Tuesday, January 14, 2014

Introducción (Televisión y Cultura de Masas)

Introducción

El efecto de la televisión no puede enunciarse debidamente en términos de éxito o fracaso, gusto o rechazo, aprobación o desaprobación. Más bien se debería hacer una tentativa, con ayuda de categorías de la psicología profunda y de un conocimiento previo de los medios para las masas, por concretar cierto número de conceptos teóricos mediante los cuales podría estudiarse el efecto potencial de la televisión, su influencia en diversas capas de la personalidad del espectador. Parece oportuno indagar sistemáticamente los estímulos socio-psicológicos que son típicos del material televisado tanto en un nivel descriptivo como en un nivel psicodinámico, analizar sus supuestos previos así como su pauta total y evaluar el efecto que es posible que produzcan. Cabe esperar que, en última instancia, este procedimiento traiga a luz una serie de recomendaciones sobre el modo de tratar estos estímulos a fin de producir el efecto más conveniente de la televisión. Al revelar las implicaciones socio-psicológicas y los mecanismos de la televisión, que a menudo actúan con el disfraz de un falso realismo, no sólo podrán mejorarse los programas sino que también -y esto es tal vez más importante- podrá sensibilizarse al público en cuanto el efecto inicuo de algunos de estos mecanismos. 

No nos compete la efectividad de uno u otro programa específico, nuestro tema es la naturaleza de la televisión actual y su repertorio de imágenes. No obstante lo cual nuestro enfoque es práctico. Es necesario que las conclusiones estén tan próximas al material y que reposen sobre una base tan sólida de experiencia que se las pueda traducir en recomendaciones precisas y hacerlas convincentemente claras para grandes públicos.  El mejoramiento de la televisión no es concebido primordialmente en un nivel artístico, puramente estético, extraño a las costumbres vigentes. Esto no significa que de entrada aceptemos ingenuamente la dicotomía entre arte autónomo y medios para las masas. Como todos sabemos, la relación entre ellos es sumamente compleja. La rígida división actual entre lo que suele llamarse arte "melenudo" y arte "de pelo corto" es producto de una prolongada evolución histórica. Sería romántico su poner que antes el arte fue puro del todo, que el artista creador sólo pensaba en términos de la coherencia interna de su obra, sin considerar su efecto sobre los espectadores. En especial, el arte del teatro no puede separarse de la reacción del auditorio. A la inversa, vestigios de la pretensión estética de ser algo autónomo, un mundo por sí solo, perduran incluso dentro de los productos más triviales de la cultura de masas. En realidad, la actual división rígida del arte en aspectos autónomos y comerciales es en buena medida, por su parte, una función de la comercialización. Se hace difícil pensar que el lema de l'art pour l'art fuera por azar acuñado en el París de la primera mitad del siglo XIX, o sea, cuando la literatura se convirtió por primera vez realmente en un negocio en gran escala. Muchos de los productos culturales que llevan la marca anticomercial de "arte por el arte" presentan huellas de comercialismo por la atención que prestan al elemento sensacional o por la ostentación ele riqueza material y estímulos sensoriales a expensas de la significación de la obra. Esta tendencia era pronunciada en el teatro neorromántico de las primeras décadas de nuestro siglo.

Fuente: Televisión y Cultura de Masas, Adorno Theodor

Wednesday, January 8, 2014

Con prueba extrema, deportista demuestra por qué no se debe depender de la pesa (EMOL)

Ross Edgley se propuso lograr que las personas establezcan una relación más sana con las balanzas.

"Lo que hice es peligroso y se llevó a cabo bajo estrictas condiciones, habiendo consultado previamente a un doctor", advirtió Ross Edgley, un deportista británico que utilizó su cuerpo para realizar una prueba extrema, pero con un buen propósito: lograr que las personas, en especial quienes realizan dietas, establezcan una relación más sana con las básculas.

Edgley, quien también tiene el grado de científico del deporte de la Universidad Loughborough, llevó su organismo al límite y en 24 horas bajó más de 10 kilos. Eso sí, lo que perdió no fue grasa, sino que agua, demostrando así que el peso corporal no tiene que ver exclusivamente con un asunto de grasa.

¿Cómo lo hizo? Tomando en cuenta que entre el 50 y el 70% del peso corporal de una persona corresponde a agua, Edgley se empeñó en sacar de su cuerpo la mayor cantidad de líquido que le fuera posible.

