Saturday, December 15, 2012

Lo que nos pasa por dentro

El último libro de Eduardo Punset pretende analizar la realidad humana con optimismo y rigor científico

 En 'Lo que nos pasa por dentro' (Destino), Eduardo Punset analiza la realidad humana a partir de las nueve grandes etapas de la existencia, desde que nacemos hasta que morimos, pasando por el enamoramiento, el trabajo y la enfermedad. Las dudas que atenazan al hombre a lo largo de su vida se reducen al miedo a cambiar y a la resistencia a entender cómo es el otro y cómo funcionamos por dentro. El libro pretende ser una guía optimista reforzada por la rigurosidad de los conocimientos científicos. En él se recogen decenas de consultas atendidas durante los dos últimos años por los profesionales de Apoyo Psicológico Online de la Fundación Eduardo Punset. 'Lo que nos pasa por dentro' está a la venta desde este martes 18 de septiembre. Reproducimos un fragmento del capítulo titulado "Cuando crecemos. La adolescencia y sus crisis".


La diferenciación sexual

Uno de los territorios de la experiencia que más inquietud y quebraderos de cabeza genera en los adolescentes es el que tiene por principio y fin la sexualidad en toda su dimensión. Y no es casual. En estos críticos años asistimos a la tercera gran etapa de diferenciación sexual entre hombres y mujeres que tiene lugar en la vida. De las dos anteriores es imposible que tengamos memoria. La primera ocurrió en la octava semana de nuestra vida fetal. En ese germinal momento de gestación, los diminutos testículos de los futuros bebés varones empiezan a generar grandes cantidades de testosterona que inundan los circuitos cerebrales del feto hasta transformar lo que hasta ese instante había sido un embrión femenino -la forma biológica por defecto que se da en la naturaleza- en otro masculino. Los neurólogos llaman «pubertad infantil» al segundo cruce de caminos sexual que afrontamos en nuestra vida: durante los primeros seis meses, los bebés varones vuelven a segregar mucha cantidad de testosterona, mientras las futuras niñas empiezan a liberar estrógenos, algo que estarán haciendo hasta los dos años. No es desatinada la etiqueta que dan los cientí?cos a esta etapa, pues lo que sucede en ella tiene mucho que ver con la revolución sexual que va a tener lugar entre los nueve y los quince años de vida. Así como aquella lluvia de testosterona fetal había logrado doblar el tamaño de la zona del impulso sexual en el cerebro de los futuros bebés varones, en la pubertad adolescente se produce una serie de descargas hormonales que van a terminar por alejar de?nitivamente a chicos y chicas a través de sus diferentes expresiones sexuales, curiosamente, mientras hacen atractivos a unos a los ojos de las otras, y viceversa.

Las consecuencias las conocemos de sobra. Paulatinamente, los chicos empiezan a notar que les cambia la voz, les sale vello donde antes había una piel diáfana, sus facciones se masculinizan, su musculatura se desarrolla y se lanzan, sin saber cómo ni por qué, a tener fantasías sexuales y pulsiones genitales que hasta ese momento desconocían. Las adolescentes experimentan parejas metamorfosis, aunque en sentido femenino, y nace en ellas un repentino interés por el acicalamiento y la coquetería para aparecer atractivas a ojos de los varones. Con frecuencia, padres y tutores se inquietan al sopesar el influjo que los medios de comunicación y el imaginario cultural juvenil puedan estar ejerciendo para potenciar la emergencia de esta curiosidad sexual. Les recomiendo que se relajen y dejen a la naturaleza actuar, pues este furor no es aprendido, ni está condicionado externamente, sino que acontece de forma natural y de modo parecido en todas las regiones y culturas del planeta. Responde a un impulso interior. Ni ellos se ven atraídos por ellas porque lo vean en las películas, ni a ellas les da por coquetear porque lo recomiende la amiga más espabilada de la pandilla. Si viajamos al reverso neurológico de este fenómeno encontraremos un cúmulo de transformaciones que, en muy poco tiempo y con gran ímpetu, van a hacer morfológicamente diferentes los cerebros masculinos y femeninos. Si ya el día de nuestro nacimiento llegamos al mundo con una estructura neuronal distinta entre bebés varones y hembras, esos matices se van a profundizar en este tiempo de metamorfosis.

En el caso de los chicos, la testosterona es el principal combustible que anima el proceso del cambio. Entre los nueve y los quince años, los testículos de los varones aceleran la generación de esta hormona hasta aumentar en un 250 por ciento su caudal en sangre. Louann Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de California y experta en la influencia que tienen los factores sexuales en el cerebro humano, describe esta transformación de manera muy gráfica: «Es como si el niño de nueve años tuviera una jarra de cerveza de testosterona, pero a los quince acabara portando tres o cuatro litros», compara. En el caso de las chicas, también la testosterona, pero sobre todo el estrógeno, es lo que causa los cambios.

Al final de ese viaje, el cerebro femenino y el masculino van a contar con fisiologías marcadamente diferentes. En los chicos, el área preóptica medial, que es una zona del hipotálamo relacionada con el impulso sexual, llega a crecer 2,5 veces más que en las chicas. En esta parte del cerebro se encuentra también el área premamilar, llamada área de defensa del cerebro, que contiene circuitos neuronales vinculados con la alerta ante amenazas territoriales, y que está más desarrollada en los machos. La amígdala, que detecta el miedo y actúa como un sistema de alarma contra amenazas y peligros, es también más grande en los varones.

