed at the same time every night and wake up at the same time every morning, allowing for at least 8 to 9 hours of sleep.

Bedtime Routines

No matter what your child's age, establish a bedtime routine that encourages good sleep habits. These tips can help kids ease into a good night's sleep:
  • Include a winding-down period in the routine.
  • Stick to a bedtime, alerting your child both half an hour and 10 minutes beforehand.
  • Encourage older kids and teens to set and maintain a bedtime that allows for the full hours of sleep needed at their age.
Reviewed by: Mary L. Gavin, MD
Date reviewed: January 2011

Monday, October 15, 2012

When a Pet Dies


For most kids, pets are more than just animals their families own — they're members of the family and the best of friends.

Unfortunately, the joy of owning a pet goes hand-in-hand with the heartbreak of losing one, whether because of old age, illness, or an accident.

And that can be very difficult. After all, family pets often are the first to greet kids in the morning and after school. Your pet may be the one your child looks to for comfort and companionship when ill or feeling unpopular or upset.

While it's impossible to shelter kids from the loss of a pet, you can help them cope with it. And because a pet's death might be their first time losing a loved one, the grieving process can help kids learn how to cope with other losses throughout life.

Sharing the News and the Grief

One of the most difficult parts about losing a pet may be breaking the bad news to kids. Try to do so one-on-one in a place where they feel safe and comfortable and not easily distracted.

As you would with any tough issue, try to gauge how much information kids need to hear based on their age, maturity level, and life experience.

If your pet is very old or has a lingering illness, consider talking to kids before the death occurs. If you have to euthanize your pet, you may want to explain that:
  • the veterinarians have done everything that they can
  • your pet would never get better
  • this is the kindest way to take the pet's pain away
  • the pet will die peacefully, without feeling hurt or scared
Again, a child's age, maturity level, and questions will help determine whether to offer a clear and simple explanation for what's going to happen. If so, it's OK to use words like "death" and "dying" or to say something like "The veterinarian will give our pet a shot that first puts it to sleep and then stops the heart from beating." Many kids want a chance to say goodbye beforehand, and some may be old enough or emotionally mature enough to be there to comfort the pet during the process.

If you do have to euthanize your pet, be careful about saying the animal went "to sleep" or "got put to sleep." Young kids tend to interpret events literally, so this can conjure up scary misconceptions about sleep or surgery and anesthesia.

If the pet's death is more sudden, calmly explain what has happened. Be brief, and let your child's questions guide how much information you provide.

Sticking to the Truth

Avoid trying to gloss over the event with a lie. Telling a child that "Buster ran away" or "Max went on a trip" is not a good idea. It probably won't alleviate the sadness about losing the pet, and if the truth does come out, your child will probably be angry that you lied.
If asked what happens to the pet after it dies, draw on your own understanding of death, including, if relevant, the viewpoint of your faith. And since none of us knows fully, an honest "I don't know" certainly can be an appropriate answer — it's OK to tell kids that death is a mystery.

Helping Your Child Cope

Like anyone dealing with a loss, kids usually feel a variety of emotions besides sadness after the death of a pet. They might experience loneliness, anger if the pet was euthanized, frustration that the pet couldn't get better, or guilt about times that they were mean to or didn't care for the pet as promised.

Help kids understand that it's natural to feel all of those emotions, that it's OK to not want to talk about them at first, and that you're there when they are ready to talk.

Don't feel compelled to hide your own sadness about losing a pet. Showing how you feel and talking about it openly sets an example for kids. You show that it's OK to feel sad when you lose a loved one, to talk about your feelings, and to cry when you feel sad. And it's comforting to kids to know that they're not alone in feeling sad. Share stories about the pets you had — and lost — when you were young and how difficult it was to say goodbye.



Moving On

After the shock of the news has faded, it's important to help your child heal and move on.
It can help kids to find special ways to remember a pet. You might have a ceremony to bury your pet or just share memories of fun times you had together. Write a prayer together or offer thoughts on what the pet meant to each family member. Share stories of your pet's funny moments or escapades. Offer lots of loving hugs. You could do a project, too, like making a scrapbook.

