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Sunday, October 20, 2013

La curva del olvido (Ebbinghaus), ¿cuánto recuerdas si no repasas?

Ebbinghaus

El filósofo alemán Hermann Ebbinghaus (1850-1909) habló de la naturaleza del olvido de información como una función exponencial parecida a la que puedes ver en el gráfico .

Memorización sin repasos

Sirva este artículo para que veas cuán rápido se olvidan los datos si no hay repaso entre medias. Por ejemplo (datos aproximados aunque realistas):
  • Un día después de haber estudiado y no haber repasado, puedes llegar a olvidar un 50% de lo estudiado
  • 2 días después, lo que recuerdas no llega al 30%
  • 1 semana después, tendrás suerte si logras recordar más de un 3%
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Así puesto parece que el repaso (gran olvidado algunas veces) cobra algo de importancia, ¿verdad?

¿Qué diferencia hace una hora más de sueño? (BBC)


El británico promedio duerme seis horas y media cada noche, de acuerdo con el Sleep Council de Reino Unido, una organización dedicada a mejorar la experiencia de sueño con financiamiento de la industria de fabricantes de camas. El periodista científico de la BBC Michael Mosley participó en un experimento inusual para averiguar si esto es suficiente.

Hace tiempo se sabe que el número de horas de sueño de que disfrutan las personas declina con la edad.
Esto sucede por varias razones, entre ellas que vivimos en una cultura que propicia la creencia de que dormir es un lujo, algo que fácilmente puede recortarse si hace falta. Después de todo, para eso es la cafeína: para despertarte de un sacudón. Pero mientras el promedio de sueño que obtenemos ha caído, las tasas de obesidad y diabetes se han disparado. ¿Es posible que haya una conexión entre estos hechos?

Queríamos averiguar qué efecto tendría incrementar sólo 60 minutos el promedio de horas de sueño. Así que le pedimos a siete voluntarios, quienes normalmente duermen entre 6 y 9 horas, que se prestaran para un estudio en el Centro de Investigación de Sueño de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido.

Los voluntarios fueron distribuidos aleatoriamente en dos grupos. A uno se le pidió dormir seis horas y media; al otro, siete horas y media. Una semana después, los investigadores tomaron muestras de sangre e intercambiaron los grupos: se le otorgó una hora más de sueño a los que durmieron menos y viceversa.

Mientras esperábamos ver qué efecto tendría esto, fui al hospital John Radcliffe de la ciudad de Oxford para aprender qué pasa realmente cuando dormimos.

En el Centro de Sueño me conectaron a un electroencefalograma portátil, un aparato que mide la actividad cerebral. Entonces, sintiéndome ligeramente ridículo, fui a casa y dormí mis siete horas y media.

Trabajo de archivo

Al día siguiente fui a la oficina de la doctora Katharina Wulff para discutir que había pasado dentro de mi cabeza aquella noche.

El periodista Michael Mosley en el experimento de sueño
Mosley cayó profundo; pero eso no significa que descansó.

Lo primero que notó es que había caído rápidamente en un estado de sueño profundo. Puede parecer que descansé mucho, pero durante el sueño profundo nuestros cerebros en realidad trabajan muy duro.

Una de las principales cosas que hace el cerebro es pasar recuerdos del archivo temporal al archivo de largo plazo, de manera que tengamos más espacio para recuerdos de corto plazo al día siguiente. Si no duermes en forma adecuada, estos recuerdos se pierden.

Usted podría pensar: "Voy a dormir menos entre semana y recupero el sueño el fin de semana". Desafortunadamente, no funciona así, porque los recuerdos deben ser consolidados en un plazo de 24 horas.

En virtud de esto, es importante que si usted está estudiando o va a rendir un examen, se asegure de que duerma en forma razonable. En un estudio, quienes no lo hicieron tuvieron resultados inferiores al de sus contemporáneos en un 40%.

El sueño profundo sólo dura unas horas. Los resultados de mi electrodo mostraron que durante la noche mi cerebro pasó por múltiples fases de otro tipo de actividad, llamada sueño MOR, o de Movimientos Oculares Rápidos (REM, por sus siglas en inglés).
"El mensaje claro de este experimento es que si usted está durmiendo menos de siete horas cada noche y puede alterar sus hábitos de sueño, así sea sólo un poco, podría repercutir positivamente en su salud. Duerma hasta tarde, le hará bien"
"Esta es la fase en que generalmente estás paralizado, no te puedes mover", me explicó Wulff. Pero los músculos de los ojos no están paralizados; de ahí que se le llame sueño MOR.

Durante el sueño MOR suceden cosas extraordinarias. Uno de los químicos relacionados con el estrés, la noradrenalida, se apaga. Es el único momento, en el día o en la noche, en que esto pasa. Nos permite permanecer calmados mientras el cerebro reprocesa las experiencias del día y nos ayuda a manejar eventos emocionales particularmente difíciles.

Obtenemos más sueño MOR en la última mitad de la noche. Lo que significa que si a uno lo despiertan de manera inesperada, puede que el cerebro no haya manejado todas las emociones, lo cual puede dejar una estela de estrés y ansiedad. Tomar alcohol tarde en la noche no es una buena idea porque reduce el sueño MOR mientras el cuerpo lo procesa.

Cientos de genes afectados

De regreso en la Universidad de Surrey, nuestros voluntarios habían completado la segunda semana del experimento. Queríamos conocer el efecto de cambiar de un patrón de seis horas y media de sueño a uno de siete horas y media, y al revés.