Por el contrario, el cerebro de las chicas cuenta con otras regiones más activas y desarrolladas, y una de ellas es la zona de unión temporoparietal, asociada a la empatía y el procesamiento de las emociones. De igual modo, en ellas hay una mayor presencia de neuronas espejo, necesarias para interpretar la carga empática de las personas con las que tratamos. Según Brizendine, mientras las zonas del cerebro destinadas a la actividad sexual y la agresividad son mayores en los varones, las mujeres disponen de un sistema neuronal mejor preparado para procesar la empatía emocional. Pero hay más diferencias: las actuales técnicas de neuroimagen utilizadas para espiar el cerebro mientras trabaja han permitido constatar que unas y otros hacemos funcionar este maravilloso órgano de forma distinta cuando nos enfrentamos a una tarea. Así, según confirma Simon Baron-Cohen, catedrático de psicopatología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), las mujeres tienden a utilizar ambos hemisferios a la vez y muestran señales de actividad bilateral mientras hablan o escuchan. En cambio, los hombres usan preferentemente un solo hemisferio cuando realizan esas actividades. Precisamente, el izquierdo, que es el hemisferio relacionado con el pensamiento lógico y las matemáticas. No ha de extrañarnos pues, que en las universidades la diferencia entre sexos sea tan grande en función de las distintas disciplinas académicas. El propio Baron-Cohen ha calculado que, de media, en las universidades hay trece chicos por cada chica en las carreras matemáticas, pero esta desproporción es imposible que sea cultural, pues se da de forma parecida en países muy distantes entre sí. Los varones parecen estar mejor preparados para todo lo que tiene que ver con la mecánica y la ingeniería intuitiva y las mujeres con las lenguas. Helena Cronin, experta en darwinismo y evolución humana de la London School of Economics, encuentra diferencias de actitud asociadas a esta variabilidad de vocación intelectual: «A los hombres les gustan las cosas y a las mujeres las personas», describe.

El cerebro tiene sexo y hoy sabemos que gran parte de esa diferenciación sexual se desarrolla en la adolescencia, una época en la que tiene lugar un gran aumento de sinapsis entre las dendritas de las neuronas, al tiempo que desaparecen conexiones establecidas en la infancia que habían dejado de ser utilizadas. Este proceso, aparte de ser diferente entre hembras y varones por sus particulares morfologías, no dura el mismo tiempo en ambos casos: mientras la maduración neuronal de las chicas tiene lugar en poco tiempo, los varones van más lentos y están evolucionando durante bien entrada la juventud, sin llegar a alcanzar su plenitud hasta los 22 o los 25 años. Hablamos de una adolescencia muy larga, en la que suceden muchos más acontecimientos de los que vemos por fuera.

Mi hija está dominada por su novio


Tengo una hija de catorce años en plena revolución hormonal. Por lo general es una niña muy sensata, pero últimamente sale con un chico de diecisiete años que no me gusta: bebe, toma drogas, es mentiroso... Me han comentado que se medica, ya que sufre de trastorno bipolar. Siempre que está con él, ella llega cambiada, como si no fuera dueña de sus actos. Incluso nos amenaza. No sé cómo actuar, veo que estoy perdiendo a mi hija y necesito que me aconsejéis. He hablado con ella sobre el tema de manera tranquila, y entonces sí me da la razón, pero en cuanto lo ve se transforma. ¿Cómo actúo ante esta situación?
(septiembre de 2010)

Responde: Gabriel González
Has dado un paso muy grande al crear un espacio de confianza en el que tu hija pueda acudir cuando te necesite. Es importante esperar, ya que si ves la actitud de tu hija inapropiada, querrás controlarla y estar muy pendiente de ella. Esto provocará mayor desconfianza por su parte, lo que la llevará a seguir mostrando actitudes que no te gustan, y en ti crecerá el deseo de controlarla más. Por otra parte, si te sientes angustiada, pídele consejo a tu hija sobre cómo puedes actuar, teniendo claro que hay cosas que como padres no podéis permitir, pues sólo tiene catorce años. A partir de aquí, has de ofrecerte para que acuda a ti si en algún momento necesita ayuda. Lo importante es que tenga la sensación de que, si se mete en cualquier lío, podrá acercarse a vosotros con confianza, y no para escuchar un reproche, ya que entonces dejará de acudir a vosotros y buscará consuelo en otros.

Prefiero las relaciones con hombres mayores que yo


Tengo veinte años y sólo me gusta salir con hombres que me llevan diez años o más. Hace poco tuve un romance con uno de cuarenta, que fue breve, pues lo terminé al sentir que yo a él no le importaba en realidad. Mi problema es que sólo me gustan los hombres mayores. Me atrae su físico y la manera como hablan y sienten. Sólo con ellos me siento feliz en el sexo y en la vida. Mi madre y mis amigos me critican, ya que aún soy muy joven, pero no lo puedo evitar, aunque soy consciente de que esto no es bueno a la hora de buscar una pareja. ¿Tengo un problema? ¿Cómo puedo tratarlo?
(noviembre de 2011)

Responde: Rosa Català
La elección de un proyecto de vida propio sólo tiene posibilidad de éxito si se hace con libertad y responsabilidad. Para conseguirlo, es necesario hacer un verdadero trabajo de artesanía con uno mismo, analizar nuestro itinerario y razones con serenidad, y no dejarnos llevar por las comparaciones u opiniones ajenas. Intentar ser como los demás es un camino estéril. Ser congruentes exige coraje y algunas veces ir a contracorriente, pero nos permite vivir una vida basada en criterios personales, arraigar en nuestro fondo interno, que al fin y al cabo es el que nos sitúa en la perspectiva justa ante la realidad. Las creencias y normas con las que vivimos pueden ser potenciadoras o limitantes. Para un funcionamiento óptimo de las relaciones amorosas es básico tener construida una buena autoestima. Ser generosos con nosotros mismos nos predispone a amar y ser amados. Si eliges como pareja a personas con más edad, piensa que es porque te compensa, y esto en principio no representa ningún conflicto. Al contrario, está más cerca de una existencia con un sentido claro en objetivos.

