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Wednesday, May 16, 2012

Las mujeres exitosas tienen más testosterona (BBC)


Durante mucho tiempo se ha vinculado a la testosterona -la hormona sexual masculina- con la competitividad, la agresión y el dominio, características a su vez asociadas al género masculino.

Ahora, por primera vez, un estudio sugiere que las mujeres más exitosas y las que están más dispuestas a tomar riesgos tienen niveles más altos de la hormona testosterona.

La investigación, que fue llevada a cabo con estudiantes de negocios, concluye que es la biología -y no los factores sociales- la que dicta las diferencias en los géneros a la hora de atreverse a tomar un riesgo financiero e incluso de elegir una carrera.

Estudios pasados han demostrado que la testosterona, que evoca la imagen del hombre exitoso y poderoso, aumenta la agresividad y reduce el miedo, y se le asocia con conductas arriesgadas como el juego de apuestas y el abuso de alcohol.

Un estudio en 2008 llevado a cabo en el centro financiero de Londres mostró que los hombres con niveles más altos de la hormona tienen más probabilidades de obtener más ganancias financieras a corto plazo.

Hasta ahora, sin embargo, no se había estudiado el impacto de la testosterona en las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de tomar riesgos.

Más testosterona, más riesgo

Los investigadores de las universidades de Northwestern y de Chicago en Estados Unidos decidieron investigar si existían realmente estas diferencias.

Tal como señala la investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (Actas de la Academia Nacional de Ciencias), en el campo de las finanzas la hormona sí tiene un impacto en las mujeres.

"En general, las mujeres tienen más aversión al riesgo que los hombres cuando se trata de tomar decisiones financieras importantes y esto a su vez puede afectar la elección de carrera de una mujer" afirma la profesora Paola Sapienza, quien dirigió la investigación.
Este es el primer estudio que demuestra que las diferencias de los géneros en la disposición a tomar riesgos financieros tienen una base biológica. - Prof. Dario Maestripieri
"Por ejemplo, en el grupo que estudiamos 36% de las estudiantes mujeres habían elegido carreras financieras de alto riesgo como inversión bancaria u operaciones bursátiles, comparado con 57% de los estudiantes hombres".

"Quisimos explorar si estas diferencias de los géneros estaban relacionadas a la testosterona, de la cual los hombres tienen mayores concentraciones que las mujeres", señala la investigadora.

Para investigar esa relación los científicos midieron los niveles de la hormona en muestras de saliva de 500 estudiantes de maestría de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.

Todos los participantes tenían relativamente la misma edad, los mismos antecedentes culturales y educacionales y el mismo nivel socioeconómico.

Los estudiantes tomaron parte en un experimento en el que con un videojuego se midieron sus actitudes ante el riesgo.

Debían elegir, por ejemplo, entre aceptar un premio monetario garantizado o una lotería que podría brindarles una mayor remuneración.

Los estudiantes debían elegir repetidamente entre la lotería y el pago fijo con valores cada vez más altos.

Y se recogieron dos muestras de su saliva, una antes de cada sesión y otra después de que completaban la prueba.

Los resultados mostraron, como se esperaba, que los participantes más dispuestos a arriesgarse eligieron la lotería con más frecuencia mientras que los que tenían una mayor aversión al riesgo eligieron el pago fijo.

Pero también se encontró que las mujeres con mayores niveles de testosterona habían elegido la lotería con más frecuencia.

Y descubrieron un vínculo entre la testosterona y la elección de carrera. Los que tenían más testosterona y más disposición al riesgo habían elegido carreras más riesgosas en finanzas.

Biología o sociedad

Bolsa de valores
Los hombres con más testosterona eligen carreras financieras más arriesgadas.

"Este es el primer estudio que demuestra que las diferencias de los géneros en la disposición a tomar riesgos financieros tienen una base biológica" afirma el profesor Dario Maestripieri, otro de los investigadores.

"Y que las diferencias en los niveles de testosterona entre individuos pueden afectar aspectos importantes de la conducta económica y de las decisiones de carrera", agrega.

Los expertos afirman, sin embargo, que las cosas podrían no ser tan categóricas porque todavía sigue siendo muy difícil saber con exactitud cuáles son las bases de las diferencias entre los géneros.

"Nadie duda que las hormonas tengan una función, pero éste es un vínculo muy complicado" dijo a la BBC el profesor Alex Haslam, experto en psicología social de la Universidad de Exeter, Inglaterra.

"Y las hormonas pueden ser tanto el producto de la experiencia como la experiencia puede ser producto de las hormonas".

"En este estudio hay una implicación de que la mujer que está dispuesta a tomar riesgos financieros de alguna forma no es femenina o es anormal".

"Nuestro apetito por las explicaciones biológicas en las diferencias de género es muy preocupante. Es una forma de justificar el status quo y los prejuicios".

"Es muy triste que prefiramos esta explicación en lugar de la que destaca a la sociedad, la elección y la capacidad de cambio del ser humano", expresa el experto.

Saturday, May 12, 2012

El Éxito (laguia2000.com)


Resulta difícil adaptarse creativamente a un contexto social determinado, cuando sin brindar las suficientes oportunidades exige el éxito. 