Keep in mind that grieving over the loss of a pet, particularly for a child, is similar to grieving over a person. For kids, losing a pet who offered love and companionship can be much more difficult than losing a distant relative. You might have to explain that to friends, family members, or others who don't own pets or don't understand that.

Perhaps most important, talk about your pet, often and with love. Let your child know that while the pain will eventually go away, the happy memories of the pet will always remain. When the time is right, you might consider adopting a new pet — not as a replacement, but as a way to welcome another animal friend into your family.


Reviewed by: D'Arcy Lyness, PhD
Date reviewed: April 2012

My Teen Is Breaking Rules - What Can I Do?


We recently moved, and my 16-year-old daughter started at a new school. Lately, she's been ignoring her curfew, and last weekend I smelled alcohol on her breath. What should I do?
- Joe

The best thing you can do is to talk to your daughter openly about your concerns. Be blunt, honest, and understanding — and reassure her that you want to know what's going on with her because you care. 

Discuss your expectations for her, and what the consequences will be if she breaks the rules. Many teens act like they don't need attention from their parents and family, but actually they do.

While one or two behavior glitches can be expected with a major life change, persistent changes in your daughter's behavior, attitude, or interests may mean something more is going on. Alcohol and/or drug use are often linked to depression or to difficult life changes like moving or going through a rough breakup.

If you're still concerned about your daughter's behavior, talk to her doctor or a counselor for advice.

Reviewed by: Larissa Hirsch, MD

Wednesday, August 8, 2012

Hábitos saludables para la televisión, los videojuegos e Internet


Sin duda alguna la televisión, los videojuegos interactivos e Internet pueden ser excelentes recursos para la educación y el entretenimiento de los niños. Pero demasiado tiempo ante una pantalla puede tener efectos secundarios nocivos para la salud.

Por eso es conveniente controlar y limitar el tiempo que su hijo pasa jugando con videojuegos, mirando la televisión o utilizando la computadora y la Internet.

La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP) recomienda que los niños menores de 2 años no estén ante una pantalla, y que los niños mayores de 2 años no pasen más de 1 a 2 horas al día ante una pantalla, siempre que se elijan programas de calidad.

miran la television 

También es una buena idea asegurarse de que los niños dispongan de una amplia variedad de actividades que puedan realizar en su tiempo libre, como leer, jugar con los amigos y hacer deportes, que pueden desempeñar un papel esencial para ayudarles al desarrollo saludable de su cuerpo y su mente.

Aquí hay algunas ideas prácticas de cómo puede ser más productivo el tiempo que los niños pasan ante una pantalla.

Tiempo para la televisión

 

  • Limitar el número de horas que se mira la televisión:

    • Procure que en la habitación donde está el televisor haya muchos otros entretenimientos que no tengan que ver con pantallas (libros, revistas para niños, juguetes, juegos de mesa, etc.) para animar a los niños a hacer algo distinto de mirar la tele.
    • Tener el televisor en un sitio distinto de la habitación de los niños.
    • Apagar el televisor durante las comidas.
    • No dejar que los niños miren la tele mientras hacen los deberes de la escuela.
    • Considerar la televisión como un privilegio que los niños deben ganar, no como algo a lo que tienen derecho sin más. Decirles que sólo pueden mirar la tele después de haber hecho sus tareas y los deberes de la escuela.
     