Mi madre no acepta la orientación sexual de mi hermana


Tengo una hermana que sabe que es homosexual desde los quince años. Yo he vivido junto a ella todas sus dudas. Ahora, a los dieciocho, ha comenzado una relación estable con una chica y se lo ha contado a nuestros padres. Como ambas esperábamos, no se lo han tomado bien. Hemos pasado una temporada muy mala, de broncas constantes. Ahora, siete meses después, mi padre parece llevarlo con algo más de naturalidad, pero mi madre sigue sin aceptarlo. Asegura que no es feliz por culpa de mi hermana, que tener una hija lesbiana es una de las peores desgracias que le podían ocurrir, y que nunca podrá aceptarlo. Yo ya no sé qué hacer. Suponía que mis padres necesitarían un periodo de adaptación para asumirlo, porque la suya es otra generación y ambos vienen de familias bastante tradicionales. Pero la situación empieza a ser insostenible: mi madre se niega a hablar del tema y mi hermana tiene cada vez más ganas de irse de casa.
(octubre de 2011)

Responde: Gabriel González
Comunicar una orientación homosexual no resulta fácil, y menos a unos padres que, en principio, no van a entender dicho proceso siendo tan tradicionales como dices. Sin embargo, todo es cuestión de adaptación, y poco a poco irán aceptándolo. Ese proceso requiere su tiempo y unas estrategias que posibiliten dichos pasos. El modelo de Kübler-Ross sobre el duelo permite conocer las etapas por las que se pasa para llegar a la aceptación de una muerte. Esto mismo podemos aplicar a la aceptación de una noticia así. Lo que podemos hacer es entender que van a sucederse dichas fases y que podemos agilizarlas. Un primer paso para conseguirlo es ofrecer información sobre la orientación sexual. A continuación, actuar con total naturalidad. Se trata de mostrar que ésa es la orientación sexual y no el conjunto de características de tu hermana. Tiene otras capacidades que la hacen especial y única. Eso es lo que debéis hacer entender a tu madre. Dentro de esas características personales, tu hermana ha aprendido unos valores y unos comportamientos que provienen de lo que os han enseñado vuestros padres. Se trata de no ponerse a la defensiva y asumir que todo lo que sois proviene de vuestros progenitores, gracias a los cuales sois unas personas luchadoras, responsables y capaces.

¿Es mi amiga o me gusta?


Acabo de cumplir veinte años y nunca he tenido novio, pero siempre he sabido que soy heterosexual. Al menos lo sabía hasta hace poco. Hace unos meses empecé a estudiar en un colegio sólo de chicas e hice una buena amistad con una compañera. El problema es que empecé a obsesionarme con ella. Me molestaba que hablara con el resto de chicas y quería que me prestara más atención a mí. No podía quitármela de la cabeza. Incluso perdí el apetito. Era como si estuviera enamorada de ella, pero en ningún momento pensé eso, sólo quería tener una amiga en una clase en la que no conocía a nadie. Al tiempo, nuestra relación se afianzó, nos hicimos más amigas y ella me confesó que era lesbiana, y que tenía novia. Ahora estoy más relajada, porque siento que me quiere mucho como amiga y ya no temo perderla. Pero a veces creo que me gusta realmente, que podría tener una relación amorosa con ella, y que si no tuviera novia lo intentaría. ¿Soy lesbiana entonces? No me atrae ninguna otra chica, me gustan los hombres. ¿Será que sólo pienso esas cosas porque ella es lesbiana?
(agosto de 2011)

Responde: Noelia Sancho
Por lo que cuentas, parece que sentiste emociones hacia tu amiga que no sabías identificar, y que pueden deberse más a tu necesidad de caer bien que al enamoramiento. Piensa que enamorarse implica una ilusión por alguien que se parece a la que se tiene por un proyecto muy deseado, pues desencadena emociones y mecanismos quí- micos parecidos. Es un estado en el que sólo piensas en tu objetivo, te obsesionas y dejas otras cosas de lado. Se desencadenan también procesos químicos y fisiológicos, ya que el amor es un estado físico en el que baja la serotonina, y suben la feniltilamina, la dopamina y la endorfina, lo que nos lleva a realizar acciones inusuales. Dices que sientes que en realidad te atraen los hombres, por lo que tu orientación parece clara. No obstante, muéstrate abierta a que esas sensaciones de atracción evolucionen y cambien, no por este episodio, sino para que evites prejuzgarte. Disfruta de tu relación actual de amistad y deja fluir tu orientación y gustos sexuales, para poder disfrutar más de ellos en vez de preocuparte.

Fuente:  http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/3747/Lo_que_nos_pasa_por_dentro

La depresión, cada vez más común y poco tratada (BBC)

La depresión, la enfermedad mental más común, afecta a unas 350 millones de personas en el mundo y a pesar de los tratamientos efectivos muchos pacientes nunca son tratados ni diagnosticados.

Ése es el mensaje que muchos expertos en todo el mundo están lanzando en el Día Mundial de la Salud Mental.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 75% de las personas que sufren la enfermedad vive en los países en desarrollo.

Pero debido al estigma y desconocimiento que todavía existen sobre la depresión, muchos no reconocen que están enfermos.

"Es una enfermedad cada vez más común en todo el mundo, con una tendencia cada vez mayor de ser un alta prioridad de salud pública, más que las enfermedades cardiovasculares o neurológicas", le dice a BBC Mundo el doctor Roger Montenegro, miembro del consejo de dirección de la Fundación Mundial para la Salud Mental (WFMH, por sus siglas en inglés).

"La depresión es una problemática que ya vemos todos los días, en hospitales, en nuestras propias familias", dice el también presidente de la Fundación Contener en Argentina, una organización de defensa de derechos de las personas que sufren trastornos mentales.

Pero a pesar de ser tan común, dice el experto, mucha gente todavía no puede reconocer la enfermedad cuando la sufre y por lo tanto no busca ayuda para aliviarla.