Así, el deportista utilizó diuréticos naturales -como vitamina C y cafeína-, de manera que si bebía sólo 100 ml de agua, iría al baño alrededor de 20 veces. "(Los diuréticos) no están recomendados a menos que la persona sepa lo que está haciendo", se apuró a advertir, según publicó el "Daily Mail".

Además, evitó consumir sal, ya que -explicó- ésta promueve la retención de líquido. También sumergió su cuerpo en baños de sal de Epsom, cuya característica principal es que trabaja "succionando" toda la humedad del organismo.

Asimismo, Edgely recurrió al sauna, gracias al cual su cuerpo transpiró y perdió líquido. Igualmente, se envolvió con bolsas de basura y se puso cinco capas de ropa encima, para realizar ejercicios y sudar más.

También modificó su alimentación, eliminando los carbohidratos. "Los carbohidratos se almacenan en los músculos bajo la forma de glucógeno muscular, el cual pesa 18 gramos por kilo de músculo. De esta manera, al reducir el consumo de ellos y además hacer ejercicios para agotar los que ya están en el cuerpo, se puede reducir drásticamente el peso", explicó.
Tips para el uso correcto de las pesas
No es llegar y subirse a una, sino que para que la información que entregan estos aparatos sea útil, hay que seguir algunas reglas, entre ellas usar siempre la misma y de preferencia a primera hora de la mañana cuando se está en ayuno. Asimismo, no debe mantenerse en el baño, ya que la humedad puede descalibrarla.

Lo que sí consumió fueron proteínas y grasas, que no se almacenan como glucógeno muscular, y multivitamínicos y suplementos en polvo, para evitar la deshidratación y el agotamiento. "Lo que hice fue peligroso y por eso era importante darle a mi cuerpo todo el apoyo suplementario posible", dijo.

Una experiencia poco recomendable

 El antes y el después del deportista.

Edgely plasmó los detalles de su experimento extremo en un diario. Allí cuenta que la noche antes de comenzarlo comió pizza, papas fritas y ensalada, luego de lo cual se subió a una pesa que marcó 94,7 kilos.

"Comencé mi día con un baño de sal de Epsom ridículamente caliente, junto a una botella de 100 ml de agua mezclada con diuréticos", contó, y agregó que aunque al principio estar bajo el agua se sentía "bastante bien", luego empezó a sentirse débil. "Mi ritmo cardíaco se fue a las nubes y la sal de Epsom hizo que los ojos me ardieran", describió.

Tras recuperarse, el científico del deporte tomó como desayuno un preparado alto en proteínas, minerales y vitaminas, pero muy bajo en agua y carbohidratos. Y luego se dirigió al gimnasio, para subirse durante 45 minutos a una trotadora.

"Para empeorar las cosas, me vestí con cuatro capas de ropa, y con mis brazos, piernas y cuerpo envueltos en bolsas de basura para aumentar el sudor", dijo.

Durante las horas siguientes, Edgely volvió a darse baños de sal de Epsom, tomar preparados similares a los del desayuno e intentó comer un trozo de carne, al que sólo pudo darle un par de mordidas. A las 18:30 horas, ya llevaba 8 kilos menos.

Pero como su prueba aún no terminaba, tomó 150 mg de cafeína y fue nuevamente al gimnasio para subirse a la trotadora, aunque sólo duró 30 minutos ya que se vio obligado a pararla con el botón de emergencia.

Luego se dirigió al sauna, desde donde salió sintiéndose "la mitad del hombre que era cuando empecé". Además, su cuerpo ya casi no sudaba, porque no tenía de dónde sacar agua.

Por la noche, a las 21:00 horas, se subió por última vez a la pesa para que ésta le diera el veredicto final: 83,4 kilos. Es decir, perdió casi 11 kilos en un poco menos de 24 horas.

"Sin perder tiempo en encontrar mi ropa interior, corrí hacia mi bolso y agarré una botella de cuatro litros de agua con multivitaminas y electrolitos", relató. Y dos horas después ya había recuperado todo el líquido perdido.

Sin embargo, Edgley reconoció que su experiencia fue horrible y aseguró que no la repetirá. "Pero espero que ayude a demostrar que las variaciones de peso que registran las balanzas de baño, tienen muy poco que ver con la grasa corporal, así que bótenlas o no tomen en serio lo que dicen. Pero sobre todo, nunca permitan que su dieta o autoestima sean gobernadas por ellas", concluyó.