  • Intente prohibir la televisión entre semana. Entre los deberes de la escuela, las actividades deportivas y las responsabilidades del trabajo resulta difícil encontrar tiempo extra para la familia durante la semana. Grabe los programas que hacen entre semana o reserve el tiempo que se dedica a mirar la tele para los fines de semana, y su familia dispondrá de más tiempo para pasarlo juntos en las comidas, jugando, haciendo actividades físicas o leyendo.
  • Sea un buen ejemplo. Limite también el tiempo que usted dedica a ver la tele.
  • Revise la programación de televisión y las reseñas de los programas. Busque programas que pueda mirar toda la familia (p. ej., programas no violentos y adecuados para la edad de los niños que refuercen sus valores familiares). Elija programas, como aconseja la AAP, que fomenten el interés y el aprendizaje de los hobbies y la educación (lectura, ciencia, etc.).
  • Vea los programas antes. Asegúrese de que los programas son apropiados antes de que los vean sus hijos.
  • Utilice la clasificación por edades. Algunos programas de televisión utilizan la clasificación de los contenidos por edades, que suele aparecer en la programación de la televisión que publican los periódicos o en la pantalla durante los primeros 15 minutos de un programa.
  • Utilice las herramientas de selección. En Estados Unidos, muchos de los nuevos aparatos de televisión estándar disponen de V-chips (chips antiviolencia), que permiten bloquear los programas y películas que no desea que vean tus hijos.
  • Elabore una programación de televisión para la familia. Elabore una programación con la que toda la familia esté de acuerdo. Después colóquela en algún lugar de la casa donde pueda verse (p. ej., en la nevera), de modo que todos sepan qué programas está bien ver y cuándo. Y asegúrese de que el televisor se apaga cuando el programa "programado" se acaba, en vez de empezar a cambiar de canal buscando algo más que ver.
  • Mire la tele con sus hijos. Si no puede estar sentado todo el programa, al menos mire los primeros minutos para valorar si el tono y el contenido son adecuados. Luego, mientras dure el programa, compruebe de vez en cuando cómo va.
  • Hable con los niños sobre lo que ven en la tele y hágales saber sus propias creencias y valores. Si aparece algo que usted no aprueba en la pantalla, apague el televisor y aproveche la oportunidad para hacer a sus hijos preguntas que les inciten a pensar, como: "¿Te parece que estuvo bien que esos dos hombres se peleasen? ¿Qué otra cosa podían haber hecho?" o "¿Qué te parece la manera en que se estaban comportando esos adolescentes en la fiesta? ¿Crees que lo que estaban haciendo es incorrecto?". Si se discrimina o maltrata a ciertas personas o personajes, hable de lo importante que es tratar a todo el mundo por igual a pesar de las diferencias. Puede utilizar la televisión para explicar situaciones confusas y para expresar tus sentimientos sobre temas difíciles (sexo, amor, drogas, alcohol, tabaco, trabajo, comportamiento, vida familiar). Enseñe a sus hijos a hacerse preguntas y aprender a partir de lo que ven en la tele.
  • Averigüe qué políticas siguen otros en lo que respecta a la tele. Hable con otros padres, su médico o los profesores de su hijo sobre sus políticas respecto a mirar la tele y los programas apropiados para niños que recomiendan.
  • Proponga opciones distintas a mirar la tele que sean divertidas. Si sus hijos quieren mirar la tele pero usted quiere que la apaguen, propóngales opciones como jugar a algún juego de mesa, al escondite, al aire libre, leer, etc. Las posibilidades de divertirse sin la tele son interminables; así que apague la tele y disfrute con sus hijos de un tiempo de calidad juntos.
 

Videojuegos y juegos de ordenador interactivos

 

  • Mire las clasificaciones de los contenidos. Los videojuegos tienen clasificaciones que indican cuando incluyen violencia, lenguaje fuerte, temas sexuales para adultos y otros contenidos que pueden no ser adecuados para los niños. Las clasificaciones que establece el Entertainment Software Rating Board (organismo de EE.UU. que califica por edades los juegos para el mercado) van desde para niños pequeños a partir de 3 años (EC, Early Childhood), hasta sólo para adultos (AO, Adults Only), que indica que el contenido de temas de violencia o sexuales es apropiado sólo para adultos. En Europa, la Información Paneuropea sobre Juegos (PEGI) ha establecido una clasificación similar.
  • Ver antes los juegos. Aunque los juegos estén clasificados por edades, es importante verlos —o incluso jugar con ellos— antes de dejar que los niños jueguen con ellos. La clasificación del juego puede no coincidir con lo que usted siente que es apropiado para su hijo.
  • Ayude a los niños a tomarse los juegos con perspectiva. Observe de qué manera los juegos afectan a sus hijos. Si le parece que están más agresivos después de pasar un rato jugando a cierto juego, hable con ellos sobre el juego y ayúdales a comprender que la violencia que refleja es distinta de lo que ocurre en la vida real. Esto puede ayudarles a identificarse menos con los personajes agresivos y a reducir los efectos negativos que puedan tener los videojuegos.
 