Tristeza "sostenida"

La depresión, explica el experto, no son las fluctuaciones del estado de ánimo que todos podemos sentir en determinado momento.

La depresión genera un estado sostenido de tristeza o falta de esperanza que puede durar dos semanas o más e interfiere con la capacidad de funcionar en nuestra vida diaria.
"Hay que diferenciar la tristeza de la depresión. La tristeza es parte de la vida, pero hay un nivel de tristeza que a pasa a preocupaciones somáticas o inhibición en el comportamiento psicosocial" Dr. Roger Montenegro
"Hay que diferenciar la tristeza de la depresión", dice Montenegro.

"La tristeza es parte de la vida, pero hay un nivel de tristeza que a pasa a preocupaciones somáticas o inhibición en el comportamiento psicosocial. La depresión produce una desconcentración y desinterés por la vida, trastornos de sueño, disminución de la libido".

Estos son los síntomas de las formas leves y moderadas de la depresión, pero en sus formas más severas puede poner en riesgo la vida del que la sufre.

"En sus formas más profundas la enfermedad va acompañada de otros síntomas y allí comienza a instalarse la idea de que la vida no tiene sentido y que la muerte puede ser un alivio", explica el psiquiatra.

En los casos más graves la depresión puede llevar al suicidio: un millón de personas se suicidan cada año en el mundo, según la OMS. En América Latina y el Caribe la cifra es de 63.000.

"Sabemos -dice Montenegro- que 75% de las personas que se suicidan han comunicado, un mes antes de suicidarse, a un familiar o conocido que tienen deseos de morir o matarse, 60% ha comunicado ese deseo en los dos meses previos al acto y 50% en los tres meses antes de cometerlo".

"Y esto ocurre porque estas personas no fueron tratadas adecuadamente", agrega.

"Es necesario hacer mucho más"

Depresión

Seis de cada diez personas con la enfermedad en América Latina no reciben tratamiento.

La enfermedad es un trastorno complejo en el que intervienen factores sociales, psicológicos y biológicos.

Puede ser causa o consecuencia de otra enfermedad, como cardiovascular o una experiencia postparto, o puede ser resultado de presiones económicas y sociales, desempleo, desastres naturales y guerras.

En América Latina, se calcula que la depresión afecta a 5% de la población adulta, y seis de cada diez personas con la enfermedad en la región no reciben tratamiento.

Pero las brechas entre un país y otro en diagnóstico y tratamiento de la enfermedad son enormes.

Por ejemplo, un estudio llevado a cabo por la WFMH sobre depresión entre los adultos mayores en varios países de América Latina encontró que en Perú, México y Venezuela, la mayoría de los participantes con síntomas de la enfermedad nunca habían recibido tratamiento para ella.

A pesar de la enorme carga de salud pública, el presupuesto que dedican muchos países a la salud mental es mínimo.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en América Latina y el Caribe, el porcentaje del presupuesto sanitario destinado a salud mental es inferior al 2%.

La enfermedad, dice el doctor Montenegro, está relegada en la región.

"Los gobiernos han producido declaraciones para crear leyes de salud mental con presupuestos muy bajos, o con promesas imposibles de cumplir o presupuestos que luego son recortados", explica el miembro del consejo de dirección de la Fundación Mundial para la Salud Mental.
"Sabemos que 75% de las personas que se suicidan han comunicado, un mes antes de suicidarse, a un familiar o conocido que tienen deseos de morir o matarse " Dr. Roger Montenegro
"En el grueso de América Latina es necesario hacer mucho más porque no basta con tener solo buenas intenciones. Es necesario educar y luchar para los temas de salud mental entren en la agenda y en la cabeza de los políticos, y educar a los médicos de atención primaria, que son el primer contacto del paciente, para que puedan reconocer los síntomas y detectar la enfermedad".

Y agrega: "Es necesario trabajar mucho más en un esfuerzo de tres partes, que incluya a profesionales, pacientes y sus familias".


Vitamina B3 y Sus Beneficios

La vitamina B3, niacina, ácido nicotínico o vitamina PP;  fue la tercera que se identificó a mediados de los años 30. Hay dos sustancias que tienen las propiedades de la vitamina B3: El Ácido nicotínico y la Nicotinamina. Ambas se convierten en coenzimas o en nicotinamido-adenin-dinucleótidos (NDA), que es la coenzima que actúa contra la pelagra. Con frecuencia, el ácido nicotínico, se le conoce también como niacina, y a la nicotinamida como niacinamida. Es considerada uno de los componentes más importantes para reducir los niveles de colesterol. Se sospecha que la niacina funciona también, porque es el mejor antagonista que se conoce del adrenocromo, que se produce en el músculo del corazón por la oxidación de la adrenalina. Es por ello por lo que la adrenalina es tóxica para los tejidos del corazón. Los descubrimientos más recientes han demostrado que tiene amplias propiedades anticancerígenas. Además, refuerza la eficacia de los tratamientos anticancerígenos. En otra serie de estudios realizados con ratones la niacina aumentó el poder tóxico de las radiaciones sobre los tumores, ya que favoreció el flujo de sangre al tumor y potenció el efecto quimioterapia. En forma de nicotinamida no produce sofocos ni acidez de estómago y es alcalina. Sin embargo la ingestión de ciertas dosis puede producir náuseas y vómitos, cuando se sobrepasa la dosis óptima. Es una sustancia muy importante en el tratamiento de enfermedades mentales, gracias a sus efectos sobre las interacciones químicas complejas que afectan al funcionamiento del sistema nervioso. Ha sido definida también como la vitamina antirreumática y el sofoco que desencadena le ácido nicotínico conforta a los que  padecen artritis. Nuestro organismo es capaz de sintetizarla a partir del aminoácido triptófano, salvo cuando la persona tiene deficiencias de vitaminas B1, B2 y B6.

