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Friday, October 2, 2015

Pobreza (Vocabulario)

Pobreza

  1. f. Necesidad,estrechez,carencia de lo necesario para vivir:
    vive en la pobreza desde que perdió su empleo.
  2. Falta,escasez:
    pobreza de medios.
  3. Renuncia voluntaria de todo lo que se posee:
    voto de pobreza.

Pobreza

  • miseria, estrechez, carencia, escasez, falta, indigencia, necesidad, penuria
    • Antónimos: riqueza, abundancia

Saturday, May 30, 2015

Deseo 1: Opulencia y Abundancia


Afirmación: 
 
"Soy uno de tantos poseedores de la riqueza infinita de la mente subconsciente, con derecho a ser rico, feliz y próspero.  El dinero llegará a mi libre, copiosa e interminablemente.
 Siempre seré consciente de mi verdadero valor; ofrezco sin regateos y me doy por bien recompensado. Es asombroso".

Definición: 

Abundancia : Situación apta para poder satisfacer las necesidades humanas en relación con un bien o servicio.
 
Opulencia : Abundancia o riqueza excesiva de bienes.
25-01-2015 Tengo abundancia, es verdad, pero me falta es el tema de la opulencia, o tal vez tengo y no me doy cuenta. Lo único que se ahora que me debo aprender esta oración/afirmación y aún no lo hago. Debo dejar la flojera a un lado.

17-02-2015: Aun no me aprendo la oración, que flojo. Pero aun así llega mucha abundacia a mi vida en todo sentido, tan solo el hecho de cerrar los ojos, desear algo, a los días llega a mis mano y boca. En cuanto al tema de la opulencia ha sido más lento, pero ha ido mejorando. Podria decirce que es progresivo.

Capítulo Final

Al termino de la primera temporada, aun no me aprendo la oración pero la anotaré en mi agenda para aprenderla. 
 
Creo que he aprendido que desear cosas materiales es algo positivo. Siempre me había pensado que el desear cosas materiales era algo malo "total cuando muera  no me llevaré nada". Ahora tengo la mentalidad si voy a vivir en al tierra debo vivir bien y feliz. 

Thursday, February 26, 2015

Riqueza (Vocabulario)

Riqueza

  1. f. Abundancia de bienes y objetos valiosos:
    toda su riqueza es heredada,no ha trabajado jamás.
  2. Abundancia de cualidades o atributos que se consideren valiosos:
    riqueza espiritual.
  3. Abundancia o diversidad de cualquier cosa:
    riqueza de vocabulario.
  4. Cosa rica o muy apreciada. Más en pl.:
    riquezas naturales.

Riqueza

  • dinero, fortuna, opulencia, bienestar, capital, hacienda, enriquecimiento, patrimonio
    • Antónimos: pobreza, indigencia, miseria
  • abundancia, exuberancia, fertilidad, holgura, profusión, cantidad, copia
    • Antónimos: escasez

Wednesday, January 21, 2015

Próspero (Vocabulario)

Próspero,ra

  1. adj. Favorable,propicio,afortunado:
    feliz Navidad y próspero año nuevo.
  2. Que mejora y se enriquece progresivamente:
    ha montado un próspero negocio.

Próspero

  • progresivo, desarrollado, favorable, feliz, floreciente, rico, fértil, opulento, boyante, pujante, propicio, triunfante, afortunado, venturoso
    • Antónimos: decadente, desgraciado
 

Wednesday, January 29, 2014

El Hombre de Plástico (laguia2000)


Mientras en el mundo existe la extrema pobreza, hay una sociedad opulenta en Occidente que está enferma. De ella surge el hombre de plástico, expresión fiel del materialismo y el individualismo, sin moral ni valores.
 
El objetivo principal de su vida es el bienestar, por lo tanto su modo de vida se centra en el consumo y la búsqueda del placer sin compromisos.

Es un hombre hueco, con diplomas e información pero sin sabiduría, superficial, frívolo e indiferente.

No tiene convicciones firmes porque no tiene un marco de referencia válido, ni ideología, porque le complace ir a la deriva con un solo interés, la moda y su comodidad.

El dinero le basta para que los demás lo tengan en cuenta apoyándose sólo en la máscara que lo libera de los vínculos sinceros.

El hombre de plástico se dobla pero no se rompe; porque transita siempre por el medio sin riesgos.