Seguridad en Internet

 

  • Aprenda a utilizar ordenadores. Aprenda de qué manera puede bloquear el material que no sea adecuado.
  • Instale el ordenador en una zona común. Tenga el ordenador en una zona donde pueda observar y controlar a sus hijos. No instale el ordenador en la habitación de los niños.
  • Comparta con sus hijos pequeños una cuenta de correo electrónico. De este modo puede controlar quién les envía mensajes.
  • Enseñe a su niño acerca de la seguridad de Internet. Discuta reglas para sus niños para seguir mientras utilizan el Internet, como nunca revela información personal, inclusive dirección, el número de teléfono, ni nombre de escuela ni ubicación.
  • Incluya como favoritos los sitios de Internet preferidos de su hijo. Su hijo podrá acceder fácilmente a ellos y será menos probable que pueda entrar por error en páginas de contenido no adecuado.
  • Usen Internet juntos. Enseñe a sus hijos el comportamiento adecuado para usar Internet.
  • Controle el uso que hagan sus hijos de las salas de chats. Tenga en cuenta que cuando un niño envía un mensaje a una sala de chats está revelando su dirección de correo electrónico a otros.
  • Averigüe qué protecciones de Internet existen en otros lugares. Averigüe con qué protecciones de Internet cuentan, si es que tienen alguna, en la escuela, en los centros de actividades extraescolares, en las casas de los amigos y en otros lugares donde sus hijos puedan usar un ordenador sin su supervisión.
Revisado por: Mary L. Gavin, MD
Fecha de revisión: marzo de 2011

Sunday, May 6, 2012

¿Cuántas horas de sueño necesito? (kidshealth.org)


La mayoría de los adolescentes necesitan entre ocho horas y media y más de nueve horas de sueño cada noche. Dormir la cantidad adecuada de horas es fundamental para cualquier persona que quiera hacer bien un examen o practicar un deporte sin tropezarse con sus propios pies. Lamentablemente, muchos adolescentes no duermen lo suficiente.

¿Por qué no duermen lo suficiente los adolescentes?

Hasta hace poco, los adolescentes solían tener mala fama por quedarse despiertos hasta tarde, llegar tarde al centro de estudios por haberse quedado dormidos y dormirse en clase. Pero algunos estudios recientes han demostrado que los patrones de sueño de los adolescentes difieren de los que tienen los niños y los adultos.

Estos estudios han permitido constatar que durante la adolescencia el ritmo circadiano de nuestro cuerpo (una especie de reloj biológico interno) experimenta un reajuste temporal, indicándoles a los jóvenes que se duerman y se despierten más tarde. Este cambio en el ritmo circadiano parece deberse al hecho de que la melatonina, una hormona del cerebro, se produce más tarde por la noche en los adolescentes en comparación con los niños y los adultos. Esto puede dificultar que los adolescentes concilien el sueño temprano por las noches.

Estos cambios en el ritmo circadiano coinciden con una etapa en que los adolescentes están más ocupados de lo que lo habían estado en su vida. Para la mayoría de los jóvenes, la presión de rendir en los estudios es mucho mayor que la que tenían durante la infancia y es más difícil aprobar sin estudiar muchas horas. Además los jóvenes también tienen otras ocupaciones que les llevan tiempo: desde las actividades extraacadémicas, deportivas y de otro tipo, hasta los trabajos a media jornada para ahorrar dinero para la universidad.