Funciones que desempeña:

La vitamina B3 desempeña una serie de funciones en el organismo, estas son algunas de ellas:
  • Coadyuvante para disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos.
  • Alteraciones cardiacas.
  • Coadyuvante en los tratamientos de cáncer.
  • Previene y alivia las migrañas.
  • Favorece la circulación ya que permite el perfecto fluido sanguíneo, ya que relaja los vasos sanguíneos otorgándoles elasticidad a los mismos.
  • Ayuda a reducir la presión arterial.
  • Indispensable por su papel en la producción de energía. Interviene junto a otras vitaminas del complejo B en la obtención de energía a partir de los hidratos de carbono.
  • Mantiene en buen estado los tejidos y mucosas del aparato digestivo.
  • Es indispensable para la síntesis de las hormonas sexuales.
  • Está implicada en la elaboración de la cortisona, insulina y tirosina.
  • Coadyuvante en los tratamientos de insomnio ya que está implicada en la síntesis de algunos neurotransmisores del sueño.
  • Ayuda a reducir los síntomas del vértigo en la Enfermedad de Menière.
  • Coadyuvante en los tratamientos de artritisreumatismo.
  • Coadyuvante en el tratamiento de alteraciones psíquicas. Mantiene el buen estado del sistema nervioso junto a otras vitaminas del mismo complejo, las vitaminas B6 y B2
  • Mantiene la piel sana, junto con otras vitaminas del complejo B
  • Mejora el tono muscular.
  • Estabiliza la glucosa en sangre.

Su déficit puede provocar:

La deficiencia de niacina afecta a todas las células del cuerpo.

Aparato digestivo: Trastornos digestivos. Diarreas. Náuseas. Vómitos.
Estomatología: Alteraciones en la mucosa bucal. Úlceras bucales. Trastornos en encías o lengua, etc.
Dermatología: Dermatitis, psoriasis, eccemas, erupciones cutáneas, pelagra (piel rugosa), etc.
Sistema Nervioso/Neurología: Ansiedad, demencia, depresión, desequilibrios psíquicos, insomnio, etc.
OTROS:
  • Astenia.
  • Debilidad muscular.
  • Fatigas.
  • Sofocos.

Causas que favorecen su deficiencia:

Estos son algunos de los factores que pueden ser causa de déficit:
  • Agua.
  • Técnicas de procesamiento de alimentos.
  • Abuso de sulfamidas.
  • Abuso de estrógenos.
  • Abuso de medicamentos para conciliar el sueño.
  • Drogas alucinógenas.
  • Abuso de alcohol.

Requerimientos:

La ingesta recomendada para niños es de 2-12 mg/día. Para mujeres adultas es de 14 mg/día. Para mujeres embarazadas y lactantes es de 18 mg/día. Para hombres adultos es de 16 mg/día. 

Precauciones y Datos a tener en cuenta:

Es importante tener en cuenta las siguientes situaciones:
  1. Debe tomarse con el estómago lleno, de lo contrario pueden aparecer nauseas y espasmos.
  2. Puede producir daño hepático a partir de 3 gramos diarios.
  3. No debe suministrarse a animales, sobre manera a los perros.
  4. No debe consumirse en los casos en que se esté tomando medicación para la hipertensión. Puede provocar una caída súbita de la misma.
  5. No debe suministrarse a personas que padezcan úlcera gastroduodenal.
  6. No debe suministrarse a personas que padezcan glaucoma.
  7. La ingesta continuada de una vitamina del grupo B, como es el caso de la B3 o niacina, puede provocar la deficiencia de otra vitamina del mismo grupo.

Toxicidad:

Los suplementos de niacina siempre deben administrarse bajo prescripción y control médico, ya que su exceso puede provocar severos daños estomacales y hepáticos, como así también enrojecimientos en la piel (ocasionados por la acción de componentes hormonales llamados prostaglandinas que producen dilatación de los vasos sanguíneos). Los signos de intoxicación son:
  • Aumento de los niveles de glucemia.
  • Arritmias cardíacas.
  • Defectos de nacimiento.
  • Picores generales.
  • Desarrollo de úlceras.
  • Enrojecimiento facial.
  • Piel seca.
  • Piel con erupciones.
  • Dispepsia o malas digestiones.
  • Fallo hepático fulminante.
NOTA: La hipertensión arterial, la gota y la diabetes pueden agravarse como consecuencia del uso de suplementos de niacina.

Nutrientes sinérgicos:

Las siguientes vitaminas combinan y potencian el efecto de la vitamina B3:

Alimentos ricos en vitamina B3:

Estos son algunos de los alimentos más ricos en la Niacina:

Orígen animal: Carnes magras. Hígado. Corazón. Riñón. Carnes blancas. Pollo. Atún. Salmón. Huevos. Leche.

Orígen vegetal: Germen de trigo. Levadura de cerveza. Higos. Aguacate. vegetales de hoja. Brócoli. Tomates. Zanahoria. Patata. Espárragos. Setas. Plátano.

Otros: Arroz. Pan integral. Dátiles. Melocotones. Almendras.  Mantequilla de cacahuete. Café torrefacto. Ciruelas pasas. Nueces. Grano. Productos integrales. Legumbre.

Enfermedades en las cuales su uso puede hacerse aconsejable:

Las situaciones donde la suplementación con niacina resulta necesaria son:
Aparato digestivo: Dispepsia (malas digestiones). Trastornos del aparato digestivo.
Dermatología: Acné. Eccemas. Psoriasis. Pruito.
Estomatología: Aftas.
Sistema circulatorio/Vascular: Trastornos circulatorios en las extremidades, manos y piernas, la niacina relaja los vasos sanguíneos, por lo tanto resulta útil para que la sangre fluya óptimamente.
Sistema Nervioso/Neurología: Ansiedad. Depresión. Estrés. Insomnio.
Trastornos del metabolismo Exceso de colesterol y/o triglicéridos.
Traumatología/Reumatología: Artritis. Reuma. Debilidad muscular. Espondiloartritis anquilosante. Sinovitis tóxica. 