Este nuevo tipo de personalidad no se crea espontáneamente sino que es producto de una sociedad que prioriza al dinero y anula la dimensión afectiva y espiritual del hombre.

El hombre quiere ser libre y en nombre de esa libertad se queda solo y sin ideales, endiosando lo más oscuro de si mismo, perdiéndose en un laberinto sin salida y sin objetivos.

Aunque la confusión es su estado natural, renuncian al cuestionamiento porque es algo que no se puede negociar; y como todo en su vida es enajenable lo evaden.

Al hombre de plástico no le preocupa la realización personal sino el placer y el bienestar que le proporciona una especie de felicidad también de plástico.

En la cúspide del placer que busca está el sexual sin problemas, que es poco menos que su religión, porque para él no puede haber fidelidades permanentes porque todo es relativo.
El hombre de plástico no tiene límites porque no tiene valores absolutos y se maneja sin rumbo fijo, como va el viento y la verdad para él es lo útil, lo práctico y lo que le otorga beneficio de inmediato.

Su identidad se basa en el traje que usa, la casa que tiene y su auto último modelo que para él es lo esencial y sus temas de conversación giran alrededor de la vida ajena, los viajes, los espectáculos y sus últimas adquisiciones, sin poder ahondar en algo abstracto porque cuanto mayor es la abundancia de sus recursos menor es su capacidad espiritual.

Sin duda, el lema del hombre plástico de hoy en día es pasarla bien, sin ánimo de aspirar a ninguna otra cosa.

Saturday, December 15, 2012

La Vida Ociosa (laguia2000.com)


En todas las épocas existieron personas que pertenecieron a una clase social privilegiada sin la exigencia de tener que trabajar para poder vivir.

Esta condición puede anhelarla quien tiene la obligación de hacer grandes sacrificios para ganar su sustento y al mismo tiempo atender su casa y su familia.

Sin embargo, el privilegio de vivir en la opulencia no es sinónimo de felicidad, porque se convierte en un factor que induce a la vida cómoda y vacía de contenido y limita muchas veces la realización personal.

El ocio bien entendido es disfrutar del descanso después de haber desarrollado una tarea constructiva, que puede o no ser productiva económicamente según la circunstancia de cada uno, pero que reporta la satisfacción de la participación activa y necesaria que toda persona debería tener la oportunidad de realizar.

Si tenemos la convicción de que cada uno nace con un potencial diferente para desarrollar, tanto para su propia satisfacción como para colaborar en su medio, se hace necesario canalizar toda la energía en esa dirección y dedicarse a la profesión u oficio que le indica su vocación.

Sin embargo hay gente que por distintas razones no se atreven a intentar ser ellos mismos, eligiendo la vida cómoda y ociosa.

Algunos pueden aceptar esta situación con resignación, como un destino contra el cual no pueden luchar y dejarse llevar actuando según los roles que le impone la sociedad.

Otros se rebelan y se atreven a abandonar una posición de privilegio para sentirse libres de realizarse según sus propósitos.

Y también están los que viven amargados, quejándose de no poder hacer lo que quieren y despreciándose a si mismos por no tener el coraje de desprenderse de sus propias cadenas.

Este es el tema que trata la película “El Sr. y la Sra. Bridges”, magníficamente interpretada por el famoso actor Paul Newman(ya fallecido) y Joan Woodward, que estuvieron casados en la vida real.

En la década de los años treinta del siglo pasado, antes de la guerra, comenzaron los grandes cambios en la sociedad norteamericana.

Aunque todavía se vivía con los valores de la cultura victoriana y muchas mujeres tenían como objetivo último y principal conseguir un esposo de buena posición social, casarse y tener hijos, comenzaban a surgir señales de cambio.

La revolución industrial estaba produciendo una transformación, modificando valores y costumbres; y muchas mujeres aportaban su fuerza de trabajo colaborando con el desarrollo económico.

Sigmund Freud exponía su teoría del inconsciente y la clase privilegiada tenía acceso al psicoanálisis, una psicoterapia que orientaba hacia el autoconocimiento y la liberación de las dependencias; haciendo consciente lo inconsciente, o sea, darnos cuenta de lo que no queremos saber, sin dejarnos llevar por lo que indica el “establishment”.