El hecho de que las clases empiecen muy temprano en la mayoría de centros de enseñanza secundaria también desempeña un papel en la falta de sueño que padecen muchos adolescentes. Los adolescentes que no se duermen hasta después de la medianoche siguen teniendo que levantarse temprano para ir a la escuela, lo que significa que sólo duermen seis o siete horas cada noche. Perder una o dos horas de sueño por noche puede no parecer un gran problema, pero, a la larga, esto puede generar un déficit de sueño importante.

¿Por qué es tan importante dormir?

El déficit de sueño repercute sobre todos los aspectos de la vida de una persona, desde su capacidad de prestar atención en clase hasta su estado de ánimo. Las investigaciones demuestran que más del 20% de los alumnos de la escuela secundaria se quedan dormidos en clase y los expertos han establecido una relación entre la falta de sueño y el hecho de sacar peores notas. La falta de sueño también repercute negativamente sobre el rendimiento deportivo de los adolescentes.

Además, el mayor tiempo de reacción y la falta de concentración provocados por la falta de sueño no sólo repercuten sobre el rendimiento académico o deportivo. Estas consecuencias de la falta de sueño pueden poner en peligro la vida de las personas que conducen. La Administración Nacional de Seguridad y Tráfico en Carreteras de los Estados Unidos calcula que cada año mueren 1.500 personas en accidentes de tráfico provocados por conductores de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años que simplemente conducían cansados. (Más de la mitad de las personas que provocan accidentes por quedarse dormidos al volante tienen menos de 26 años).

La falta de sueño también se ha relacionado con problemas emocionales, como los sentimientos de tristeza y depresión. Además, el sueño nos ayuda a mantenernos sanos, al ralentizar lo suficiente nuestros sistemas corporales como para que podamos "recargar baterías" después de las actividades cotidianas.

¿Cómo puedo saber si estoy durmiendo lo suficiente?

Aunque creas que estás durmiendo suficiente, es posible que no sea así. He aquí algunos de los indicadores de que tal vez no estés durmiendo suficiente:
  • te cuesta mucho levantarte por las mañanas,
  • tienes grandes dificultades para concentrarte,
  • te quedas dormido en clase o
  • estás triste o deprimido.

¿Qué puedo hacer para dormir más?

Recientemente, en EE.UU. algunos investigadores, padres y profesores han sugerido que los centros educativos de secundaria empiecen las clases más tarde por la mañana para adaptarse a las necesidades de los jóvenes de dormir más. Algunos centros ya han modificado sus horarios para retrasar la hora de inicio de las clases. Tú, tus amigos, tus padres y los profesores de tu centro de estudios pueden hacer presión para intentar que retrasen las horas de inicio de las clases en tu centro, pero mientras tanto, tendrás que hacer tus propios ajustes.

He aquí algunas de las cosas que te pueden ayudar a dormir mejor:
  • Sigue un horario regular para irte a dormir. Si te acuestas cada día a la misma hora, cuando se acerque esa hora tu cuerpo sabrá que ha llegado el momento de dormir. El hecho de levantarte cada día a la misma hora también te ayudará a establecer un patrón regular de sueño, de modo que intenta ajustarte a ese horario incluso los fines de semana. No retrases más de una hora la hora de acostarte ni la de levantare más de 2 ó 3 horas.

  • Haz ejercicio regularmente. De todos modos, intenta no hacer ejercicio justo antes de acostarte, puesto que eso puede subirte la temperatura corporal y activarte, dificultando que concilies el sueño. Los expertos en sueño consideran que practicar ejercicio 5 ó 6 horas antes de acostarse (a media tarde) puede favorecer el sueño.

  • Evita los estimulantes. No tomes bebidas con cafeína, como refrescos con gas o café, después de las 4 de la tarde. La nicotina también es un estimulante, así que dejar de fumar puede ayudarte a dormir mejor. Y es posible que beber alcohol por la noche te provoque inquietud y te despiertes durante la noche.

  • Relaja la mente. Evita ver películas o programas de televisión violentos, de terror o acción justo antes de acostarte; cualquier cosa que te pueda acelerar la mente o el corazón. Leer libros de suspenso o intriga también puede dificultar que concilies el sueño.