OTROS:
  • Alteraciones en las hormonas sexuales.
  • Cáncer.
  • Cansancio.
  • Hemodiálisis y diálisis peritoneal
  • Migrañas.
  • Síndrome de mala absorción.
  • Sofocos.
  • Sonidos acúferos: zumbidos en los oídos.
  • Trastornos cardiacos.
  • Vértigo.
  • Vómitos.

Referencias y Bibliografía:

  • Chapman M, Assmann G, Fruchart J, Sheperd J, Sirtori C. 2004. Raising high-density lipoprotein cholesterol with reduction of cardiovascular risk: the role of nicotinic acid – a position paper developed by the European Consensus Panel on HDL-C. Cur Med Res Opin., 20(8): 1253-68.  
  • Northwestern University Nutrition
  • Hardman, J.G. et al., eds., Goodman and Gilman’s Pharmacological Basis of Therapeutics, 10th ed.
  • Hazards: Niacin to Pass a Drug Test Can Have Dangerous Results, By Nagourney, E., New York Times, April 17, 2007
  • Mittal M.K., Florin T., Perrone J., Delgado J.H., Osterhoudt K.C. 2007. Toxicity From the Use of Niacin to Beat Urine Drug Screening. Ann Emerg Med. Apr 4.
  • Vitamin B3 University of Maryland Medical Center.
  • Higdon, J. “Niacin”, Micronutrient Information Center, Linus Pauling Institute.
  • Canner P.L., Berge K.G., Wenger N.K., et al. 1986. Fifteen year mortality in Coronary Drug Project patients: long-term benefit with niacin. J Am Coll Cardiol., 8(6): 1245-1255.
  • Niacin abuse in the attempt to alter urine drug tests. Pharmacist’s Letter/Prescriber’s Letter 2007;23(6):230606.
  • NIH Medline Plus: Niacin
  • Katzung, T. Basic and Clinical Pharmacology, 9th ed. p. 570.
  • Options for therapeutic intervention: How effective are the different agents? European Heart Journal Supplements, Vol. 8, Suppl. F, pp. F47-F53
  • Gass, J. D. 1973. Nictonic Acid Maculopathy. Am. J. Opthamology, 76: 500-10.
  • Obsessive-Compulsive Disorder (kidshealth.org)


    All kids have worries and doubts. But kids with obsessive-compulsive disorder (OCD) often can't stop worrying, no matter how much they want to. And those worries frequently compel them to behave in certain ways over and over again.

    About OCD

    OCD is a type of anxiety disorder. Kids with OCD become preoccupied with whether something could be harmful, dangerous, wrong, or dirty — or with thoughts that bad stuff could happen.

    With OCD, upsetting or scary thoughts or images, called obsessions, pop into a person's mind and are hard to shake. Kids with OCD also might worry about things not being "in order" or "just right." They may worry about losing things, sometimes feeling the need to collect these items, even though they may seem useless to other people.

    Someone with OCD feels strong urges to do certain things repeatedly — called rituals or compulsions — in order to banish the scary thoughts, ward off something dreaded, or make extra sure that things are safe, clean, or right in some way.

    Children may have a difficult time explaining a reason for their rituals and say they do them "just because." But in general, by doing a ritual, someone with OCD is trying to relieve anxiety. They may want to feel absolutely certain that something bad won't happen or to feel "just right."

    Think of OCD as an "overactive alarm system." The rise in anxiety or worry is so strong that a child feels like he or she must perform the task or dwell on the thought, over and over again, to the point where it interferes with everyday life.

    Most kids with OCD realize that they really don't have to repeat the behaviors over and over again, but the anxiety can be so great that they feel that repetition is "required" to neutralize the uncomfortable feeling. And often the behavior does decrease the anxiety — but only temporarily. In the long run, the rituals may worsen OCD severity and prompt the obsessions to return.

    Causes

    Doctors and scientists don't know exactly what causes OCD, although recent research has led to a better understanding of it and its potential causes. Experts believe OCD is related to levels of a neurotransmitter called serotonin. Neurotransmitters are chemicals that carry signals in the brain.

    When the flow of serotonin is blocked, the brain's "alarm system" overreacts and misinterprets information. These "false alarms" mistakenly trigger danger messages. Instead of the brain filtering out these messages, the mind dwells on them — and the person experiences unrealistic fear and doubt.

    Evidence is strong that OCD tends to run in families. Many people with OCD have one or more family members who also have it or other anxiety disorders influenced by the brain's serotonin levels. Because of this, scientists have come to believe that the tendency (or predisposition) for someone to develop a serotonin imbalance that causes OCD can be inherited.

    Having the genetic tendency for OCD doesn't mean that someone will develop OCD, but it does mean there's a stronger chance that he or she might. Sometimes an illness or some other stress-causing event may trigger the symptoms of OCD in a person who is genetically prone to develop it.

    It's important to understand that the obsessive-compulsive behavior is not something that a child can stop by trying harder. OCD is a disorder, just like any physical disorder such as diabetes or asthma, and is not something kids can control or have caused themselves.

    OCD is also not something that parents have caused, although life events (such as starting school or the death of a loved one) might worsen or trigger the onset of OCD in kids who are prone to develop it.

    Common OCD Behaviors in Kids

    OCD can make daily life difficult for the kids that it affects and their families. The behaviors often take up a great deal of time and energy, making it more difficult to complete tasks, such as homework or chores, or to enjoy life.

    In addition to feeling frustrated or guilty for not being able to control their own thoughts or actions, kids with OCD also may suffer from low self-esteem or from shame or embarrassment about what they're thinking or feeling (since they often realize that their fears are unrealistic, or that their rituals are not realistically going to prevent their feared events).