Mujer recupera su piel tomando 3 litros de agua al día (EMOL)

Una mujer en el Reino Unido decidió experimentar en su propio cuerpo, qué pasaría si tomaba 3 litros diarios durante 4 semanas. Los resultados fueron sorprendentes.

Sarah Smith tiene 42 años, pero según ella y tal como delata su fotografía parece de 52.

Preocupada por su aspecto anciano, los dolores de cabeza a diario y una mala digestión decidió, previa consulta con su médico de cabecera y los consejos de un neurólogo y una nutricionista, comenzar a tomar mucho más agua de lo que consumía en forma habitual.

La meta que se propuso fue beber 3 litros de líquido al día.

“Leí un estudio que decía, que al menos una de cada cinco mujeres en el Reino Unido, consume menos de la ingesta diaria recomendada de agua. Reflexioné y decidí hacer un experimento para saber qué pasaría conmigo si yo bebía esa cantidad de agua”, escribió en el Daily Mail.

Es que su apariencia no era sana. Ojeras, bolsas debajo de los ojos; arrugas en la cara y hasta en los labios; manchas rojizas y sin brillo en la piel eran algunas de las características horrorosas que lucía la inglesa.

“Nuestro cuerpo necesita mantener un equilibrio hídrico para que todos, todos los sistemas del cuerpo funcionen a la perfección”, afirma Patricia Rodríguez, nutricionista de Clínica Alemana.

En ese sentido, explica que la experiencia realizada por Smith es algo extrema, pero factible y que no causa problema alguno en el organismo. Es más, dice que hidratarse en forma constante debe ser un hábito en cualquier época del año.

“Pero no podemos confundir que por tomar más agua nos vamos a mejorar de alguna enfermedad. Una buena medida son 3 litros, aunque con 1 litro y medio en invierno a 2 diarios en verano, una persona puede considerarse que está bien hidratada”, subraya.

Claro es que también las frutas y verduras hacen su aporte hídrico a nuestro sistema. De todas maneras, la proporción necesaria, según la nutricionista, también dependerá de la edad, la actividad física que se practique y fundamentalmente, la temperatura ambiental y personal que tenga cada individuo.

Sin embargo, la Rodríguez señala que uno no baja de peso por tomar agua sino que, lo que puede suceder es que uno se ordene con las comidas y deje de confundir el hambre con la sed.

“El problema es que si no consumes suficiente agua se resiente todo tu cuerpo, porque no debemos olvidar que entre el 60 y 65% del peso corporal es agua y si no hay agua en tu cuerpo, comienzas a llenarte de toxinas, tu corazón, y todos tus sistemas colapsan y hasta te puedes llegar a morir si te deshidratas”, explica.

Por lo tanto, alienta a tomar más agua. “Es muy raro que exista una intoxicación hídrica y en caso de suceder, sería por sobrepasar la filtración que hace el riñón. Pero eso casi nunca sucede”, afirma.

El experimento

www.dailymail.co.uk

Los resultados fueron impresionantes. En la semana 1, comentó: “Mi médico me recomendó tomar una gran jarra de agua en la mañana, otra en la tarde y la última en la noche. Lo estoy haciendo. Al final de mi primer día he ido 5 a 6 veces a orinar, y el color amarillo oscuro de mi orina está más clara. Aprovecho también de exfoliar la cara todos los días para tratar de sacar las manchas secas que tengo, y me doy cuenta de las toxinas que salen de mi piel”.

Sarah Smith incluso confiesa que se va de copas, pero al hacerlo mezcla entre copas del vino blanco que toma, agua de soda durante toda la noche. Como resultado, amanece sin resaca. “Durante años he estado haciendo diez minutos de yoga cada mañana justo después de levantarme, pero en los últimos seis meses me había sentido muy rígida. Sin embargo, desde que empecé a beber más agua mi flexibilidad ha mejorado. Gemma Critchley, de la Asociación Dietética Británica, confirma que el agua ayuda a lubricar las articulaciones”, afirmó.

En la semana 2, dijo que las manchas en su cara fueron disminuyendo al igual que sus ojeras. Pero que todavía se veía con arrugas debajo de los ojos, pero mucho menos que antes.