  • "Desconéctate" reduciendo la intensidad de la iluminación. La luz le indica al cerebro que es hora de despertarse. Antes de acostarte, mantente alejado de luces fuertes (¡incluida la pantalla de tu equipo de computación!) y medita o escucha música suave para ayudar a tu cuerpo a relajarse.

  • No hagas siestas demasiado largas. Dormir más de 30 minutos durante el día puede hacer que te resulte más difícil conciliar el sueño por la noche.

  • Evita pasar noches sin dormir para estudiar. No esperes al último día para prepararte para un examen. No dormir la noche anterior al examen puede hacer que rindas menos en el examen de lo que habrías rendido de haber estudiado menos y dormido más.

  • Crea un ambiente adecuado para dormir. Los estudios demuestran que la gente duerme mejor en una habitación oscura y más bien fresca. Baja la persiana o cierra las cortinas (y asegúrate de que éstas sean lo bastante gruesas como para bloquear el paso de la luz) y desconecta la calefacción o baja el termostato de tu habitación (ten preparadas algunas mantas por si acaso o ponte un pijama abrigado si tienes frío). El ruido también dificulta el sueño.

  • Levántate con la primera luz de la mañana. La luz matutina le indica al cuerpo que es hora de levantarse y ponerse en marcha.
Si estás adormilado, no te verás de lo mejor. De modo que considera el "sueño" como un aspecto fundamental de tu agenda diaria para ayudarte a estar creativo y sano.

Revisado por: Mary L. Gavin, MD
Fecha de la revisión: mayo de 2009
Revisado inicialmente por: Mena T. Scavina, DO

5 Ways to Deal With Anxiety (kidshealth.org)


Everyone has feelings of anxiety, nervousness, tension, and stress from time to time. Here are 5 ways to help manage them:
  1. Become a relaxation expert. We all think we know how to relax. But chilling out in front of the TV or computer isn't true relaxation. (Depending on what you're watching or doing, it could even make you more tense.) The same is true for alcohol, drugs, or tobacco. They may seem to relieve anxiety or stress, but it's a false state of relaxation that's only temporary. What the body really needs is a relaxation technique — like deep breathing, tai chi, or yoga — that has a physical effect on the mind. For example, deep breathing helps to relax a major nerve that runs from the diaphragm to the brain, sending a message to the entire body to let go and loosen up.
  2. Get enough sleep, nourishment, and exercise. Want your mind and body to feel peaceful and strong enough to handle life's ups and downs? Get the right amount of sleep for your needs — not too much or too little. Eat well: Choose fruit, vegetables, lean proteins, and whole grains for long-term energy (instead of the short bursts that come from too much sugar or caffeine). And exercise to send oxygen to every cell in the body so your brain and body can operate at their best.
  3. Connect with others. Spend time with friends or family. Organized activities are great, but just hanging out works too. Doing things with those we feel close to deepens our bonds, allowing us to feel supported and secure. And the fun and sharing that go with it allow us to feel happier and less upset about things. If you feel worried or nervous about something, talking about it with someone who listens and cares can help you feel more understood and better able to cope. You'll be reminded that everyone has these feelings sometimes. You're not alone.
  4. Connect with nature. Heading out for a walk in the park or a hike in the woods can help anyone feel peaceful and grounded. (Choose somewhere you feel safe so you can relax and enjoy your surroundings.) Walking, hiking, trail biking, or snowshoeing offer the additional benefit of exercise. Invite a friend or two — or a family member — along and enjoy feeling connected to people as well.
  5. Think positive. A great way to keep our minds off the worry track is to focus our thoughts on things that are good, beautiful, and positive. Allow yourself to dream, wish, and imagine the best that could happen.
Note: When anxiety or worry feels extreme, it may be a sign of an anxiety disorder. For someone who has an anxiety disorder, getting proper care from a health professional is important. These tips can help too, of course. But professional treatment is the only way to shake an anxiety disorder.

Reviewed by: D'Arcy Lyness, PhD
Date reviewed: October 2010

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