Perro dormido sobre las piernas de un hombre
Pequeños cambios en el patrón de sueño pueden producir una enorme diferencia.

Las pruebas de computadora revelaron que la mayoría encontraron difíciles las tareas que requerían agilidad mental si habían dormido menos, pero los resultados más destacados salieron de los exámenes de sangre.

El doctor Simon Archer y su equipo en la Universidad de Surrey estaban particularmente interesados en identificar qué genes se "apagaban" o "prendían" en nuestros voluntarios como resultado de cambios en su patrón de sueño.

"Encontramos que unos 500 genes estaban afectados", explica Archer. "Algunos iban hacia arriba y otros hacia abajo".

Lo que descubrieron fue que cuando los voluntarios dormían una hora menos, los genes asociados con procesos como inflamación, respuesta inmune y respuesta al estrés se volvían menos activos. El equipo también notó un incremento en la actividad de los genes asociados con la diabetes y el riesgo de cáncer. Lo contrario ocurría cuando se añadía una hora de sueño.

Así que el mensaje claro de este experimento es que si usted está durmiendo menos de siete horas cada noche y puede alterar sus hábitos de sueño, así sea sólo un poco, esto podría repercutir positivamente en su salud. "Duerma hasta tarde, le hará bien", es la clase de mensaje en materia de salud que no se producen muy frecuentemente.

Friday, May 31, 2013

Cómo Cambiar el Estado de Ánimo (laguia2000.com)


Es un poder tiránico el estado de ánimo


Algunos días la gente se levanta de la cama con “la depre”; ese lamentable estado de ánimo que todos llegamos alguna vez a experimentar que hace que todo el día nos vaya mal.

El estado de ánimo depende de la mente, es decir lo que piensa y siente una persona y su funcionamiento físico.

La conexión mente cuerpo permite que los pensamientos y emociones se expresen con el cuerpo.

La mente tiene la capacidad de cambiar de un estado a otro en forma inmediata y cuando eso sucede, todo alrededor también cambia.

La mente guía al cuerpo y éste la acompaña y las emociones de preocupación, miedo, dolor, desesperanza, odio, resentimiento, etc. se reflejan en el rostro.

Si nos levantamos con el pie izquierdo, las experiencias placenteras del pasado nos pueden ayudar en el presente a recuperar el estado de ánimo normal porque representan un recurso para levantar el ánimo.

Ponerse en un estado de más recursos es una forma de salir de estados emocionales negativos y recobrar un estado normal.

El método de Programación Neurolingüística llama libertad emocional a la posibilidad de cambiar de estado de ánimo voluntariamente; y las personas que lo logran pueden experimentar los vaivenes de su existencia pero sin quedarse fijados al sufrimiento.

No sólo podemos reaccionar frente a lo que nos pasa sino que además podemos influir en nuestros estados de ánimo y cambiarlos, porque todo depende de nuestra interioridad.

Las emociones se pueden inducir haciendo que una persona las recuerde. 

Por ejemplo, se puede volver a sentir miedo recordando una situación de peligro, odio evocando a alguien que nos ha dañado y alegría recordando un momento feliz.

Todos podemos evaluar cómo está el otro con sólo mirarlo detenidamente y conversar algunas palabras con él, porque la mala onda se puede extender hasta el interlocutor y hasta contagiarlo.

Una persona expresa con todo el cuerpo cuando está enojada, deprimida o alegre y hasta cuando está mintiendo. No se necesita ser psicólogo para darse cuenta, si se presta algo de atención a las señales que emite el cuerpo.

En las relaciones interpersonales, saber interpretar estas señales, puede mejorar notablemente los vínculos.

Los estados emocionales influyen en el comportamiento y controlar esos estados es la clave.

Tenemos que aprender a desconectarnos de estados de ánimos negativos que nos provocan ciertas actividades, que nos condicionan y nos perturban todas las áreas de la existencia.

Por ejemplo, si se desea no contaminar la vida familiar con problemas del trabajo.

La Programación Neurolingüística nos dice que para controlar los estados de ánimo hay que tener equilibrio y cordura.

Si asociamos un estímulo a un estado psicológico deseado, ese estímulo solo, es el “ancla” que traerá consigo el recuerdo de ese estado.

Esto sucede continuamente, cuando suena el despertador hay que levantarse, cuando un olor particular remite a una experiencia de la infancia, o cuando una melodía recuerda un romance.

Un ancla es cualquier cosa que atrae consigo un estado emocional en forma espontánea.

Pero podemos crear anclas voluntariamente repitiendo la asociación del ancla con el estado emocional deseado; o sin necesidad de repetirla, de una sola vez si la emoción es lo suficientemente fuerte y se enlaza al ancla en el momento adecuado.

Las palabras pueden utilizarse como anclas pero también algunos sitios, como por ejemplo los lugares cerrados que suelen convertirse en anclas para las personas que sufren claustrofobia, porque evocan la emoción de pánico

Revertir esa asociación puede controlar el efecto de los lugares displacenteros para los fóbicos, por ejemplo, evocando recuerdos de emociones intensas de libertad al aire libre cuando están en un ascensor.

Se pueden elegir las asociaciones que se deseen para enfrentar cualquier situación de la vida que resulte rechazante, eligiendo el estado emocional deseado y luego asociándolo con un ancla para poder traerlo a la mente cuando se desee.

El ancla puede ser cualquier cosa, el chasquido de los dedos, una palabra, un amuleto, una oración, etc.

Cuando se logra cambiar de forma de actuar, los demás alrededor también cambiarán y toda la situación será diferente.
 
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