“Me sentí contenta cuando mi cuñada me dijo que mi piel lucía más clara. Tengo mucho trabajo así que compro agua embotellada de medio litro. Parece que mi aliento ha mejorado. No he tenido un dolor de cabeza hace más de una semana, lo cual es inusual para mí, y estoy encantada de que mis entrañas están trabajando mucho mejor”, reseñó en el periódico.

Además, señaló que su estómago no se ve más abultado con todo el exceso de agua sino que al contrario, se ve más plano de lo habitual y que su marido notó que la celulitis de sus glúteos y muslos han ido desapareciendo.

En la semana 3, notó que la piel estaba más sana. Perdió cerca de 1 kilo de peso y su cintura disminuyó un centímetro. “Las ojeras y las arrugas bajo mis ojos han desaparecido prácticamente, y mi piel se ve más nutrida, tersa y elástica. Mi amigo, que es un terapeuta de belleza, dice que esto se debe a que el agua está ayudando a mis células de la piel se regeneran de manera más eficiente”.

Como son tantas botellas de agua que compraba, decidió en un acto ecológico, dejar de hacerlo y volvió a beber el agua de las cañerías en botella reciclable. Además, sintió que estaba comiendo menos porque el agua con las comidas la hacía sentir más satisfecha.

La semana 4, bajó otro kilo más y su cintura se redujo en otro centímetro más. “Realmente no puedo creer la diferencia. Me veo como una mujer diferente. Las sombras oscuras alrededor de los ojos han desaparecido y las manchas se han ido también. Mi piel está tersa, saludable. La transformación es más que notable”.

Sarah Smith concluyó que está feliz y que seguirá tomando los 3 litros diarios. “¿Quién en su sano juicio no querría probarlo y obtener estos resultados tan increíbles?”, reflexionó. 

Tuesday, January 7, 2014

Por Qué Estoy Gordo (laguia2000.com)


La obesidad es una adicción y es la más difícil de superar porque sencillamente no podemos dejar de comer y la única manera de revertirla es aprendiendo a alimentarse con moderación y a discriminar las emociones que nos llevan a comer en exceso.

El obeso no come porque tenga un apetito voraz sino porque la comida le sirve para calmar su ansiedad. Por lo tanto, si aprende a alimentarse en forma equilibrada y ordenada y a distinguir cuándo come porque tiene hambre y cuándo lo hace para calmar su estado anímico, y puede controlar su ingesta, bajará de peso y podrá recuperarse.

Como todas las adicciones, la tendencia a la obesidad no se cura definitivamente, sino que el obeso solo se puede recuperar y volver a su peso normal, cualquiera sea su edad, siempre que su sobrepeso no sea extremadamente excesivo que haya provocado otros efectos secundarios irreversibles.

Según la teoría psicoanalítica, el obeso, como cualquier otro adicto, ha quedado fijado a una etapa muy temprana de su desarrollo psicosexual, la etapa de la lactancia, durante la cual la leche materna era el elemento primordial que proporcionaba la satisfacción de sus necesidades.

Esta teoría nos dice que cuanto más arcaica es la fijación de un modo de satisfacción más difícil resulta erradicarla definitivamente del comportamiento.

Toda adicción encubre una depresión, porque esta enfermedad también proviene de esa misma etapa narcisista cuando el yo y el pecho materno forman una unidad y aún el niño no se distingue como individuo separado.

La fijación es el resultado de un trauma durante esa etapa, ya sea por un exceso de gratificación como por un exceso de frustración.

El obeso en general tiene baja su autoestima porque no puede aceptar su esquema corporal y cuando come se siente culpable.

La cultura en que vivimos agrava la situación de las personas con exceso de peso, porque valoriza como ideal, la imagen corporal extremadamente delgada.

Muchos obesos se aferran a la idea que su sobrepeso es hormonal y que no se debe a su alimentación. Se convencen que comen poco porque no pueden registrar conscientemente todo lo que en el día se llevan a la boca.

Un buen recurso para salir de esta negación es anotar todo lo que comen durante el día, sin omitir absolutamente nada. Suele ser común cuando lo hacen que se lleven una sorpresa al comprobar la gran cantidad de calorías que consumieron casi sin darse cuenta.

La mayoría de las personas que son delgadas, tienen la particularidad que ante cualquier problema en lugar de abrir la heladera para gratificarse con la comida por su frustración, se les cierra el estómago y no pueden probar bocado.