Más que tener éxito en la vida es hacer de la propia vida un éxito, ya que todos sabemos lo infelices que pueden llegar a ser los famosos.

Pero es difícil detenerse para ver desde un nivel más amplio las propias posibilidades de desarrollo, cuando nos invaden desde afuera los modelos de personas supuestamente exitosas que parecería que han alcanzado todo.

Entonces, se abandona el propio camino y se intenta desesperadamente recorrer el aparente atractivo camino de otro, que es diferente.

Atreverse a ser uno mismo significa desarrollar el potencial independientemente de lo que hacen o dicen los demás, creyendo en esos proyectos descartados tantas veces por temor al fracaso, sin saber que los fracasos son oportunidades para aprender.

La vida se parece a un juego de naipes. Hay que jugar con las cartas que nos tocan y respetar las reglas de juego, teniendo en cuenta que no siempre gana el que tiene las mejores.

Una persona tiene valor en si misma independientemente de sus logros porque un ser humano es más que la suma de todo lo que hace.

Ser fiel a sí mismo y hacer lo que es propio, es lo único que siempre sale bien, sin estar tan pendiente del éxito o la aprobación de los demás. El proceso es lo importante porque una vez que hemos conseguido lo que hemos deseado, se hará necesario iniciar algo nuevo.

Un cuento para pensar
Volver a empezar

A los ochenta y tres años, un buen día se dio cuenta que todavía estaba vivo y decidió empezar de nuevo.

Fue un hombre como pocos, dueño de sí mismo, capaz de ir contra la corriente y defender su verdad contra viento y marea.

Se ganó muchos enemigos en su vida por no tener pelos en la lengua y hablar claro y por hacerlos sentir muy incómodos al moverles esas estructuras de las cuales algunos estaban tan orgullosos.

Tampoco enajenó su hombría de bien y su honestidad por acomodo, porque no era su modo de ser quedar bien a cualquier precio en un ambiente enrarecido por las componendas y los arreglos espurios.

Era considerado una rara mezcla de inteligencia creativa con desparpajo que desarmaba al mejor parado, capaz de cambiar las reglas de juego de un día para otro y de desafiar a esa perpetua mediocridad dominante que después de criticarlo se dedicaba a imitarlo descaradamente.

Como periodista, no se adhirió a ninguna ideología definida pero era alguien comprometido con él mismo, un hombre difícil y colérico que a veces parecía carecer de tacto, esa imprescindible cualidad tan necesaria en una sociedad donde todos mienten para poder llevarse bien con el resto.

Le gustaba el teatro, la literatura y toda expresión de arte y esa exquisita sensibilidad la plasmaba en sus programas de radio con una voz espléndida y varonil que aún conserva.

Como todos los que nunca quisieron hacer concesiones en su vida, sufre en este momento de su vida, la venganza de todos aquellos que todavía conservan su poderío y que no sólo lo ignoran, sino que alguna vez hasta llegaron a odiarlo por su tenaz rebeldía frente a sus constantes propuestas mediocres. Por eso, hoy está sin trabajo.

Sin embargo, lejos de perderse en un oscuro laberinto depresivo, felizmente ha decidido como el ave Fénix renacer de sus propias cenizas, y como antes, con la misma audacia de siempre, se atrevió a imaginar algo diferente; una forma de trabajo que no lo obligará a depender de nadie y que seguramente no sólo será un éxito sino que se convertirá en la inspiración de otros.

Aprovechando su larga trayectoria y por ser una figura para muchos tan popular y querida, se dispone a ofrecer sus cualidades de selecto lector, en los domicilios de quienes deseen convocarlo para deleitarse con su voz.

Su modo original y perfecto de ganarse la vida en esta nueva etapa, nos demuestra cómo sólo un hombre como él, con el poder de su ingenio nuevamente se adapta.

En homenaje al Sr. Hugo Guerrero Martinheitz (El peruano parlanchín).

Saturday, April 7, 2012

LA INUTILIDAD DE LA RIQUEZA SIN MUJERES

La mayor fuerza motivadora del hombre es su deseo de agradar a la mujer! El cazador destacado en los tiempos prehistóricos, antes del inicio de la civilización, destacó en su tarea debido a su deseo de aparecer grande ante los ojos de una mujer. La naturaleza del hombre no ha cambiado nada en ese aspecto. El «cazador» de hoy en día no vuelve a casa con pieles de animales salvajes, sino que indica su deseo de obtener el favor de la mujer suministrándole ropas exquisitas, automóviles y riqueza. El hombre experimenta el mismo deseo por agradar a la mujer que experimentaba antes de los albores de la civilización. Lo único que ha cambiado en él es su método de agradar. Los hombres que acumularon grandes fortunas y alcanzaron grandes alturas de poder y fama lo hicieron así para satisfacer, sobre todo, su deseo de agradar a la mujer. Si se sacara a las mujeres de sus vidas, las grandes riquezas serían inútiles para casi todos los hombres. Ese deseo, inherente del hombre, por agradar a la mujer es lo que proporciona a ésta el poder de elevar o de hundir a un hombre.