    They also may feel pressured because they don't have enough time to do everything. A child might become irritable because he or she feels compelled to stay awake late into the night or miss an activity or outing to complete the compulsive rituals. Kids might have difficulties with attention or concentration because of the intrusive thoughts.

    Among kids and teens with OCD, the most common obsessions include:
    • fear of dirt or germs
    • fear of contamination
    • a need for symmetry, order, and precision
    • religious obsessions
    • preoccupation with body wastes
    • lucky and unlucky numbers
    • sexual or aggressive thoughts
    • fear of illness or harm coming to oneself or relatives
    • preoccupation with household items
    • intrusive sounds or words
    These compulsions are the most common among kids and teens:
    • grooming rituals, including hand washing, showering, and teeth brushing
    • repeating rituals, including going in and out of doorways, needing to move through spaces in a special way, or rereading, erasing, and rewriting
    • checking rituals to make sure that an appliance is off or a door is locked, and repeatedly checking homework
    • rituals to undo contact with a "contaminated" person or object
    • touching rituals
    • rituals to prevent harming self or others
    • ordering or arranging objects
    • counting rituals
    • hoarding and collecting things of no apparent value
    • cleaning rituals related to the house or other items

    Signs and Symptoms of OCD

    Recognizing OCD is often difficult because kids can become adept at hiding the behaviors. It's not uncommon for a child to engage in ritualistic behavior for months, or even years, before parents know about it. Also, a child may not engage in the ritual at school, so parents might think it's just a phase.

    When a child with OCD tries to contain these thoughts or behaviors, this creates anxiety. Kids who feel embarrassed or as if they're "going crazy" may try to blend the OCD into the normal daily routine until they can't control it anymore.

    It's common for kids to ask a parent to join in the ritualistic behavior: First the child has to do something and then the parent has to do something else. If a child says, "I didn't touch something with germs, did I?" the parent might have to respond, "No, you're OK," and the ritual will begin again for a certain number of times. Initially, the parent might not notice what is happening.

    Tantrums, overt signs of worry, and difficult behaviors are common when parents fail to participate in their child's rituals. It is often this behavior, as much as the OCD itself, which brings families into treatment.

    Parents can look for the following possible signs of OCD:
    • raw, chapped hands from constant washing
    • unusually high rate of soap or paper towel usage
    • high, unexplained utility bills
    • a sudden drop in test grades
    • unproductive hours spent doing homework
    • holes erased through test papers and homework
    • requests for family members to repeat strange phrases or keep answering the same question
    • a persistent fear of illness
    • a dramatic increase in laundry
    • an exceptionally long amount of time spent getting ready for bed
    • a continual fear that something terrible will happen to someone
    • constant checks of the health of family members
    • reluctance to leave the house at the same time as other family members

    Diagnosing OCD

    OCD is more common than many other childhood disorders or illnesses, but it often remains undiagnosed. Kids might keep the symptoms hidden from their families, friends, and teachers because they're embarrassed.

    Even when symptoms are present, a parent or health care provider might not recognize that they are part of a mental health disorder and may attribute them to a child's quirkiness or even bad behavior.

    Doctors consider OCD to be a pattern of obsessive thinking and rituals that does one or more of the following:
    • takes up more than an hour each day
    • causes distress
    • interferes with daily activities
    OCD in kids is usually diagnosed between the ages of 7 and 12. Since these are the years when kids naturally feel concerned about fitting in with their friends, the discomfort and stress brought on by OCD can make them feel scared, out of control, and alone.

    If your child shows signs of OCD, talk to your doctor. In screening for OCD, the doctor or a mental health professional will ask your child about obsessions and compulsions in language that kids will understand, such as:
    • Do you have worries, thoughts, images, feelings, or ideas that bother you?
    • Do you have to check things over and over again?
    • Do you have to wash your hands a lot, more than most kids?
    • Do you count to a certain number or do things a certain number of times?
    • Do you collect things that others might throw away (like hair or fingernail clippings)?
    • Do things have to be "just so"?
    • Are there things you have to do before you go to bed?
    Because it might be normal for a child who doesn't have OCD to answer yes to any of these questions, the doctor also will ask about how often and how severe the behaviors are, about your family's history of OCD, Tourette syndrome and other motor or vocal tic disorders, or other problems that sometimes occur with OCD. OCD is common in people with Tourette syndrome.

    Other disorders that often occur with OCD include other anxiety disorders, depression, disruptive behavior disorders, attention deficit hyperactivity disorder (ADHD), learning disorders, and trichotillomania (compulsive hair pulling). PANS, a rare condition that stands for Pediatric Acute-onset Neuropsychiatric Syndrome, also has been associated with having OCD. 

    Treating OCD

    The most successful treatments for kids with OCD are behavioral therapy and medication. Behavioral therapy, also known as cognitive-behavioral psychotherapy (CBT), helps kids learn to change thoughts and feelings by first changing behavior.

    Behavioral therapy involves gradually exposing kids to their fears, with the agreement that they will not perform rituals, to help them recognize that their anxiety will eventually decrease and that no disastrous outcome will occur. For example, kids who are afraid of dirt might be exposed to something dirty, starting with something mildly bothersome and ending with something that might be really dirty.

    For exposure to be successful, it must be combined with response prevention, in which the child's rituals or avoidance behaviors are blocked. For example, a child who fears dirt must not only stay in contact with the dirty object, but also must not be allowed to wash repeatedly.

    Some treatment plans involve having the child "bossing back" the OCD, giving it a nasty nickname, and visualizing it as something he or she can control. Over time, the anxiety provoked by dirt and the urge to perform washing rituals gradually disappear. The child also gains confidence that he or she can "fight" OCD.

    OCD can sometimes worsen if it's not treated in a consistent, logical, and supportive manner. So it's important to find a therapist who has training and experience in treating OCD.

    Just talking about the rituals and fears have not been shown to help OCD, and may actually make it worse by reinforcing the fears and prompting extra rituals. Family support and cooperation also go a long way toward helping a child cope with OCD.