Son dos mecanismos de respuesta frente a la frustración, el obeso se la traga y el delgado la escupe.

Evitar la frustración es difícil, porque en la vida las cosas no siempre suceden como esperamos ya que el desafío de vivir nos obliga a enfrentar el desaliento, las pérdidas y el dolor.

Para sobrellevar estas vicisitudes cada uno utiliza los recursos que tiene para poder recuperar el equilibrio y seguir viviendo.

Los más fuertes, aprenden a enfrentar los desafíos de la vida con creatividad y el dolor de las pérdidas lo transforman en obras; otros se derrumban ante la adversidad y sólo atinan a buscar gratificaciones destructivas.

La obesidad se puede revertir, pero no basta con la voluntad, exige un cambio en la personalidad, una transformación y una nueva forma de ver la realidad que brinde la posibilidad de encontrar nuevos recursos para enfrentar la vida.

La obesidad se cuadruplica en 30 años en el mundo en desarrollo (BBC)


Un estudio británico muestra que la obesidad crece a un ritmo alarmante en el mundo en desarrollo, donde casi se ha cuadriplicado desde 1980.


El Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI por sus siglas en inglés) calcula que en el mundo desarrollado hay 1.000 millones de obesos y agrega que el problema es mayor en los países de ingreso medio, donde cada vez se come más carne y otros alimentos ricos en grasas.

En países como México y Egipto, donde los salarios crecieron en este intervalo de tiempo, el ritmo del aumento de la obesidad se aceleró.


El informe señala que esta tendencia trae acarreado un enorme incremento en ciertos tipos de cáncer, diabetes y problemas circulatorios y cardiacos, lo que supone una enorme presión para los sistemas de salud de esos países.


Los autores del estudio instan a los gobiernos a usar campañas de concientización pública para enfrentar la situación y pone como ejemplo las políticas de Corea del Sur y Dinamarca.


En Corea del Sur, los esfuerzos para preservar la dieta tradicional del país incluyeron campañas de concientización a gran escala y clases de cocina para mujeres.

Una de cada tres personas


Los datos que arroja el informe indican que en la actualidad una de cada tres personas en el mundo padece sobrepeso.


En los países en vías de desarrollo son ya un total de 904 millones, cuando en 1980 eran 250 millones.


En los países con rentas altas el número de individuos con sobrepeso es de 557 millones.


A nivel global, el porcentaje de adultos con sobrepeso u obesos (aquellos clasificados con Índice de Masa Corporal mayor de 25) crecieron del 23% al 34% entre 1980 y 2008.


El informe de "Dietas del Futuro" del ODI asegura que la causa principal es un cambio en la dieta global. Antes abundaban los cereales y el grano, que se han sustituido por el consumo de más grasas, azúcares, aceites y productos animales.


Paradójicamente, la malnutrición es todavía una realidad para cientos de millones de personas en los países en vías de desarrollo, especialmente entre los niños.

México dobla su número de obesos


Tabla de datos sobre obesidad


Una serie de datos publicados por la revista online Population Health Metrics el pasado año indicaron un cambio en las tasas de obesidad en todas las regiones del mundo.


Las regiones de América Latina, África del Norte y Medio Oriente vieron un incremento en los niveles de obesidad hasta igualarse con Europa, donde el 58% de la población padece sobrepeso.


Norteamérica sigue ostentando el porcentaje más alto con un 70% de adultos con sobrepeso. Le siguen regiones como Australia y el sur de América Latina con un 63%.


Costa Rica y México también se encuentran entre los mayores consumidores de azúcar del mundo junto con Estados Unidos, Holanda y Nueva Zelanda.

Relación entre la dieta y el salario


Steve Wiggins, uno de los autores del informe, aseguró que hay múltiples razones para este incremento en el sobrepeso global.


"La gente con mayores salarios puede elegir el tipo de comida que quieren. El cambio en el estilo de vida, el incremento en el acceso a comida procesada y la influencia de la publicidad ha instado a un cambio en los hábitos de consumo", comentó.


Este es el caso en las economías emergentes, donde un gran número de personas acaba de acceder a la clase media y cambió como consecuencia sus hábitos de vida, en muchos casos a una más sedentaria.


El resultado, dice Wiggins, es "una explosión de la obesidad y el sobrepeso en los últimos 30 años" que podría tener serias implicaciones.



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