La mujer que comprende la naturaleza masculina y la atiende con tacto, no tiene por qué sentir temor ante la competencia de otras mujeres. Los hombres pueden ser «gigantes» con una indomable fuerza de voluntad cuando tratan con otros hombres, pero las mujeres que ellos mismos han elegido pueden manejarlos con facilidad.
La mayoría de los hombres no admitirán que las mujeres que prefieren influyen en ellos con gran facilidad, porque una de las características de la naturaleza del hombre consiste en desear ser reconocido como el más fuerte de la especie. Además, la mujer inteligente reconoce esta característica masculina y no la pone en entredicho.

Algunos hombres saben que son influidos por las mujeres de su elección -esposa, amante, madre o hermana; pero se contienen con tacto para no rebelarse contra esa influencia, porque son lo bastante inteligentes como para saber que ningún hombre es feliz ni está completo sin la influencia modificadora de la mujer correcta. El hombre que no reconozca esta importante verdad se priva a sí mismo del poder que ha contribuido, más que cualesquiera otras fuerzas combinadas, a ayudar a los de su género a alcanzar el éxito.

LOS AÑOS FRUCTÍFEROS DESPUÉS DE LOS CUARENTA

Un individuo raras veces inicia un esfuerzo altamente creativo en un campo determinado antes de la edad de los cuarenta años. El hombre medio alcanza el período de su mayor capacidad para crear entre los cuarenta y los sesenta años. Estas afirmaciones se basan en análisis de miles de hombres y mujeres que han sido observados con todo cuidado. Deberían ser estimulantes para todos aquellos que no han logrado llegar a donde querían antes de los cuarenta años, así como para quienes se sienten asustados a medida que se aproximan a los cuarenta y ya se sienten «viejos». Por regla general, los años que median entre los cuarenta y los cincuenta suelen ser los más fructíferos. El hombre debería aproximarse a esa edad no con temeroso temblor, sino con esperanza y con expectativa avidez.


Si usted desea pruebas de que la mayoría de los hombres no empiezan a realizar su mejor trabajo hasta la edad de cuarenta años, estudie los datos de los hombres de mayor éxito, y descubrirá esas pruebas. Henry Ford no empezó a lograr grandes cosas hasta que pasó de los cuarenta. Andrew Carnegie ya había cumplido cuarenta años cuando empezó a cosechar la recompensa de todos sus esfuerzos. James J. Hill aún seguía manejando un telégrafo cuando tenía cuarenta años, y sus estupendos logros los alcanzó después de esa edad. Las biografías de muchos industriales y financieros estadounidenses demuestran que el período que media entre los cuarenta años y los sesenta es la edad más productiva del hombre.
Entre los treinta y los cuarenta, el hombre empieza a aprender (si es que aprende alguna vez) el arte de la transmutación del sexo. Este descubrimiento suele ser accidental, y el que lo descubre suele ser totalmente ajeno a su descubrimiento. Es posible que observe que su poder de logros ha aumentado hacia la edad de treinta y cinco años o cuarenta; pero, en la mayor parte de los casos, no está familiarizado con la causa que ha producido ese cambio; esa naturaleza empieza a armonizar las emociones del amor y el sexo en el individuo, entre los treinta y los cuarenta años, de tal modo que la persona puede usar esas grandes fuerzas, y aplicarlas unidas como estímulos para la acción.

POR QUÉ LOS HOMBRES RARA VEZ ALCANZAN EL ÉXITO ANTES DE LOS CUARENTA


A partir del análisis de más de 25.000 personas, descubrí que los hombres que alcanzan el éxito de una forma destacada, raras veces lo hacen antes de cumplir los cuarenta años, y muy a menudo no emprenden su verdadero paso hasta mucho más allá de los cincuenta. Este hecho me resultó tan sorprendente que me impulsó a revisar su causa con mayor cuidado.


Ese estudio puso de manifiesto el hecho de que la razón principal por la que la gran mayoría de los hombres que tienen éxito no empiezan a alcanzarlo antes de los cuarenta o de los cincuenta años es debida a su tendencia a disipar sus energías a través de una excesiva complacencia en la expresión física de la emoción del sexo. La mayoría de los hombres nunca aprende que la urgencia del sexo tiene otras posibilidades que transcienden con mucho en importancia de la simple expresión física. A la mayoría les viene este descubrimiento después de haber despilfarrado muchos años, en un período en el que la energía sexual se encuentra en su punto más alto, antes de los cuarenta y cinco o los cincuenta años. Habitualmente, a ese período sigue otro de logros notables.
Las vidas de muchos hombres cercanos a la cuarentena, o que ya la han dejado atrás, refleja una continuada disipación de energías, que podrían haber sido dirigidas con mucho más provecho hacia canales mejores. Extienden de manera alocada sus emociones más exquisitas y poderosas a los cuatro vientos.
El deseo de expresión sexual es, con gran diferencia, el más fuerte e impulsor de todas las emociones humanas, y, por esa misma razón, cuando ese deseo se controla y se transmuta en acción en lugar de en expresión física, puede elevarle a uno hacia la consecución de grandes logros.
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