Esta película es un impecable retrato costumbrista sobre el estilo de vida de los hombres y las mujeres norteamericanos de esa época, de clase media alta, antes de la guerra.

Aunque la guerra aún no había comenzado, la juventud no se adaptaba al estilo de vida de sus padres y actuaban por oposición, intentando de vivir una vida diferente.

La señora Bridges, es el personaje de una mujer que se ha adaptado a su rol de esposa de un prominente abogado y que ha renunciado a sus propias necesidades. Apenas acusa ciertas inquietudes fomentadas por amigas más superadas que son fagocitadas por el marido con astucia, para alejarla de una posible rebelión.

Es una mujer sin brillo, sedienta de afecto, viviendo la experiencia amarga de la soledad en compañía, donde las cosas se ocultan y no se hablan, encargándose solamente de mantener tradicionalmente el equilibrio y considerándose una privilegiada; convencida de tener todo lo que hay que tener y ser quien hay que ser.

El Sr. Bridges, mientras tanto, es un hombre serio, reprimido y rígido que aunque utiliza los servicios de una mujer de color como doméstica, no ve con buenos ojos que los negros vayan a la Universidad de Harvard, institución que considera reservada supuestamente para la raza blanca.

Sin embargo, no todos pueden silenciar sus conciencias en ese ambiente social y cuando a alguien le fallan los mecanismos neuróticos de defensa se puede producir la tragedia.


Saturday, January 21, 2012

12.02 Abundancia Divina (Parte II)


 

SÍNTOMAS DEL TEMOR A LA POBREZA



Indiferencia. Suele expresarse a través de una falta de ambición; de una predisposición a tolerar la pobreza; de una aceptación, sin protestar, de toda aquella compensación que la vida pueda ofrecer; de una pereza mental y física; de una falta de iniciativa, imaginación, entusiasmo y autocontrol.

Indecisión. El hábito de permitir que los demás piensen por uno. El de mantenerse «al margen».
 
Duda. Expresada generalmente por medio de justificaciones y excusas diseñadas para encubrirse, rechazar con explicaciones, o disculpar los propios errores, lo que a veces se expresa en forma de envidia hacia aquellos que han alcanzado el éxito, o bien se los critica.
 
Preocupación. Suele expresarse por el descubrimiento de faltas en los otros, una tendencia a gastar más de los ingresos propios, un descuido del aspecto personal, la burla y el fruncimiento de cejas; la intemperancia en el uso de las bebidas alcohólicas y, a veces, en el uso de narcóticos; nerviosismo, falta de severidad y de autoconciencia.
 
Precaución excesiva. La costumbre de mirar el lado negativo de toda circunstancia, de pensar y hablar de posible fracaso, en lugar de concentrarse en los medios para alcanzar el éxito. Se conocen todos los caminos que conducen al desastre, pero nunca se buscan los planes precisos para evitarlo. Se espera «el momento adecuado» para empezar a poner en acción ideas y planes, hasta que la espera se transforma en un hábito permanente. Se recuerda a aquellos que han fracasado, y se olvida a los que han tenido éxito. Se ve el agujero del donuts, pero no se ve el donuts. Es el pesimismo, que conduce a la indigestión, al estreñimiento, a la autointoxicación, a la mala respiración y a una mala disposición.
 
Dilación. La costumbre de dejar para mañana aquello que se debería haber hecho el año anterior. Pasarse mucho tiempo buscando justificaciones y excusas para no realizar el trabajo. Este síntoma se halla estrechamente relacionado con el de la precaución excesiva, la duda y la preocupación. La negativa a aceptar la responsabilidad siempre que ésta se pueda evitar. La voluntad de encontrar un compromiso, en lugar de levantarse y luchar a pie firme. El comprometerse con las dificultades, en lugar de dominarlas y utilizarlas como peldaños para seguir subiendo. 

El intentar conseguir gangas de la vida, en lugar de exigir prosperidad, opulencia, riquezas, satisfacción y felicidad. Planificar lo que se ha de hacer sólo cuando se ha producido el fracaso, en lugar de quemar todas las naves y hacer que la retirada sea imposible. La debilidad de la confianza en uno mismo, y, a menudo, la total ausencia de la misma, así como de la definición de propósito, autocontrol, iniciativa, entusiasmo, ambición, frugalidad y una sana habilidad para el razonamiento. El esperar la pobreza, en lugar de exigir la riqueza. El asociarse con aquellos que aceptan la pobreza, y no buscar la compañía de quienes exigen y reciben la riqueza.
 