    Many kids can do well with behavioral therapy alone while others will need a combination of behavioral therapy and medication. Therapy can help your child and family learn strategies to manage the ebb and flow of OCD symptoms, while medication, such as selective serotonin reuptake inhibitors (SSRIs), often can reduce the impulse to perform rituals.

    Helping Kids With OCD

    It's important to understand that OCD is never a child's fault. Once a child is in treatment, it's important for parents to participate, to learn more about OCD, and to modify expectations and be supportive.

    Kids with OCD get better at different rates, so try to avoid any day-to-day comparisons and recognize and praise any small improvements. Keep in mind that it's the OCD that is causing the problem, not the child. The more that personal criticism can be avoided, the better.

    It can be helpful to keep family routines as normal as possible, and for all family members to learn strategies to help the child with OCD. It's also important to not let OCD be the "boss" of the house and regular family activities. Giving in to OCD worries does not make them go away.

    Reviewed by: Elana Pearl Ben-Joseph, MD
    Date reviewed: May 2012

    Childhood Stress (kidshealth.org)


    As providers and caretakers, adults tend to view the world of children as happy and carefree. After all, kids don't have jobs to keep or bills to pay, so what could they possibly have to worry about?

    Plenty! Even very young children have worries and feel stress to some degree.

    Sources of Stress

    Stress is a function of the demands placed on us and our ability to meet them. These demands often come from outside sources, such as family, jobs, friends, or school. But it also can come from within, often related to what we think we should be doing versus what we're actually able to do.

    So stress can affect anyone who feels overwhelmed — even kids. In preschoolers, separation from parents can cause anxiety. As kids get older, academic and social pressures (especially from trying to fit in) create stress.

    Many kids are too busy to have time to play creatively or relax after school. Kids who complain about all their activities or who refuse to go to them might be overscheduled. Talk with your kids about how they feel about extracurricular activities. If they complain, discuss the pros and cons of stopping one activity. If stopping isn't an option, explore ways to help manage your child's time and responsibilities to lessen the anxiety.

    Kids' stress may be intensified by more than just what's happening in their own lives. Do your kids hear you talking about troubles at work, worrying about a relative's illness, or arguing with your spouse about financial matters? Parents should watch how they discuss such issues when their kids are near because children will pick up on their parents' anxieties and start to worry themselves.

    World news can cause stress. Kids who see disturbing images on TV or hear talk of natural disasters, war, and terrorism may worry about their own safety and that of the people they love. Talk to your kids about what they see and hear, and monitor what they watch on TV so that you can help them understand what's going on.

    Also, be aware of complicating factors, such as an illness, death of a loved one, or a divorce. When these are added to the everyday pressures kids face, the stress is magnified. Even the most amicable divorce can be a difficult experience for kids because their basic security system — their family — is undergoing a tough change. Separated or divorced parents should never put kids in a position of having to choose sides or expose them to negative comments about the other spouse.

    Also realize that some things that aren't a big deal to adults can cause significant stress for kids. Let your kids know that you understand they're stressed and don't dismiss their feelings as inappropriate.

    Signs and Symptoms

    While it's not always easy to recognize when kids are stressed out, short-term behavioral changes — such as mood swings, acting out, changes in sleep patterns, or bedwetting — can be indications. Some kids experience physical effects, including stomachaches and headaches. Others have trouble concentrating or completing schoolwork. Still others become withdrawn or spend a lot of time alone.

    Younger children may pick up new habits like thumb sucking, hair twirling, or nose picking; older kids may begin to lie, bully, or defy authority. A child who is stressed may also have nightmares, difficulty leaving you, overreactions to minor problems, and drastic changes in academic performance.

    Reducing Stress

    How can you help kids cope with stress? Proper rest and good nutrition can boost coping skills, as can good parenting. Make time for your kids each day. Whether they need to talk or just be in the same room with you, make yourself available. Don't try to make them talk, even if you know what they're worried about. Sometimes kids just feel better when you spend time with them on fun activities.

    Even as kids get older, quality time is important. It's really hard for some people to come home after work, get down on the floor, and play with their kids or just talk to them about their day — especially if they've had a stressful day themselves. But expressing interest shows that they're important to you.

    Help your child cope with stress by talking about what may be causing it. Together, you can come up with a few solutions like cutting back on after-school activities, spending more time talking with parents or teachers, developing an exercise regimen, or keeping a journal.

    You can also help by anticipating potentially stressful situations and preparing kids for them. For example, let your son or daughter know ahead of time that a doctor's appointment is coming up and talk about what will happen there. Tailor the information to your child's age — younger kids won't need as much advance preparation or details as older kids or teens.

    Remember that some level of stress is normal; let your kids know that it's OK to feel angry, scared, lonely, or anxious and that other people share those feelings. Reassurance is important, so remind them that you're confident that they can handle the situation.

    Helping Your Child Cope

    When kids can't or won't discuss their stressful issues, try talking about your own. This shows that you're willing to tackle tough topics and are available to talk with when they're ready. If a child shows symptoms that concern you and is unwilling to talk, consult a counselor or other mental health specialist.

    Books can help young kids identify with characters in stressful situations and learn how they cope. Check out Alexander and the Terrible, Horrible, No Good, Very Bad Day by Judith Viorst; Tear Soup by Pat Schweibert, Chuck DeKlyen, and Taylor Bills; and Dinosaurs Divorce by Marc Brown and Laurene Krasny Brown.

    Most parents have the skills to deal with their child's stress. The time to seek professional attention is when any change in behavior persists, when stress is causing serious anxiety, or when the behavior is causing significant problems in functioning at school or at home.

    If you need help finding resources for your child, consult your doctor or the counselors and teachers at school.

    Reviewed by: Jennifer Shroff Pendley, PhD
    Date reviewed: August 2011

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