EL DINERO HABLA


Algunos preguntarán: «¿Por qué ha escrito un libro sobre el dinero? ¿Por qué medir las riquezas en dólares?». Algunos pensarán que hay otras formas de riqueza mucho más deseables que el dinero, y tendrán razón. Sí, hay riquezas que no pueden medirse en términos monetarios, pero millones de personas dirán:

«Dame todo el dinero que necesito, y yo me encargaré de encontrar aquello que deseo».

La razón principal por la que he escrito este libro es porque millones de hombres y mujeres se encuentran paralizados por el temor a la pobreza. Lo que esa clase de temor es capaz de hacerle a uno fue muy bien descrito por Westbrook Pegler:
El dinero no es más que conchas de almejas, o discos de metal o trozos de papel, y hay tesoros del corazón y del alma que el dinero no puede comprar, pero la mayoría de la gente sin dinero es incapaz de tenerlo en cuenta y sostener su espíritu. Cuando un hombre se encuentra en lo más bajo, está en la calle y es incapaz de conseguir trabajo, a su espíritu le sucede algo que se refleja en la caída de sus hombros, la forma de llevar el sombrero, su modo de caminar y su mirada. No puede escapar a una sensación de inferioridad con respecto a la gente que tiene un empleo seguro, aun cuando sepa que esas personas no son sus iguales en carácter, inteligencia o habilidad.

Por su parte, los demás, incluso sus amigos, experimentan una sensación de superioridad y lo consideran una víctima, quizá de una manera in consciente. Tal vez ese hombre pida prestado durante un tiempo, pero no el suficiente como para continuar con la vida a la que está acostumbrado, y tampoco podrá continuar pidiendo durante mucho tiempo. Pero pedir, aun cuando sea para vivir, es una experiencia deprimente y al dinero así obtenido le falta el poder que el dinero ganado con su propio esfuerzo tiene. Evidentemente, nada de esto se aplica a los zánganos y los pordioseros, sino sólo a los hombres con ambiciones normales y que se respetan a sí mismos.

Las mujeres que se encuentran en la misma situación son algo diferentes. De algún modo, no las consideramos como personas marginadas. Raras veces viven en la miseria o piden por las calles, y cuando se encuentran entre la gente, no se las reconoce por las mismas señales que identifican a los hombres mendigos.

Desde luego, no me refiero a las harapientas de la gran ciudad, que son la parte opuesta de los vagabundos masculinos confirmados. Me refiero a mujeres bastante jóvenes, decentes y con inteligencia. Tiene que haber muchas mujeres así, pero su desesperación no resulta tan evidente. Quizá se suiciden.

Cuando un hombre se encuentra sin dinero y desempleado, dispone de tiempo para lamentarse. Es posible que viaje muchos kilómetros para buscar un trabajo y descubra que el puesto ha sido ocupado ya, o que sólo se trata de uno de esos puestos sin salario fijo, con sólo una comisión sobre las ventas de algún cachivache inútil que nadie compraría, excepto por piedad. El hombre vuelve a encontrarse en la calle, sin un sitio al que ir, excepto a cualquier parte. Así que camina, y camina. Contempla los escaparates de las tiendas, observa lujos que no son para él; se siente inferior y deja paso a otras personas que se detienen a mirar con un interés activo. Deambula por la estación, y entra en la biblioteca para descansar los pies y calentarse un poco, pero eso no es lo mismo que buscar un trabajo, de modo que no tarda en reanudar la marcha. Es posible que no lo sepa, pero su falta de objetivo le delatará aunque las líneas de su figura no lo hagan. Es posible que vaya bien vestido, con las ropas que le quedaron de cuando tenía un trabajo estable, pero esas ropas no sirven para ocultar su caída.

Ve a miles de otras personas a su alrededor, todas ellas ocupadas con sus trabajos, y las envidia desde lo más profundo de su alma. Todas tienen su independencia, su autorrespeto y su orgullo, y él no puede convencerse a sí mismo de que también es un buen hombre, por mucho que reflexione y llegue a un veredicto favorable hora tras hora.

Precisamente el dinero es lo que establece esta diferencia en él. Con un poco de dinero, volvería a ser él mismo.
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